La versión malvada de Mario
Wario World es la primera aparición de la némesis de Mario como protagonista absoluto en la grande Nintendo, esta vez, de la mano de Treasure, de la que, curiosamente, no veremos referencia alguna (exceptuando una sutil
Plaza del Tesoro) hasta que lleguemos a los créditos del juego. Sin embargo, la marca de la casa está presente en muchos de los elementos que llenan este título de grandísimos momentos.
Juego Clásico
El juego recupera, sin alejarse del habitual diseño 3D, la jugabilidad clásica de las anteriores entregas de este personaje, en la GB (especialmente, en relación con el primer título de la saga:
Wario Land). Eso sí, esta vez Wario no contará con transformaciones de ningún tipo que nos ayuden a avanzar y a desarrollar nuevos poderes para el protagonista, algo que sin duda echarán de menos sus seguidores. El control del personaje es muy sencillo y completo, y nos haremos con él en apenas un minuto. Además, unos personajes nos irán explicando cómo hacer los movimientos básicos según avanzamos, por lo que iremos conociendo, poco a poco, todos sus secretos. En su contra, debemos decir que el juego sólo tiene dos movimientos que nos ayuden a eliminar eficazmente a los enemigos, complementando a los habituales puñetazo, golpe de hombro y golpe con el culo: un giro en barrena, y la "vuelta revuelta". También podremos hacer un triple salto mortal ("tirabuzón" en el juego), y algún movimiento más, como absorber monedas, pero la mecánica del juego nos llevará irremediablemente a dejar inconsciente a algún enemigo para, posteriormente, realizar algunos de los golpes citados para deshacernos definitivamente de él y de los que nos rodean.
Los Dominios de Wario
El ambiente del título está muy logrado, y cada fase tiene un diseño propio y un tema único, que la caracterizará y hará diferente a las otras, encontrándonos con escenarios prototípicos como un mundo helado, una zona plagada de fantasmas o un bosque, por poner unos ejemplos. Debemos señalar, sin embargo, que si bien las fases están muy diferenciadas en cuanto a diseño (siempre conservando un estilo desenfadado y con cierta comicidad, por no hablar de algunos detalles que despertarán una clara sonrisa en nosotros), no podemos decir lo mismo de los enemigos que, aunque tienen también aspecto diferente y con características similares a las mencionadas en relación con los escenarios, seguirán siempre las mismas pautas.
Por ejemplo, en el primer mundo, unos pterodáctilos nos atacarán desde el aire; después, serán unos esqueletos de pterodáctilo; y, posteriormente, una especie de palomas sobrealimentadas: diferentes aspectos para un mismo enemigo. Es decir, aunque el diseño de las fases, en cuanto a su estructura, sí supondrá un reto para el jugador, bastará con aprender algunas rutinas para deshacerse de los cientos de enemigos que le asaltarán durante el juego. Por suerte, no podemos decir lo mismo de los jefes finales, a los que nos enfrentaremos al acabar cada una de las ocho fases del juego repartidas en cuatro mundos, además de un auténtico big-boss presente en una fase específica para él (por lo que hay quien dice que el juego consta, en realidad, de 12 fases). Cada uno de ellos tiene rutinas propias y un aspecto muy diferente. Sobra decir que, como mandan los cánones, las rutinas serán repetitivas y, cada vez que le quitemos energía, más difíciles.
Wario World se destapa, así, como un juego muy lineal en su desarrollo, pero al fin y al cabo, al recuperar –sin duda, con éxito notable- el modo de juego de los plataformas 2D, eso es inevitable. Para conseguir el 100% del juego deberemos, además, recorrer cada palmo de cada fase, buscando los tesoros que le han sido robados, además de unas piedras mágicas que abren el paso al siguiente nivel, ocho trozos de estatuas de oro (cada una de ellas nos da medio corazón más), y unos enanos saltarines que nos darán consejos… y, por supuesto, tantas monedas como sea posible para recibir la justa recompensa cuando llegue el momento.
Sin embargo, conseguir todos esos objetos no es una tarea que destaque por su dificultad o complejidad, pues bastará con asegurarnos de no dejar nada sin explorar y encontrar todas las entradas a los mundos subterráneos (unas bonus zones), en los que tendremos que resolver con algo de astucia y habilidad puzzles cada vez más complejos para llegar hasta el ansiado premio. Es cierto que la curva de dificultad está muy bien diseñada y cada fase presentará nuevos retos, pero no podemos por eso ignorar que el juego es, en general, sencillo; incluso, si morimos, se nos da la posibilidad de continuar en el mismo punto en que hemos perdido por una determinada cantidad de dinero (que, seguramente, podremos pagar varias –muchas- veces).
Técnicamente, el juego no es sorprendente, pero no por ello es una decepción, ni mucho menos. Carece de opción 60 Hz, pero a cambio ofrece Dolby ProLogic II (con melodías y efectos buenos, pero con unas repetitivas voces de Wario), y nos da la opción de bajar algunos de los minijuegos de WarioWare, el juego de GBA, si conectamos la portátil a la GCN con el respectivo cable. Este añadido no tendrá, naturalmente, ningún interés para los poseedores del cartucho. En cuanto a gráficos, estos son coloridos, limpios y muy variados, con un diseño magistral, como ya hemos señalado, y en algunos momentos presenta bump-mapping y demás filigrana, como unos muy logrados efectos de partículas e iluminación, pero por norma general, los escenarios están construidos con la cantidad justa de polígonos, por lo que los objetos y decorados no son siempre todo lo detallados que se podría pedir. Eso sí, corre a unos seguros 60fps por muchos enemigos que aparezcan en la pantalla (y pueden llegar a ser bastantes).
COMENTARIOS
Aunque
Wario World no deja de ser el tipo de juego que nos pasamos hace años, su buen diseño hace de esto una virtud, y su sencillez atrapará al usuario desde la primera partida. Sin embargo, sus pocas fases (por muy variadas y largas que sean), harán que el juego sea superado por muchos en las escasas y ya tan cacareadas cinco horas. Debemos considerar, además, que por su vocación, el juego no es en absoluto novedoso e, incluso, ha perdido rasgos muy característicos con respecto a las entregas de GBA, si bien es cierto que esto hace de él un juego mucho más directo y arcade, que se deja jugar de manera magistral. Tal vez no presente grandes alicientes una vez se ha superado, y su jugabilidad pueda ser repetitiva en algunos momentos, pero la diversión proporcionada a lo largo de toda la experiencia de juego debería ser motivo de sobras como para retormarlo y volver a disfrutar de nuestras fases favoritas. De hecho, la duración y la ausencia de alicientes materiales para volver a jugarlo es lo único reprochable para la mayoría del público.