Análisis de Mario Party 5 (GameCube)

Ésta se ha convertido en una de las sagas más fecundas de los últimos tiempos, con cinco entregas en otros tantos años y, por supuesto, el juego se ha visto sometido a un desgaste bastante similar al que presentan las superconocidas –pero no siempre destacables por su calidad– sagas deportivas de algunas compañías que no saben dotar de suficientes novedades reales a sus ya habituales entregas anuales. Pero, ¿realmente sufre Mario Party 5 esta lacra?

Una de las marcas de la casa es la renovación de los minijuegos a lo largo de las diferentes entregas que nos han ido ofreciendo Hudson y Nintendo y, por supuesto, ésta no iba a ser la excepción. Las características básicas siguen presente: multijugador frenético a cuatro bandas, sueltecitos o por equipos; los personajes clásicos Nintendo como protagonistas absolutos y, en definitiva, tableros llenos de retos. Pero, si Mario Party 4 pecaba de presentar eso y poco más (por no mentar la lentitud que reinaba en todo el juego), ahora tenemos novedades jugables que van a despertar el interés de todos los que se habían sentido decepcionados por la ya citada entrega anterior. Y es que, además de los nuevos 70 minijuegos que nos vamos a encontrar, tendremos desde cosas tan anecdóticas como la aparición de Donkey Kong en varios minijuegos hasta nuevos modos de juego, destacando el modo Historia en el que nos enfrentaremos a los Koopa Kids; aunque no será éste el único nuevo modo de juego interesante, pues también podremos retarnos a un duelo o jugar todos contra Bowser.

El desarrollo del juego, además, es bastante más ligero y ameno, y la recolección de estrellas a lo largo de los diferentes tableros se convertirá en una carrera frenética y divertida en la que el dado no será el único que escogerá nuestra suerte. Pero, pese a todo, hay cosas que ralentizan bastante las partidas. Y no, ni siquiera el estar con los colegas conseguirá amenizar en ocasiones las tediosas esperas… breves, en realidad, pero muy reiterativas. Lo suficiente como para despertar toda una cohorte de tics nerviosos en el jugador. Sobra decir que los personajes controlados por la CPU tampoco se parecen a un conejo blanco con un reloj de bolsillo en el chaleco. Por suerte, han pensado en nosotros y nos ofrecen la posibilidad de acelerar los textos… ¿suficiente? En absoluto; pero por suerte es un avance con respecto a MP4 que, junto a la mayor velocidad general del juego, mejora bastante el producto. Y, ya que hablamos de esto, no podemos evitar comentar que en el modo Historia, en el que un único jugador se enfrenta a los Koopa Kids, los tres contrincantes controlados por la máquina se moverán al mismo tiempo.

Los tableros, por tanto, en su concepción y desarrollo, han mejorado bastante con respecto a su predecesor. No llegan a solucionar los problemas que ya se criticaron en su momento, pero sí los palían en buena medida. Por cierto, ya no compramos ítems: los obtendremos aleatoriamente de una máquina de caramelos que nos dará unas cápsulas. Pues bien, en esas cápsulas será donde encontremos los objetos que nos ayudarán o servirán para hacer la puñeta a nuestros más odiados amigos usándolos inmediatamente (aunque nos costará pasta) o poniéndolos algunas casillas por delante… y sí, alguna vez caeremos en nuestra propia trampa. Pero hablemos de lo importante: los minijuegos.

Simples, directos, rápidos, astutos y divertidísimos. Cinco palabras que sirven para definir con bastante acierto la inmensa mayoría de minijuegos que nos ofrece Mario Party 5. Algunos de los que nos ha ido ofreciendo esta saga estarán en la mente de muchos jugadores, pero también aquí encontraremos varios dignos de ser recordados. Muchas veces serán machacabotones con más o menos estilo, o pruebas directas de habilidad, pero su diseño hará que no tardemos más de unos segundos en hacernos con la mecánica e intentar masacrar a nuestros rivales. Y, cómo no, cuando hayamos superado unos cuantos, los modos de juego que nos permiten acceder a ellos directamente serán , probablemente, el centro de nuestra atención. Batalla, Decathlon, Torneo… son sólo algunas de las múltiples posibilidades que nos ofrecen para meternos de pleno en el más que delicioso mundo de los minijuegos.

En lo referente al apartado técnico, el diseño completamente 3D ofrece unos tableros y personajes más que resultones, pero cuando hacemos un zoom todo el acabado se desmorona brutalmente por la baja resolución de las texturas. Las animaciones son suaves, y el acabado general es bueno, pero poco más. Los sonidos son bastante repetitivos, especialmente si algún personaje quiere contarnos su vida, pues el juego se basa en este caso completamente en el texto y algunos gruñiditos cansinos. La música… bueno, pues está y no molesta del todo, pero a estas alturas uno ya espera otras cosas. Y no es que las composiciones clásicas de Koji Kondo estén bastante oídas, es que la calidad del audio es, en general, tirando a bajilla por culpa de los samples. Sea como fuere, el apartado técnico mediocre (en el más literal de los sentidos) no afecta a lo que nos ofrece el juego, ni mucho menos, así que a los más tecnófilos les bastará levantar un poco la mano en las exigencias habituales y centrarse directamente en disfrutar del juego.

Conclusiones

Mario Party 5 sigue una premisa básica: dar más de lo mismo. A quien le gustasen los anteriores, o cualquier otro juego de este tipo, éste sin duda le encantará, pues incorpora suficientes novedades como para mantenerle entretenido hasta la llegada de la próxima entrega. Pero, al mismo tiempo, no ha conseguido solucionar los principales defectos de su predecesor… no, al menos, como hubiese sido deseable. De todos modos, hay algo que es inalterable: este juego se convertirá en diversión en estado puro cuando estemos bien acompañados, e incluso sería recomendable tener conocimientos básicos de defensa personal por si al colista de la partida se le ocurre influir menos virtualmente en sus competidores. Y una cualidad notable: entretendrá sobremanera a los más pequeños y, también, a los más talluditos (especialmente en estados alterados de consciencia o, en definitiva, cualquier situación en la que nuestra capacidad mental o motriz esté alterada) que quieran enfrentarse a la diversión sin más complicaciones. Eso sí, si sois almas solitarias huid de este videojuego como de la peste (o alquilad unos amiguetes).