Análisis de Dancing Stage: Mario Mix (GameCube)
Los títulos musicales suelen darnos experiencias de juego de tipo arcade, sencillos, directos, con la competitividad y autosuperación como motivos principales para atrapar al jugador. De entre todos ellos, los de baile se han ido labrando un hueco importante en los salones recreativos y consolas (sobre todo PlayStation 2) tanto a través de Dance Dance Revolution (Dancing Stage) como Pump It Up, dos de los más importantes iconos del género. En cualquier caso, trasladar este tipo de juegos a los soportes domésticos suele ser costoso, ya que requieren normalmente de alguna suerte de periféricos que consigan trasladar la experiencia de los recreativos a los hogares. De este modo, hemos ido recibiendo con estos videojuegos en las diferentes consolas accesorios tan peculiares como las maracas de DreamCast o los bongós de GameCube, por poner algunos ejemplos recientes. Por supuesto, las alfombras de baile suelen ser las reinas, con modelos de todo tipo disponibles, aptas para usar tanto en un PC como en otras consolas. Pero hasta ahora, GameCube no había recibido ningún juego de este tipo, siendo la propia Konami (creadora de Dance Dance Revolution) la elegida para adaptar todo el universo de Mario, la emblemática mascota de Nintendo, al clásico sistema de los juegos de baile. Nace así Dancing Stage: Mario Mix; y por supuesto se vende junto con su respectiva alfombra, sin incremento de precio.
Sobre la alfombra, parte esencial para disfrutar del juego en todo su esplendor, sólo podemos decir buenas cosas. Desde luego no es una de las rígidas y metálicas que pueden costar bastante más de 100€, cuya calidad es equiparable por completo a las de las recreativas, pero cumple a la perfección. Su respuesta es efectiva, rápida, con una muy buena sensibilidad y una textura estriada que no sólo la hace cómoda, sino que dificulta los resbalones. Del mismo modo, la parte que va pegada al suelo está hecha para agarrarse a éste, evitando deslizamientos accidentales de la alfombra. Está diseñada, por tanto, con mayor cuidado que muchas otras disponibles en el mercado, situándose por encima de la media de calidad, sin llegar a entrar en el campo de las de diseño semiprofesional. Además, su decoración nintendera, con la silueta de Mario bailoteando en el centro, la convierte en una entrañable adquisición.
Esta alfombra presenta las tradicionales flechas indicadoras de las cuatro direcciones que señalan dónde poner los pies de acuerdo a las instrucciones que salen en pantalla, así como los botones A y B en la zona principal de juego, conformando una cuadrícula en la que las esquinas inferiores quedan libres y son, por tanto de reposo. En la zona más superior tenemos el botón Z y el Start, todos ellos diseñados para funcionar al ser pisados. Como es natural en estos juegos, durante nuestra partida usaremos únicamente las flechas, pero el resto de botones son necesarios para poder movernos convenientemente por los menús sin tener que usar un mando. La longitud del cable de la alfombra nos da la posibilidad de situarnos a la distancia necesaria de la pantalla con la suficiente holgura como para que no peligren jarrones ni demás mobiliario.
Konami ha conseguido trasladar toda la esencia del Reino Champiñón a los patrones de juego marcados por el género de Dancing Stage Mario Mix, así como incluir algunas novedades jugables que sorprenderán a los más aficionados a este tipo de títulos, como veremos.
Estamos ante un juego en el que la historia es esencial para ir desbloqueando cosas y, también, funcionar como tutorial para el jugador inexperto, de manera que suaviza la experiencia de juego para aquellos que no estén familiarizados con los juegos de baile. De hecho, parece claro que todo el juego está destinado a ese público, ya que su dificultad inicial es particularmente baja, y aun cuando hayamos desbloqueado los niveles superiores de dificultad, ésta es tan sólo equiparable a los niveles normales de otros títulos similares de Konami. En este sentido, puede ser una pequeña decepción para los más apasionados, pero al menos conseguirá no asustar de buenas a primeras a los jugadores noveles. Eso sí, hubiésemos agradecido que los niveles de dificultad desbloqueables hubiesen logrado plantear un reto mucho más atractivo para el jugador experimentado, ya fuese por haber jugado antes a este tipo de títulos o bien por haber disfrutado muchas horas con Dancing Stage Mario Mix, pues hubiese aumentado la duración y el estímulo para el jugador.
Como hemos dicho, una de las importantes aportaciones del juego es la inclusión del modo historia, que presenta cinco mundos algo breves pero bien variados. La historia nos narra la nueva amenaza de Waluigi (un tipo mucho más atlético y a priori mejor dotado para el bailoteo que nuestro muy querido, pero algo rechoncho, Mario), pues ha robado las notas musicales. Este hurto ha tenido como consecuencia que los habitantes del Reino Champiñón se vean obligados a bailar descontroladamente (y con un estilo... en fin, deleznable), por lo que Mario tendrá que solventar la situación ya que, todo sea dicho, de los que pueden hacerlo, él es el menos paticorto. Como podéis imaginar, la historia está llena de humor (incluso humor autorreferencial, característico de Nintendo), y cuenta con apariciones de personajes tan carismáticos como el incomprendido Wario. La historia se narra usando el motor del juego y basándose completamente en el texto; una pena que no haya incluido voces, pero mantiene la tónica habitual de Nintendo, decidida a no dotar (al menos de momento) de voces –más allá de pequeños cortes- a sus personajes.
Para salvar el Reino Champiñón tendremos que bailar al ritmo de la música en los diferentes escenarios ambientados en lugares tradicionales de las aventuras del fontanero, cada uno presentando obstáculos que se insertan entre las instrucciones de baile. Pero sepamos primero cómo bailar. Al ritmo de la música irán apareciendo en pantalla flechas que se desplazan desde abajo hacia arriba. Estas flechas se corresponden con el lugar en el que tendremos que pisar la alfombra en el momento en que pasen por los indicadores situados en la parte más elevada de la pantalla. Por supuesto, es importante hacerlo en el momento justo, con la precisión necesaria, y tener en cuenta que si bien al principio bastará con hacerlo de una en una, pronto llegará el momento en el que ir pisando un par de flechas al mismo tiempo, hacerlo de manera repetida, y, cómo no, mantener el ritmo de la música.
Hemos dicho que había obstáculos, y es de hecho la novedad que más sorprenderá a los conocedores del género. Ahora, cuando estemos bailando, aparecerán objetos ocupando el lugar de una flecha, y si la pisamos, se nos penalizará... pero también puede haber flechas "especiales", ya que si en vez del dibujo normal nos aparece un Koopa en el castillo de Bowser, habrá que pisarle dos veces (una para que salga de la concha, y otra para lanzarlo contra otra flecha, que destruirá, eliminándonos trabajo para más adelante). Y como no podía ser de otro modo, también habrá monedas... al fin y al cabo, esto es un juego de Mario. Cuando nos salga un indicador de moneda, podremos convertir todas las flechas que haya en pantalla en doradas y preciosas monedas que recolectaremos al pulsarlas correctamente, algo que será esencial, pues el dinero recolectado nos servirá para comprar vidas y ayudas que usaremos durante la partida. Y todavía hay más sorpresas: enemigos finales que nos obligarán a realizar los más complejos movimientos del juego en un duelo rápido y terriblemente divertido, incluyendo algunas mecánicas de juego peculiares que aportan un punto de variedad bastante agradecido.
Todo el modo historia es una experiencia bastante atractiva que nos servirá para desbloquear nuevas canciones que podremos jugar en otros modos de juego, y por suerte se ve acompañado de buenas animaciones que van mostrando al jugador cómo Mario avanza satisfactoriamente por los escenarios y entre los enemigos según realiza los movimientos correctos, de manera que no es sólo divertido de jugar, sino también de mirar. Es cierto que son gráficos algo sencillotes, pues al fin y al cabo no alcanzan el acabado de Super Mario Sunshine, pero destacan más por la calidad de las animaciones que por el aspecto de estos. Con todo, los escenarios están razonablemente bien detallados, son variados, y tienen múltiples efectos, como la espectacular lava.
Además, la cámara se va moviendo, dotando así a la presentación gráfica de un buen nivel de dinamismo. El resultado es lo suficientemente bueno como para entretener a los que estén mirando y no distraer a quienes jueguen, y desde luego muy superior a la psicodelia de luces y gráficos minimalistas de otros títulos similares. Y como elemento añadido, irán apareciendo pequeños minijuegos que consistirán en recoger objetos para cambiarlos por monedas, aplastar enemigos, etc. Si los superamos quedarán desbloqueados y podremos jugarlos directamente desde el menú del juego.
Las canciones incluidas son mayoritariamente adaptaciones de los juegos de Mario, muy bien llevadas y recreadas para la ocasión, con cambios de ritmo y todos los elementos necesarios para proporcionarnos una experiencia de juego entretenida y variada. Su calidad, además, es bastante alta, y se ve acompañada por los efectos sonoros tradicionales de las aventuras de la mascota de Nintendo, de manera que combina el toque sonoro retro con los remixes de un buen puñado de composiciones que han ido apareciendo en los veinte años de historia de los Mario Bros. Por otro lado, los temas que no están extraídos directamente de estos videojuegos (no son demasiados, de todos modos) no están tan bien logrados. Se adaptan al sistema de juego, pero poco más. Quizá no se haya puesto tanto esfuerzo en estos, o quizá sea simplemente que la selección de temas externos al Reino Champiñón no era la más apropiada desde un primer momento (¿Mozart?), pero desde luego no están tan logradas como las otras.
Todas las pistas musicales, una vez las hayamos superado convenientemente, estarán disponibles para ser jugadas de manera independiente, ya sea solos o contra un amigo, y se podrán disfrutar tanto con objetos especiales como los que aparecen en el modo historia como sin estos, de la manera más clásica, a elección del jugador. Aunque tenemos que tener en cuenta que la aparición de esos ítems puede representar en ocasiones una mayor dificultad en determinados temas, así que aun siendo puristas, es posible que nos guste más disfrutar de estos.
Es normal que estos juegos sean bastante rápidos de completar, y de hecho Dancing Stage Mario Mix nos ofrece tan sólo un par de horas de música y, en consecuencia, ésa viene a ser su duración. No es demasiado, pero dado el planteamiento arcade del género, no resulta poco, aunque no es menos cierto que otros títulos similares cuentan con un surtido de canciones algo mayor. De todos modos, iremos desbloqueando poco a poco nuevos niveles de dificultad, lo que refuerza la rejugabilidad del título, aunque la verdad es que, como hemos dicho, la dificultad del título, incluso en su nivel máximo, no es excesiva. La diversión principal, una vez se hayan desbloqueado todas las canciones, estará en jugar contra otras personas.