Análisis de Angry Birds Stella (Android, iPhone)
¿Quién les iba a decir a los responsables y desarrolladores Rovio que en menos de cuatro años iban a sacar la tremenda cantidad de títulos y productos relacionados con Angry Birds? En un corto espacio de tiempo, hemos asistido a numerosas secuelas, versiones y adaptaciones -algunas con el beneplácito de franquicias y sagas tan importantes como Star Wars- y a un abrumador número de juguetes y peluches. Las audiencias más jóvenes siguen encantadas, pero el público original que llevó a estos pájaros rabiosos al éxito, parece un poco hastiado. Ahora, tras sus intentos con el rol y la fantasía, llega a iOS y Android el llamado Angry Birds Stella, un juego en la que la rosada protagonista será Stella, una de las integrantes femeninas del grupo de pájaros con malos humos que habíamos conocido en algún que otro juego anterior de la saga.
La misma fórmula de siempre
Angry Birds Stella es una de las entregas más conservadoras de la saga. Al contrario que en otros spin-off y títulos más o menos recientes, Rovio ha decidido implantar una mecánica clásica, sin demasiados aspavientos o elementos distorsionadores -aunque sí, existen súper poderes y power-ups que cobrarán mucho protagonismo-, sustentándose en la sencillez que una vez caracterizó a sus juegos.
De esta manera, y bajo un argumento típico -la Princesa Malvada y sus secuaces porcinos le roban un mapa importantísimo a la buena de Estela-, nos volveremos a encontrar con cientos de niveles en los que los cerdos construirán tímidas y débiles fortalezas y en los que nosotros deberemos buscar la forma para derribarlas con el menor número de intentos posibles.
Una de las principales características de Angry Birds Stella, es la importancia de los power-ups y poderes que atesoran todos y cada uno de los pájaros que emprenden esta nueva aventura. Estela, al contrario que otros Angry Birds, no tiene una potencia de entrada tras el disparo y debe concentrar toda su energía en un punto concreto una vez emprende el vuelo para conseguir un impulso extra, con el que derribar las barreras de los cerdos cleptómanos que pueblan la isla. Así pues, tenemos la posibilidad de poder corregir la trayectoria, centrarnos en derribar algún punto débil en concreto de la estructura que queremos derribar o intentar el imposible y buscar el rebote perfecto que dé luz verde a una completa destrucción con un simple movimiento.
El sistema nos brinda niveles más fáciles y otros tantos más complejos, en los que derruir los castillos de los cerdos se nos hará ardua tarea, pues en Angry Birds Stella nos encontraremos con obstáculos y elementos colindantes un tanto molestos, como bombas y similares, que deberemos sortear -o utilizar en nuestro beneficio-, usando los poderes de otros de los compañeros alados de Estela, como Poppy -que puede invocar una suerte de tornado- o Luca, que con sus gritos es capaz de destrozar todos los elementos de cristal del nivel en el que nos encontremos. Angry Birds Stella tiene una estructura similar a la de otros juegos con niveles en los que podemos conseguir un número determinado de estrellas según nuestra pericia, y en los que de vez en cuando, se encontrarán secretos y elementos ocultos que nos servirán para desbloquear contenido, como recortes fotográficos -Estela es una gran aficionada a la fotografía, y tiene sendos retratos de sus amigos-, etc. No nos encontraremos con demasiadas dificultades, y un avezado jugador de la saga, podrá completar los más de cien niveles en apenas unas horas.
Visualmente atractiva, pero con un sistema free-to-play poco honesto
El principal problema de Angry Birds Stella, sin contar la reutilización de elementos clásicos en su mecánica de juego, es que es un título poco honesto con el jugador. Rovio ha planteado su aplicación de manera en la que podamos jugar sin demasiados problemas hasta cierto nivel, en el que los cerdos comenzarán a lanzar bombas de humo… Que podemos eliminar o evitar si esperamos horas -unas seis, aproximadamente- o pasamos por caja para evitarlas.
Es una maniobra un tanto rastrera de cara al usuario, que se encuentra con un muro de pago -denominado, paywall- que lo impide jugar de forma placentera como lo había estado haciendo hasta el momento. Sí, muchos de estos problemas se pueden solucionar con el desembolso de monedas virtuales -que ganaremos en el juego- pero es complicado amansar una cantidad suficiente como para olvidarnos de la problemática. De hecho, nos extraña que Rovio incluya un sistema tan acusado y repentino, cuando hasta la fecha había ido solventando con más o menos permisividad este tipo de tratamientos free-to-play en sus juegos.
Angry Birds Stella es, hasta la fecha, el título más preciosista de la saga. Todo goza de una definición extra, con unos contornos y unas formas claras y concisas, así como de un uso del color muy inteligente. Las animaciones, como siempre, siguen rozando el más alto nivel, con pájaros y cerdos que enarbolan muecas en función de las vicisitudes que les plantea el entorno que los rodea. Tanto en el iPad como en el iPhone -dispositivos en los cuales hemos analizado la app-, se deja ver con claridad, y sin defectos gráficos de ningún tipo. En el apartado sonoro, Rovio ha decidido ser más continuista, con melodías muy similares a la de otros juegos anteriores, y con efectos sonoros muy parecidos a los vistos en los más recientes títulos protagonizados por los pájaros. La app está traducida al castellano, y es compatible con Game Center y con el sistema Telepods -que nos permite ir a la tienda, comprar un juguete oficial de Angry Birds y ver como cobra vida en el juego, al estilo Skylanders-.
Conclusiones finales
Angry Birds Stella no es un título especialmente innovador, diferente u original. Pero sigue siendo divertido, ideal para partidas esporádicas o para lo más acérrimos seguidores de los pájaros de Rovio. El problema, y es un problema grande, es que más allá de la poca originalidad que pueda atesorar la aplicación, nos encontramos con un sistema free-to-play drástico y un poco abusivo, que no deja demasiado espacio para que el jugador se adapte. Ante el muro de pago que nos enseña la app a las pocas partidas, será el usuario el que decida si merece invertir dinero para seguir avanzando, abandonar el juego o esperar unas cuantas horas para seguir derribando cerdos y lanzando pájaros en iOS y Android como se lleva haciendo desde hace años.