Análisis de Dream Trigger 3D (Nintendo 3DS)

Cuando uno empieza a jugar con Dream Trigger 3D se encuentra con una experiencia de lo más singular, algo que es importante para ofrecer elementos novedosos en el mercado de los videojuegos. Esto suele ser más habitual en consolas portátiles, donde los riesgos de meter la pata y no alcanzar los objetivos comerciales suelen ser más comedidos. Así que lo que debemos tener muy claro es que, como propuesta original, este título tiene mucho que decir y probarlo vale la pena.

Sin embargo, algunas de las cosas que propone no siempre funcionan muy bien, por lo que este juego de acción intenso, colorido e interesante muchas veces apuesta por introducir elementos tan diferenciales que no acaban de funcionar muy bien.

Un buen ejemplo de esa situación la encontramos en los enemigos, que son invisibles hasta que conseguimos localizar su posición usando un sonar. Se trata de un sistema curioso en el que usamos la pantalla táctil para conseguir que los enemigos aparezcan y podamos dispararles, teniendo que usando todo nuestro potencial de fuego. Esta mecánica de localización de los enemigos es el eje central de la propuesta de acción y está muy bien explicada en las instrucciones, sí, pero quizás los desarrolladores tendrían que haber hecho un esfuerzo un poco mayor para dejarlo totalmente claro al usuario que se meta en faena sin echarle ni un ojo al manual.

Así, debemos tocar la pantalla táctil para activar el sonar, que nos marcará la posición de los enemigos de manera similar a la localización espacial que podemos haber visto en las películas con submarinos, aunque en un sistema mucho más apropiado para el juego, claro. Tras localizar al enemigo, le disparamos con los botones laterales (L y R) o con el botón frontal B, procurando no recibir daño.

Este sonar funciona en base a una cuadrícula, una fila, con dieciséis cuadrados en la que colocamos impulsos; al hacerlo, desaparecen, y no podemos colocar más impulsos del sonar, pero al menos podemos recuperarlos cuando la barra de ritmo llega al final. El sistema suena complejo, pero una vez hemos probado un par de veces cómo funciona, resulta bastante accesible, si bien tardaremos tiempo en dominarlo.

No nos parece, en definitiva, que la curva de aprendizaje sea excesiva, pero sí creemos que tendría que haberse trabajado más la explicación al jugador, el cómo se nos presentan sus mecánicas de juego, para conseguir que fuera más accesible desde un primer momento para todo el mundo. De hecho, una vez hemos conseguido un dominio suficiente (no precisamente ser unos maestros), los niveles se pasan con relativa facilidad, por lo que le falta algo de chicha. Hay, progresivamente, más enemigos y más duros, pero no hay otros elementos jugables que se sumen, por lo que no aporta un factor sorpresa o modificadores que aporten variedad a la fórmula.

Cuenta, al menos, con un modo de enfrentamiento que nos permite jugar contra otro compañero. La propuesta es atractiva y se basa en conseguir la mayor puntuación posible, con el factor adicional que implica el hecho de que si con nuestro sonar localizamos al otro jugador podremos dispararle para dejarle incapacitado brevemente. Como el objetivo es conseguir puntos, es importante desarrollar estrategias para conseguir una elevada puntuación y, en todo caso, afectar al rival, pero no ganaremos por atacarle más veces.

Puesto que el modo para un jugador, al fin y al cabo, ofrece tan solo 50 niveles que no se tardan mucho en completar, este componente multijugador es muy importante, pero no esconde que hay una notable falta de contenidos en el título.

El punto fuerte del juego, muy probablemente, es su aspecto visual, que combina localizaciones muy diferentes, algunas con toques de fantasía, otras que apuestan por entornos más futuristas, incluso con estética de neón, de manera que en muchas ocasiones resulta un juego que roza el surrealismo en su presentación visual. Además, por el rápido movimiento que debemos llevar a cabo en los niveles mientras disparamos, recogemos ítems, etc., la percepción de profundidad de la imagen 3D da un aspecto visual convincente y práctico que sí ayuda a la jugabilidad.

En cuanto a la música, apuesta sobre todo por composiciones de estilo electrónico en base a diferentes melodías instrumentales, composiciones clásicas, que se han revisado para conseguir una experiencia audiovisual complementaria que funciona en una buena relación sinestésica. Quizás la música, así como los efectos sonoros, no sean tan convincentes como los gráficos, pero el resultado es bueno.

Conclusiones

Dream Trigger 3D es un buen juego, en la medida en que ofrece una propuesta de acción muy original. Habrá quien no se llegue a sentir jamás cómodo con la mecánica jugable derivada del uso del sonar, pero la verdad es que funciona y resulta interesante una vez hemos comprendido su funcionamiento y ya nos hemos acostumbrado al mismo. Sin embargo, resulta escaso en contenidos y su propuesta parece más orientada a ser un título de menos envergadura, quizás en distribución digital, que un título a precio completo. Y es que, al fin y al cabo, resulta interesante a nivel jugable, pero le falta algo para ofrecer un paquete de contenidos convincente: más opciones, modos de juego y variedad en su desarrollo le habrían ayudado a formar una propuesta mucho más completa para el consumidor.