Que empiece la temporada de verano es sinónimo de películas de terror acuáticas. Netflix, la gigante del streaming que sigue dominando al panorama televisivo con nuevas alianzas y reajustes en sus tarifas, ha dado el pistoletazo de salida a esta temporada de tiburones y monstruos marinos con 'En las profundidades del Sena', el nuevo largometraje dirigido por Xavier Gens, director avezado en el cine de género siendo el autor de obras como 'La piel fría' y 'The Crucifixion', un largometraje tan sangriento como alocado que presenta la inverosímil carnicería que un escualo gigante ejecuta en las aguas de París y su río más popular. Aunque el filme sea un espectáculo y una fiesta de sangre y vísceras para los amantes de la serie B, el conjunto deja un sabor de boca agridulce.
'En las profundidades del Sena' es un batiburrillo de sangre y vísceras, con algunas escenas salvables, que no funciona como conjunto a pesar de sus buenas referencias e inspiraciones
Bien es cierto que 'En las profundidades del Sena' no busca reinventar el cine de tiburones ni tampoco convertirse en un producto estrella dentro del género, pero la sensación que deja el nuevo relato de Xavier Gens es de indiferencia. El planteamiento del largometraje es el habitual en lo que a estándares se refiere: una científica, acompañada por un elenco de expertos y policía, pretende detener la amenaza de un peligroso escualo que rompe la norma de su especie siendo más grande, más inteligente y más agresivo.
La diferencia con otros proyectos es que aquí se traslada a ese tiburón a las aguas de una ciudad tan emblemática como París, sembrando el pánico y el terror entre sus habitantes. El planteamiento en sí no genera rechazo a priori, pero la evolución del libreto termina desaprovechando ese terror minimalista que podría haber seguido los pasos de otros productos como 'A 47 metros 2' enfocándose más al horror y menos a la acción de 'Megalodón'.
Gens arrastra la historia hasta las catacumbas y profundidades parisinas para aprovechar esa representación mortuoria que habita bajo las calles de la ciudad francesa como una especie de submundo infernal, pero la presencia de sus tiburones no acompaña esa puesta en escena sombría y tenebrosa a causa de un mal uso del CGI y las poco acertadas apariciones "sorpresa" del depredador marino, que acaban convirtiéndose en un espejo de 'Piraña' y 'Piraña 3D' poniendo por delante las a veces absurdas matanzas que se plasman en pantalla con sumo detalle y con gran dominio por la brutalidad más salvaje e incómoda. Da la constante sensación que 'En las profundidades del Sena' no explota la tensión propia que debe palparse en el cine de escualos cuando los protagonistas pisan el agua, porque ni se conecta con los personajes ni el tiburón "principal" consigue transmitir pavor, al contrario que la criatura de Steven Spielberg gracias a esa personalidad que se daba al monstruo (algo que también se recogía en 'Deep Blue Sea').
'En las profundidades del Sena' falla como película puramente de terror con tiburones, puesto que a pesar de contar con elementos muy interesantes que podrían haberse explotado muchísimo mejor, opta por caer en la infinidad de tópicos que rodean el género y convertirse simplemente en una fiesta de gore y serie B con un Xavier Gens poco reconocible más allá de la plasmación de la violencia cruel y sangrienta que se lleva a cabo, sobre todo, en el tercer acto del filme. Netflix inaugura la temporada de tiburones, aunque sin demasiado acierto y solo para un público habitual de festivales como Sitges.