En la época de los 128 bits e incluso durante la pasada generación, hubo una notable cantidad de juegos de presupuesto mediano; títulos que no necesitan cientos de millones invertidos en desarrollo y en marketing para dejarnos recuerdos inolvidables. Esta generación, que ya se acerca a los siete años, comenzó con una división bastante clara entre lo independiente y las superproducciones. Parecía que no había sitio para los juegos con un presupuesto mediano, y que los que se atrevían a explorar ese terreno estaban condenados al fracaso. Según aumentaba la base de usuarios, estos títulos (como todos los demás, obviamente) tenían más probabilidades de vender lo suficiente para recuperar la inversión, y poco a poco hemos ido viendo sorpresas que han conseguido colarse incluso entre los mejores del año.
Es difícil hacer esta lista, ya que nuestra industria es tremendamente opaca y sólo podemos basarnos en la percepción: es posible que Hellblade: Senua's Sacrifice haya costado más que Splatoon 2, pero el juego de Nintendo lleva esa etiqueta de lanzamiento importante y, consecuentemente, de triple A. Hay ahí un área gris de juegos que seguramente también encajarían en esta lista, muchos de ellos japoneses, pero que por tener cierto renombre se perciben con mayor importancia. Podemos hablar de títulos de sagas como Yakuza o Tales of, además de otros basados en licencias como Bola de dragón o One Piece, pero hasta que nuestra industria decida madurar y dar cifras como hace el cine, sólo nos podemos aferrar a la percepción. Dicho esto, ¡comenzamos!
A Plague Tale: Innocence
Empezamos con un doble A que ilustra perfectamente este modelo de video juego. Asobo Studio, que hasta ahora se había centrado en ayudar a otros estudios a desarrollar, irónicamente, triple A, dio el salto para crear su propia aventura. A Plague Tale: Innocence sorprendió por sus increíbles valores de producción, así como por ofrecer una propuesta sencilla y directa pero muy efectiva. Uno de esos títulos donde menos es más, donde no necesitamos mapas inacabables rodeados de iconos ni tantas mecánicas jugables que nos faltan botones para realizarlas. Aclamado por muchos como uno de los mejores juegos de este año, A Plague Tale: Innocence es un título, para nosotros, tan imprescindible como muchos juegos de gran presupuesto.
Astro Bot: Rescue Mission
La realidad virtual se ha convertido en el nuevo hogar de muchos de estos juegos, y no queríamos olvidarnos de uno de los mejores juegos para estos dispositivos: Astro Bot: Rescue Mission. La obra de Japan Studio nos brinda la oportunidad de redescubrir los plataformas en tres dimensiones, no sólo "metiendo la cabeza en la pantalla", sino tomando el control tanto del protagonista como de un versátil dispositivo dentro del universo del juego. Una experiencia fantástica, prácticamente redonda a nivel visual y nivel jugable, que nos recuerda la importancia de hacer que el jugador se sienta parte del juego.
Little Nightmares
Tarsier Studios, aun estando un poco en las sombras, nos ha dejado algunos juegos fantásticos. Desde su LittleBigPlanet para PlayStation Vita hasta el interesantísimo Statik para PlayStation VR, el estudio sueco ha demostrado su calidad en repetidas ocasiones. Tras unos años totalmente desaparecido bajo el nombre de Hunger, en agosto de 2016 Little Nightmares despertaba de su pequeña pesadilla para anunciar su regreso. Un juego con mucha personalidad artística, muy cuidado y entretenido, capaz de distinguirse de otros juegos similares y que parece haber gustando tanto que incluso contará con una secuela.
A Way Out
Después de la sorpresa que resultó ser Brother: A Tale of Two Sons, el estudio capitaneado por el siempre notorio Josef Fares nos dejó uno de los juegos cooperativos más sorprendentes de la generación. Esa mezcla de acción, exploración, combate, aventura..., esa manera de jugar con la pantalla partida, y una secciones muy bien medidas y diseñadas hacían de este A Way Out un título que sabía ofrecer un regusto muy clásico a la vez que innovar. Electronic Arts parece estar apoyando a estudios independientes para materializar sus ideas, y esperamos que ésta no sea la última que veamos de Hazellight Studios.
Nier: Automata
Desde Drakengard, la saga Nier ha ido poco a poco cautivando a un público mayor, pero nunca sin salirse de ese presupuesto limitado que, en cierto modo, la define. Es una saga que siempre ha estado muy por detrás de las grandes producciones de Square Enix, pero con Nier: Automata ha conseguido despegar y ponerse en boca de todos. Es un juego que sabe hacer de sus carencias virtudes y, con un derroche de personalidad, absorber a los jugadores para, finalmente, darle el reconocimiento que se merece.
Hellblade: Senua's Sacrifice
En cierto modo, Hellblade: Senua's Sacrifice es uno de los responsables de cambiar esa percepción que tenemos, que, en cierto modo, había dividido la industria entre juegos independientes y triple A.
Auntodenominado como triple A independiente, el nacimiento de la ahora saga de Ninja Theory, hace gala de espectaculares valores de producción, a la vez que demuestra cómo a nivel jugable hacía falta algo más de dinero. Su escasez a nivel de mecánicas es obvia, pero las compensa con una narrativa incomparable, que además lleva un profundo mensaje.
Control
Después de años de bendito despilfarro, Remedy se ha apretado el cinturón y se ha sacado un señor juegazo con muchísimos menos recursos que títulos como Alan Wake o Quantum Break. Es un título que pierde la variedad de escenarios o la cuidada animación manual de los rostros (y, en castellano, también pierde el maravilloso doblaje de Alan Wake), pero concentra todo lo mejor del estudio en un extraño edificio repleto de misterios donde no hay tiempo para descansar. Una gran aventura jugable que demuestra que dar un pasito atrás y alejarse ligeramente de las superproducciones también tiene sus ventajas.
Life is Strange
Mientras Telltale empezaba a saturar el mercado, Dontnod Entertainment cambiaban radicalmente de género y de presupuesto (aunque Remember Me ya tenía algunos atisbos de lo que veríamos en la aventura de Max y Chloe para ofrecernos Life is Strange. La primera entrega, sobre todo, hacía un trabajo fenomenal a la hora de combinar historia y jugabilidad, permitiéndonos incluso volver atrás en el tiempo para retomar una decisión, y siempre dejándonos con esea sensación de no estar en control de nuestro destino. Una mezcla fantástica de narrativa y puzles que su secuela no ha sabido hacer tan bien, que era capaz de llegar a los jugadores a pesar de sus limitaciones técnicas.
OnRush
Elegimos OnRush por su terrible destino, pero la saga Dirt, sucesora de Colin McRae, encajaría también a la perfección aquí. Como grandísimos fans de Evolution Studios y la épica remontada que consiguieron con DriveClub, llevándolo al podio de los juegos de conducción de esta generación, creemos que su última obra se merece una oportunidad. Una especie de MotorStorm experimental, al que quizás lo mató la falta de modos más tradicionales, pero que simplemente quería ofrecer una alternativa a un género que no había evolucionado demasiado en décadas.
The Surge... y casi medio catálogo de Focus Home Interactive
El asterisco del título era porque queríamos acabar reconociéndole a Focus Home Interactive el trabajo tan enorme que hacen dentro de los doble A. Hemos querido destacar la saga The Surge por lo bien que ha sabido enfrentarse a un género tan difícil como es el acuñado por Souls, pero también cuenta con títulos de gran calidad como The Council, Vampyr, la saga Sherlock Holmes, The Technomancer, Greedfall o casi todo lo que hace Spiders. Y, por supuesto, el ya mencionado A Plague Tale.
Por suerte, hay mucho doble A y muy bueno, pero hemos querido limitar la lista a diez. ¿Cuáles son vuestros doble A de la generación?
