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Ni los 50 ni los 80: la generación Z está obsesionada con una década que no vivieron para refugiarse de la precariedad

La Generación Z que percibe que el progreso social y económico que se prometía a sus padres les ha sido escamoteado.
Ni los 50 ni los 80: la generación Z está obsesionada con una década que no vivieron para refugiarse de la precariedad
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Actualizado: 9:57 9/6/2025
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La precariedad, la imposibilidad de pagar el alquiler y un mundo laboral cada vez más esquivo han empujado a la generación Z a aferrarse a un salvavidas inesperado: la cultura pop de los 90 y principios de los 2000, conocida como “noughties”.

Una época que, paradójicamente, la mayoría de ellos no vivió, pero que les ofrece una suerte de refugio psicológico frente a un presente que se siente cada vez más hostil.

Según un análisis de la consultora GWI (2024), el uso del hashtag “noughtiesnostalgia” ha crecido un 36% en el último año en plataformas como TikTok e Instagram. Vídeos con estética de discman y pantalones de tiro bajo, acompañados por himnos de Avril Lavigne y Lindsay Lohan, se han convertido en auténticos hits para una generación que nunca fue dueña de esa cultura, pero que ahora la reivindica como un consuelo frente a la incertidumbre.

¿Por qué un pasado que no vivieron?

Para los sociólogos, este fenómeno no es nuevo. El psicólogo Fred Davis acuñó en los 70 el concepto de “nostalgia generacional” como una respuesta a las crisis sociales y económicas, una forma de dar sentido al presente recuperando las certezas (o la ilusión de ellas) del pasado. Pero lo que ocurre con la Generación Z tiene un matiz diferente: es nostalgia por un tiempo que no les pertenece. La doctora Krystine Batcho, autora de Longing for the Past: The Psychology of Nostalgia, lo define como “anemoia”, la añoranza por una época que no se vivió, y que se idealiza a través de la cultura mediática.

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Esta anemoia se alimenta de algoritmos que constantemente reinyectan en la red clips de programas como The Simple Life o La chicas Gilmore, memes de MSN Messenger y recopilatorios de moda Y2K. Una revisión idealizada de lo que —creen— era una vida menos saturada por el trabajo y la economía de la atención.

¿Un refugio o un síntoma de parálisis?

La fascinación por los “noughties” no es solo una cuestión estética. Como apunta un informe reciente de Deloitte (2024), la Generación Z está especialmente expuesta al estrés económico: en Europa, el 60% de los menores de 30 años vive todavía con sus padres, y la media de emancipación en España supera ya los 30 años (Eurostat, 2023). La sensación de parálisis vital encuentra en la cultura pop de los 2000 un espejismo de seguridad y un sentido de comunidad.

“Para la Generación Z, los ‘noughties’ se convierten en un lugar seguro, un espacio sin crisis financieras ni precariedad, donde la tecnología todavía no gobernaba todos los aspectos de la vida”, explica la socióloga británica Katherine Smith. “Pero el riesgo es que, al idealizar ese pasado, se pierda la energía transformadora necesaria para cambiar el presente”.

Las marcas lo saben. Empresas que fueron icónicas en esa época —desde Von Dutch hasta Tamagotchi— están reeditando productos, mientras plataformas como Spotify disparan las reproducciones de playlists de los 2000. El Informe Anual de Consumo Musical de Nielsen ya apunta a un aumento del 28% en las reproducciones de hits de la época, capitalizando esa “fiebre vintage”.

Aunque la nostalgia siempre ha sido un mecanismo psicológico para enfrentar la incertidumbre, la intensidad de la actual fascinación por lo “noughtie” refleja algo más profundo: una Generación Z que percibe que el progreso social y económico que se prometía a sus padres les ha sido escamoteado. En un momento en que el mercado de trabajo y la vivienda parecen cerrados, el pasado funciona como un consuelo, pero también como un espejo de lo que no tienen.

“Hay una delgada línea entre la nostalgia que cura y la que paraliza”, advierte el psiquiatra español José Luis Carrasco, en referencia a las conclusiones de su estudio de 2023 sobre el “síndrome del pasado idealizado”. Para la Generación Z, la clave está en rescatar esa energía positiva —la creatividad y la comunidad que inspira la cultura de aquellos años— sin dejar que la nostalgia se convierta en un ancla que los ate a un pasado que no es suyo.

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