En un gesto que ha capturado titulares en todo el mundo, y que se ha comparado con la gesta de Jurassic Park, la empresa biotecnológica Colossal Biosciences ha anunciado el el nacimiento de los primeros lobos huargo, como los de Juego de tronos, del siglo XXI gracias a la ingeniería genética. Incluso George R.R. Martin se ha hecho una foto con ellos. Con nombres tan evocadores como Rómulo, Remo y Khaleesi, estos animales han sido presentados como los herederos genéticos de una especie extinta hace más de 12.000 años.
Pero detrás del entusiasmo se esconde una controversia científica de calado: ¿realmente estamos ante una desextinción o simplemente ante una nueva forma de ingeniería genética con fines más publicitarios que paleobiológicos?
No es Jurassic Park ni un milagro genético: la resurrección del lobo huargo es una ilusión mediática, según la ciencia
Colossal se ha posicionado en los últimos años como una de las compañías más ambiciosas en el campo de la desextinción. Fundada por el empresario Ben Lamm y el genetista George Church (conocido por su participación en el proyecto del mamut lanudo), la firma ha prometido traer de vuelta especies perdidas como el mamut, el tilacino y, ahora, el lobo huargo (Canis dirus), un superdepredador del Pleistoceno más cercano a los cánidos modernos de lo que se pensaba hasta hace poco.
En este último proyecto, Colossal asegura haber editado 14 genes en células de lobo gris (Canis lupus) para replicar al menos 20 características distintivas del lobo huargo. El resultado: tres cachorros que presentan rasgos físicos como mayor tamaño, pelaje más denso, mandíbulas más robustas y una pigmentación similar a la que se ha inferido a través de los registros fósiles.
A pesar del entusiasmo de la empresa, múltiples expertos han mostrado su escepticismo. La genetista y divulgadora Gemma Marfany ha sido especialmente crítica, calificando el proyecto como una “ilusión biotecnológica” que dista mucho de ser una verdadera desextinción. “No se ha utilizado ADN original del lobo huargo en estos animales. Se han editado genes en lobos actuales para que se parezcan, pero no son huargos, son lobos tuneados”, ha declarado en medios españoles.
La técnica utilizada no implica la recuperación completa del genoma del lobo huargo, ni la inserción de ADN extraído de fósiles. En lugar de eso, Colossal ha optado por una ingeniería genética que simula ciertos rasgos fenotípicos de la especie extinta. En términos evolutivos y genéticos, estos lobos siguen siendo, esencialmente, Canis lupus, aunque con modificaciones superficiales.
El caso del lobo huargo reabre un debate más amplio sobre la legitimidad y las implicaciones de los intentos de “resucitar” especies extintas. ¿Se trata de un avance científico real o de una operación de marketing biotecnológico? ¿Puede un animal con apariencia de una especie extinta ocupar su lugar en el ecosistema o se trata simplemente de un símbolo vacío?
Las críticas no se limitan al ámbito académico. Varios biólogos conservacionistas han advertido de los peligros de desviar la atención (y los recursos) de las especies en peligro actuales hacia proyectos que rozan la ciencia ficción. También hay preocupaciones sobre el bienestar de los animales modificados, los ecosistemas a los que podrían ser introducidos y el riesgo de trivializar la extinción como si fuera un problema reversible con herramientas de laboratorio.
Colossal defiende su trabajo como un paso hacia la restauración de ecosistemas perdidos y la lucha contra el cambio climático, pero muchos científicos insisten en que la ciencia debe ser transparente sobre sus límites. El nacimiento de estos lobos modificados no representa una “resurrección”, sino una forma sofisticada de cría genética asistida por edición CRISPR. Más allá del espectáculo, el caso del lobo huargo de laboratorio ilustra los límites actuales de la genética y el poder de la narrativa en la ciencia contemporánea. En un mundo donde la imagen de un animal “resucitado” puede generar millones en inversión, es más urgente que nunca distinguir entre realidad biológica y ficción mediática.
