Mark Zuckerberg, el hombre que pretende moldear el futuro digital con la misma naturalidad con la que otros cambian de foto de perfil, ha compartido un escrito sobre la llamada “superinteligencia personal”. Sin embargo, su propuesta carece de lo que cabría esperar de quien lidera una de las empresas más ambiciosas del planeta: metas claras, logros concretos o un plan detallado que muestre de qué es capaz esa inteligencia artificial que, en teoría, igualará las habilidades cognitivas humanas.
El texto, plagado de vaguedades y expresiones genéricas, ha dejado a más de uno con la ceja levantada. Futurism recoge cómo, en redes sociales, no han tardado en aparecer voces críticas. Porque, si uno promete una IA capaz de mejorarse a sí misma y no señala un destino concreto, la sensación que queda es que tal vez el avance no sea tan inminente como Meta quiere hacer creer.
Mark Zuckerberg fulminado por una crítica brutal: "Lo más llamativo de su visión sobre la IA es lo soporífera que resulta"
Entre las respuestas más duras está la del periodista especializado en seguridad de IA Shakeel Hashim, que despachó la visión de Zuckerberg con una frase lapidaria: “Lo más interesante de su visión es lo aburrida que es”. Para él, imaginar un futuro con superinteligencia para acabar hablando de gafas —y no de nanobots o interfaces cerebro-computadora— es tan carente de ambición como de imaginación. Meta intenta justificar la compra de Oculus hace años para su metaverso, y la está encajando, con calzador, dentro del universo de la IA.
Mark seems to think it's important whether Meta *directs* superintelligence toward mass automation of work
— Steven Adler (@sjgadler) July 30, 2025
This is not correct; if you "bring personal superintelligence to everyone" (including business-owners), they will personally choose to automate others' work, if they can pic.twitter.com/XC9EwHYpUt
En esa misma sintonía se pronunció Steve Adler, exinvestigador de seguridad en OpenAI, que dejó la compañía en noviembre preocupado por los riesgos de la inteligencia artificial general. Adler cuestionó que Zuckerberg plantee la “superinteligencia personal” como empoderamiento frente a competidores que apuestan por la automatización total del trabajo. Según él, si todos —incluidos los empresarios— tienen acceso a esa superinteligencia, no dudarán en automatizar el trabajo ajeno siempre que puedan. Una visión un tanto dura y clara de hacia dónde podemos ir.
Son dos opiniones que llegan de figuras con peso en el sector y que ponen en evidencia una realidad incómoda: por muy optimista que sea Zuckerberg, su visión parece más un ejercicio de marketing que un plan sólido para el futuro. No es de extrañar que, en un mercado tan competitivo como el de la IA, existan voces discordantes o diversidad de pareceres. Pero Meta y Mark Zuckerberg, son únicos ganándose enemigos. Y, en una carrera tecnológica que se mide en miles de millones y decisiones críticas, vender sueños difusos es arriesgarse a que, cuando llegue la realidad, no quede nada en pie.















