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'Los bebés cazaban': arqueólogos hallan fósiles en la Península Ibérica que contradicen lo que sabíamos de los neandertales

Las dunas del Algarve, que durante milenios ocultaron estos pasos, hoy nos devuelven la imagen más humana —y sorprendentemente familiar— de los neandertales.
'Los bebés cazaban': arqueólogos hallan fósiles en la Península Ibérica que contradicen lo que sabíamos de los neandertales
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Actualizado: 11:38 18/7/2025
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Un hallazgo arqueológico en las dunas del Algarve, al sur de Portugal, ha revolucionado nuestra imagen de los neandertales y, en especial, del papel que desempeñaban los más pequeños en la sociedad. Investigadores de la Universidad de Lisboa han identificado huellas humanas fosilizadas de hace más de 80.000 años que sugieren que bebés y niños participaron activamente —o al menos presencialmente— en las estrategias de caza del grupo.

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El hallazgo, publicado en Scientific Reports, revela una escena insólita: un hombre adulto, un niño y un bebé, juntos en un entorno que parece haber sido clave para emboscar presas.

Eran familias de cazadores

Las huellas fueron descubiertas en dos enclaves costeros: Praia do Telheiro y Monte Clérigo. La más antigua, en Telheiro, pertenece a un adolescente o joven mujer, mientras que en Monte Clérigo se identificaron rastros de un grupo familiar, incluyendo la pisada de un bebé que apenas habría comenzado a caminar. Estos rastros no están distribuidos al azar, sino que siguen trayectorias coordinadas sobre dunas de difícil acceso. Según los arqueólogos, todo apunta a que se trata de un lugar elegido estratégicamente para observar y cazar animales como ciervos rojos, cuyas huellas también fueron localizadas.

La presencia del bebé, lejos de ser anecdótica, plantea nuevas hipótesis sobre la transmisión del conocimiento en las sociedades neandertales. Al llevar a sus hijos a la caza, los adultos no solo cumplían una función práctica, sino también educativa y socializadora. La infancia, en este contexto, no se vivía al margen de las tareas colectivas, sino que formaba parte de un proceso de aprendizaje desde edades muy tempranas. Esta idea desmonta la noción tradicional del neandertal como cazador adulto aislado y perfila una comunidad cohesionada, donde cada miembro —incluso los más pequeños— tenía un rol.

La interpretación se refuerza con otros hallazgos recientes en la península ibérica, como los de Matalascañas (Huelva), donde también se han documentado huellas y restos de una dieta diversa: desde grandes herbívoros como uros y caballos hasta recursos marinos como moluscos y peces. Esta flexibilidad adaptativa refleja una inteligencia práctica y un profundo conocimiento del entorno costero, claves para la supervivencia en un periodo glacial.

Este conjunto de huellas fosilizadas no solo documenta una jornada de caza ancestral, sino que actúa como un testimonio silencioso de vida social, transmisión cultural y organización comunitaria. Gracias a la conservación excepcional del terreno, podemos intuir cómo estos antiguos humanos aprovecharon su geografía y enseñaron a las nuevas generaciones a hacerlo.

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