Hace más de una década, la Universidad de Oxford lanzó una predicción que puso en jaque el futuro del empleo: casi la mitad de los trabajos en Estados Unidos podrían ser automatizados en veinte años. La alarma se encendió de inmediato, con titulares que auguraban una crisis laboral sin precedentes. Sin embargo, el reloj ha seguido su curso y la realidad ha tomado un camino inesperado.
Predicciones fallidas y una realidad diferente
En lugar de un colapso del mercado laboral, EE.UU. ha sumado unos 17 millones de empleos en este tiempo, desafiando las previsiones más catastrofistas. Pero si bien el apocalipsis laboral no ha llegado, eso no significa que la inteligencia artificial no esté transformando el mundo del trabajo. Desde Google hasta Meta, las grandes tecnológicas han reducido la contratación de ingenieros para centrarse en sistemas automatizados capaces de realizar ciertas tareas de programación.
Un informe del MIT confirma que el 36% de los empleos del sector privado estadounidense están expuestos a la IA, aunque solo en el 8% de los casos sería rentable sustituir completamente a los humanos por máquinas.
Automatización: destrucción o evolución laboral
Las predicciones económicas tienden a mirar la automatización con una lente pesimista, pero la historia nos ofrece otro punto de vista. En la Revolución Industrial, la mecanización de fábricas textiles o de automóviles no destruyó el empleo masivamente, sino que generó un efecto contrario: al aumentar la productividad y reducirse los costos, la demanda creció, lo que a su vez impulsó la creación de más puestos de trabajo. Este patrón de la U invertida ha sido un fenómeno recurrente en todas las grandes revoluciones tecnológicas y podría repetirse con la IA.

Además, la pregunta de cuántos empleos se perderán por culpa de la IA está mal planteada. La historia nos muestra que con cada nueva tecnología surgen ocupaciones que antes no existían. ¿Alguien imaginaba en 1940 que habría trabajos como diseñador UX, gestor de redes sociales o ingeniero de datos? Con la IA, el cambio de paradigma está en marcha y, aunque algunos empleos desaparecerán, otros nacerán para responder a nuevas necesidades del mercado laboral.
El desafío de la adaptación
Lejos de la distopía que algunos auguran, la inteligencia artificial podría ser un catalizador para repensar la forma en la que trabajamos. El desafío no está en evitar la automatización, sino en adaptarnos a ella. Si las empresas y los gobiernos invierten en formación y actualización profesional, la IA no solo no destruirá el empleo, sino que podría impulsar una era de oportunidades. Después de todo, la tecnología no reemplaza el talento humano: lo transforma.