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España está a punto de tener el telescopio más potente del mundo: 30 metros de diámetro y 400 millones de euros

Queda, sin embargo, la dimensión política y social, que los responsables del proyecto saben que no pueden ignorar si no quieren repetir el conflicto hawaiano con otros actores.
España está a punto de tener el telescopio más potente del mundo: 30 metros de diámetro y 400 millones de euros
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Actualizado: 16:59 17/11/2025
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España está más cerca que nunca de colocar en La Palma el que sería, con diferencia, el telescopio terrestre más potente del planeta. El consorcio del Telescopio de Treinta Metros (TMT) ha dejado de hablar de la isla como simple “plan B” y ya negocia formalmente con el Gobierno una hoja de ruta para instalarlo en el Observatorio del Roque de los Muchachos, después de calificar la candidatura española de “prometedora” y de agradecer una oferta que pone hasta 400 millones de euros de dinero público encima de la mesa.

Para La Palma, aún con las cicatrices de la erupción del Tajogaite y muy dependiente del turismo, el proyecto se ha convertido en una aspiración estratégica: no sólo consolidaría al cielo canario como referencia del hemisferio norte, como insiste la ministra Diana Morant, sino que colocaría a la isla en el núcleo duro de la gran astronomía mundial durante décadas.

La posibilidad de que el TMT cruce el Atlántico no se entiende sin la larga historia de tropiezos en su emplazamiento original, la cima sagrada de Mauna Kea, en Hawái. Allí, pese a que el proyecto superó los trámites ambientales y logró el aval del Tribunal Supremo hawaiano, la oposición de parte de la comunidad nativa, que considera el volcán un territorio espiritual y ya saturado de observatorios, bloqueó durante años las obras y convirtió al telescopio en símbolo global del choque entre “big science” y derechos indígenas. A la dimensión cultural se sumó la política: los recortes impulsados por la administración Trump a la National Science Foundation desviaron fondos hacia otros proyectos, como el Giant Magellan Telescope en Chile, y dejaron al TMT en un limbo presupuestario del que ahora intenta salir mirando hacia Canarias, con aproximadamente dos tercios del coste total ya comprometidos pero aún mil millones por asegurar.

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Del conflicto en Hawái a la oportunidad en La Palma

La alternativa palmera tiene un argumento científico difícil de rebatir: el Roque de los Muchachos ya es hoy uno de los mejores balcones del mundo al universo. A más de 2.400 metros de altitud, por encima del mar de nubes y protegido por una estricta Ley de Protección del Cielo, el observatorio alberga el Gran Telescopio Canarias (GTC), cuyo espejo de 10,4 metros lo mantiene como el mayor telescopio óptico-infrarrojo de apertura única en operación, además de una veintena de instalaciones internacionales, desde telescopios robóticos hasta instrumentos de rayos gamma como los Cherenkov. Con el TMT, el archipiélago daría un salto de escala: pasaría de liderar la “liga” actual de telescopios a compartir la élite de los llamados extremely large telescopes junto al Extremely Large Telescope (ELT) europeo y el Giant Magellan Telescope (GMT), ambos en el desierto chileno, equilibrando por primera vez el mapa mundial de la astronomía terrestre entre hemisferio norte y sur.

Desde el punto de vista técnico, el TMT es un coloso pensado para exprimir hasta la última fotón de los confines del cosmos. Su espejo primario de 30 metros de diámetro no será una sola pieza, sino un mosaico de 492 segmentos hexagonales que funcionarán como una superficie continua gracias a un sistema de control activo de altísima precisión, multiplicando por casi nueve el área colectora del propio GTC. A eso se suma un arsenal de óptica adaptativa capaz de corregir en tiempo real la turbulencia atmosférica, lo que le permitirá alcanzar resoluciones angulares hasta diez veces mejores que las del Hubble en el visible y el infrarrojo cercano. Con ese poder, los astrónomos aspiran a diseccionar atmósferas de exoplanetas en búsqueda de biomarcadores, cartografiar en detalle la materia oscura en cúmulos lejanos y observar directamente cómo se encendieron las primeras galaxias cuando el universo apenas salía de su “edad oscura”.

Un motor económico y científico para La Palma

El impacto para La Palma iría mucho más allá del orgullo simbólico. Un análisis encargado por instituciones locales calcula que la instalación y operación del TMT podría suponer un aumento del entorno del 6,5 % del PIB insular, entre empleo directo altamente cualificado, contratación de empresas de ingeniería y servicios, y un turismo científico que complementaría la imagen de “isla de volcanes y senderos” con la de “isla de estrellas”. La experiencia del GTC y del resto de telescopios del Roque ya ha demostrado ese efecto arrastre: formación de técnicos y doctorandos, acuerdos con universidades internacionales, pequeñas empresas dedicadas a óptica, criogenia o software de control. El TMT, por tamaño y visibilidad, actuaría como un imán todavía más potente para talento e inversión en un territorio que busca diversificar su economía tras el golpe del volcán y las crisis turísticas encadenadas.

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