El cielo de septiembre traerá un espectáculo astronómico difícil de ignorar: el próximo domingo 7 tendrá lugar un eclipse total de Luna, visible en gran parte del mundo y también en España. Será la última luna llena del verano y, durante unos minutos, el satélite adquirirá ese característico tono rojizo que la tradición bautizó como “luna de sangre”. Un fenómeno tan antiguo como fascinante que sigue despertando la misma expectación generación tras generación.
Una cita desigual según la geografía
El Observatorio Astronómico Nacional ha detallado que el eclipse será observable en Asia, Oceanía, África, Europa, la Antártida y el extremo oriental de Sudamérica. En España, sin embargo, las condiciones varían: en la mayor parte de la península, Baleares, Ceuta y Melilla, la Luna ya saldrá eclipsada, por lo que solo se podrá contemplar el tramo final de la fase total. Una cita breve, pero intensa.
En lugares como Galicia o las Islas Canarias, la situación será distinta: la fase total habrá concluido antes de que la Luna aparezca en el horizonte, y los observadores únicamente podrán seguir la parte parcial. Este carácter desigual convierte al evento en una especie de lotería geográfica que hará más atractivo buscar enclaves privilegiados. Entre ellos destaca el Llevant de Mallorca, señalado por los expertos como uno de los mejores miradores para la ocasión.
Una experiencia colectiva y accesible
Salvador Sánchez, director científico de la Fundación del Instituto de Astronomía y Astronáutica de Mallorca, ha animado a aprovechar la cita como una experiencia colectiva. Habla de una oportunidad lúdica, incluso de organizar excursiones hacia la costa este de la isla, desde Cala Ratjada hasta Calas de Mallorca. El mar Mediterráneo como telón de fondo y un satélite teñido de rojo rubí prometen imágenes tan memorables como fotogénicas.
A diferencia de los eclipses solares, este fenómeno no supone ningún riesgo para la vista. No hace falta gafas especiales ni filtros protectores: basta con levantar la mirada y dejarse llevar. Esa accesibilidad explica, en parte, por qué los eclipses lunares han sido históricamente celebrados como eventos populares, casi festivos, que unen la ciencia con la experiencia compartida de mirar al cielo nocturno.
Un fenómeno breve y excepcional
Conviene, sin embargo, valorar la excepcionalidad de la cita. Por eso, aunque breve y limitado en su fase más espectacular, el eclipse de este domingo merece ser anotado en la agenda: una invitación a detener la rutina y contemplar cómo la sombra de la Tierra tiñe de rojo el rostro de la Luna.















