Resulta difícil imaginar al arquitecto de Tesla, SpaceX y tantos sueños de futuro enfrentarse a su propio colapso. Pero eso es justo lo que Elon Musk ha dejado entrever en sus últimas declaraciones. Asegura estar agotado, superado. Y si algo no ha ayudado a calmar las aguas, ha sido su reciente y ruidosa confrontación con Donald Trump. El magnate ha pasado de lanzar cohetes a estrellarse en todos los frentes.
Y el más delicado de todos es, sin duda, Tesla. La compañía atraviesa una tormenta perfecta: caída de ventas, competencia en China, desplome en bolsa y una amenaza directa desde el mismo corazón del trumpismo. El expresidente ha anunciado que, de volver al poder, eliminará los incentivos fiscales para los coches eléctricos, lo que dejaría a Tesla en una posición crítica. Pero ese frente externo no es el único. Desde dentro, un grupo de empleados ha alzado la voz contra el propio Musk, al que acusan de ser el verdadero responsable del deterioro de la imagen y la confianza en la empresa.
Elon Musk, al límite tras los últimos tropiezos de Tesla: “Todo se ha salido por completo de control”
La chispa ha prendido con fuerza desde una web: Tesla Employees Against Elon. Su creador, Matthew LaBrot, no es un activista externo ni un oportunista de redes. Es un extrabajador de Tesla que, tras años de desencanto, decidió decir en voz alta lo que muchos solo susurraban en los pasillos. Publicó un manifiesto demoledor: “Nosotros no somos el problema. Nuestros productos no lo son. Nuestro servicio tampoco. El problema es la demanda. El problema es Elon”.

LaBrot trabajó para Tesla desde 2019 y asegura haber vivido de primera mano la transformación de la compañía, no por fallos técnicos ni por falta de innovación, sino por la deriva política y mediática de su líder. LaBrot no reniega de Tesla; al contrario. Dice amar la marca y sus productos. Lo que no podía tolerar era ver cómo el nombre de la empresa se arrastraba por el barro debido a los impulsos ideológicos de su CEO.
En su entrevista con Hard Reset, lo deja claro: “No creo que Elon pueda hacer nada para recuperar a quienes han decidido que no volverán a comprar un Tesla. Salvo irse”. Una frase que resuena como sentencia. Su gesto le costó el puesto. Pero para él, seguir callado era traicionar todo aquello en lo que había creído. Lo irónico es que, en un mundo gobernado por Musk, alzar la voz contra él sigue siendo la forma más rápida de quedarse sin futuro.