No, Elon Musk no predijo el histórico apagón que dejó a oscuras a España la mañana del 28 de abril de 2025. Lo que ocurrió fue un episodio sin precedentes: un “cero eléctrico nacional” que apagó de golpe la Península Ibérica, con repercusiones en Portugal y un temblor momentáneo en el sur de Francia. Red Eléctrica lo confirmó con frialdad: un apagón simultáneo en toda la red peninsular.
Lo llamativo es que Musk, en 2024, ya había lanzado una advertencia en la conferencia Bosch Connected World de Berlín. No hablaba de combustibles ni de petróleo, sino de algo más inquietante: un colapso eléctrico global provocado por tres motores insaciables de energía. Inteligencia artificial, vehículos eléctricos como los de Tesla y minería de criptomonedas. Tres fuerzas que están devorando electricidad a un ritmo que las infraestructuras actuales no pueden soportar.
El aviso de Elon Musk se cumple: España entra en la era del “cero eléctrico”
Según Musk, la inteligencia artificial duplica su potencia cada seis meses, y con ella crece un ecosistema de centros de datos que consumen lo que antes solo gastaban países enteros. A esto se suma el despliegue mundial de coches eléctricos, que exige estaciones de carga rápidas, robustas y constantes, algo que la red aún no está preparada para ofrecer en masa. Y como tercer ingrediente, la minería de criptomonedas, cuyo consumo ya supera al de economías nacionales enteras, presiona al límite un sistema diseñado en otra época.
El verano pasado ya dejó pistas. España vivió sobrecargas y fluctuaciones en la frecuencia eléctrica que derivaron en apagones parciales. La Agencia Internacional de la Energía lo confirma: el consumo derivado de los centros de datos podría duplicarse entre 2024 y 2026. No es ciencia ficción. Es una cuenta atrás.
El magnate no se limita a agitar fantasmas. Propone soluciones: fabricar transformadores a un ritmo nunca visto, invertir de forma masiva en solar y eólica, y desplegar tecnologías de almacenamiento avanzado que amortigüen la demanda en tiempo real. Tesla, con sus sistemas Powerwall, ya apunta hacia esa dirección.
La movilidad eléctrica, símbolo de futuro y sostenibilidad, depende de algo tan prosaico como que no se vaya la luz. La etiqueta ECO, las ayudas fiscales o los planes de electrificación pueden quedar en papel mojado si el consumidor percibe que un apagón puede dejar su coche inmovilizado. Y ese riesgo, tras el cero eléctrico ibérico, ya no parece tan lejano.
Musk advierte que si no se actúa rápido, la revolución tecnológica puede estrellarse contra un muro invisible: la falta de electricidad fiable. Sus predicciones, que parecían exageradas, han dejado de ser teoría para convertirse en realidad palpable. Gobiernos, operadores, fabricantes y gigantes digitales no tienen margen. Reforzar la red, acelerar renovables y multiplicar el almacenamiento no es una opción: es el único camino para que el futuro eléctrico, digital y automovilístico no muera por inanición energética.















