Mientras los grandes consorcios europeos todavía discuten cómo construir un caza de sexta generación, Suecia sigue su propio camino, como lleva haciendo desde la Guerra Fría, cuando la necesidad de defender su territorio frente a Rusia obligó al país a diseñar sus propios aviones de combate. Ahora, Saab ha recibido un contrato de 2230 millones de euros de la Administración Sueca de Material de Defensa para desarrollar el sucesor del Gripen: un caza no tripulado y sigiloso que promete redefinir la aviación militar sueca.
Suecia lanza su caza invisible de 2.300 millones: listo en 2027 para superar al GJ-11 chino
El proyecto forma parte del programa KFS -Koncept för Framtida Stridsflyg, o “concepto para futuros aviones de combate”- y está centrado en tres pilares: invisibilidad, operativa en flotas no tripuladas y guerra electrónica avanzada. Los próximos pasos incluyen la investigación tecnológica y conceptual durante 2026, seguida de una campaña de vuelos de demostración en 2027.
Según Lars Tossman, jefe de aeronáutica de Saab, esta inversión permite "continuar el desarrollo de capacidades de combate futuras", mientras que los avances también servirán para mantener al Gripen C/D y E actualizado. En otras palabras, Suecia no solo está construyendo el futuro, sino que moderniza al mismo tiempo su presente, un ejemplo claro de pragmatismo nórdico: asegurar la operatividad actual mientras se anticipa a los desafíos del mañana.
El nuevo caza de Saab no es solo un avión, sino un sistema completo de combate. El demostrador será un UCAV -vehículo aéreo de combate no tripulado- diseñado para actuar como “compañero leal" del Gripen E y, en el futuro, de su sucesor tripulado. La idea es que estas plataformas asuman las misiones más arriesgadas, identifiquen amenazas, sirvan como señuelos y multipliquen la letalidad sin poner en riesgo a pilotos humanos.
El diseño se centra en la invisibilidad, como otras propuestas y los grandes cazas de Estados Unidos como el F-35. Según los bocetos conceptuales, tendrá una configuración de “ala volante” sin cola, similar al B-2 estadounidense o al GJ-11 chino, optimizado para penetrar defensas antiaéreas enemigas sin ser detectado. Además, incorporará capacidades de guerra electrónica y una arquitectura de sistemas abierta, capaz de confundir y cegar radares enemigos. Todo ello podría impulsarse con una versión adaptada del motor F414 de General Electric, ya probado en el Gripen E, reduciendo riesgos y costes.
La tradición del lobo solitario
Que Suecia vaya por libre no sorprende. Durante la Guerra Fría, su neutralidad implicaba una defensa activa y autosuficiente: submarinos, cazas y sistemas avanzados fabricados sin depender de aliados. De ahí surgieron aviones legendarios como el Draken, el Viggen y el Gripen, todos pensados para operar con autonomía, eficacia y logística mínima.
El programa KFS continúa esa línea: un sistema aéreo de combate diseñado por y para Suecia, capaz de proteger el espacio aéreo frente a la Rusia neoimperial de Vladimir Putin, y al mismo tiempo marcar la pauta de la aviación militar del futuro.















