Un objeto interestelar, identificado como 3I/ATLAS, ha irrumpido en el sistema solar con una trayectoria y características que están desafiando los modelos astronómicos convencionales. Con un diámetro estimado de 20 kilómetros, ausencia de emisiones típicas de cometas y una órbita retrógrada sorprendentemente alineada con el plano eclíptico, algunos investigadores, entre ellos el célebre astrofísico de Harvard Avi Loeb, han lanzado una hipótesis que, aunque improbable, consideran digna de atención: podría tratarse de una nave tecnológica de origen extraterrestre.
Por ahora no planeta un peligro en cuanto a colisión
El objeto fue detectado demasiado tarde para ser interceptado con los medios actuales, y su punto de máxima aproximación al Sol, previsto para el 29 de octubre de 2025, ocurrirá en el lado opuesto a la Tierra, lo que impedirá observaciones directas desde nuestro planeta. Según el nuevo estudio firmado por Loeb y colaboradores de la Iniciativa para Estudios Interestelares (Reino Unido), la coincidencia orbital con la Tierra, su dirección desde el centro galáctico y su velocidad de 68 km/s en el perihelio lo convierten en un caso estadísticamente extraordinario. Tanto, que los investigadores apelan al principio de precaución y a la lógica de la apuesta de Pascal para justificar su análisis del riesgo potencial.
El equipo plantea que si 3I/ATLAS fuese un artefacto, habría utilizado una maniobra de Oberth inversa —una técnica de frenado gravitacional aplicada en el punto de máxima velocidad orbital— desde una posición oculta tras el Sol, dificultando aún más su detección. Esta estrategia permitiría que un objeto artificial entrara en una órbita solar estable o incluso lanzara sondas hacia planetas interiores sin ser advertido desde la Tierra. La trayectoria, además, lo lleva cerca de Venus, Marte y Júpiter con una precisión que, de nuevo, resulta inusualmente ajustada para un objeto natural capturado al azar.
Aunque Loeb subraya que la explicación más probable sigue siendo un cometa interestelar con propiedades atípicas, no descarta que este tipo de cuerpos puedan formar parte de una estrategia de reconocimiento galáctico hostil. Aquí entra en juego la hipótesis del “bosque oscuro”, inspirada en la novela de ciencia ficción de Liu Cixin, que plantea que civilizaciones avanzadas podrían optar por el sigilo absoluto para evitar conflictos en un universo potencialmente hostil. Bajo este marco, la supuesta "pasividad" de un objeto como 3I/ATLAS no sería una señal de inocencia, sino una medida de precaución.
Este estudio se suma al creciente interés por los objetos interestelares que cruzan nuestro sistema solar, como ya ocurrió con 'Oumuamua en 2017, otro cuerpo con comportamiento anómalo que Avi Loeb también defendió como posible tecnología alienígena. Mientras el observatorio Vera C. Rubin se prepara para detectar cientos de estos visitantes en la próxima década, la comunidad científica debate hasta qué punto deben abrirse al estudio riguroso de hipótesis extraordinarias.















