Durante años, los científicos han utilizado la inteligencia y complejidad vocal de las ballenas jorobadas como modelo para estudiar cómo podría desarrollarse una comunicación con inteligencias no humanas.
Ahora, un equipo internacional liderado por la investigadora Brenda McCowan ha conseguido algo inesperado: que una ballena salvaje mantuviese un intercambio “conversacional” con humanos durante 20 minutos. Y lo más sorprendente no es solo el contenido del diálogo, sino lo que podría implicar para nuestra búsqueda de contacto con civilizaciones extraterrestres.
Clave en el proyecto SETI
El proyecto Whale-SETI, que involucra al Instituto SETI, la Universidad de California Davis y la Alaska Whale Foundation, partía de una premisa ambiciosa: estudiar las vocalizaciones de las ballenas para entender los principios de la comunicación interespecie. En uno de los ensayos clave, una hembra jorobada de 38 años llamada Twain se aproximó al barco desde el que se emitían grabaciones de sonidos marinos. Lo inesperado fue su reacción: no solo escuchó, sino que respondió activamente, ajustando sus vocalizaciones al ritmo y al contenido de la grabación humana.
Más allá del intercambio vocal, los investigadores observaron otro fenómeno llamativo: la creación de anillos de burbujas en presencia de humanos, una estrategia normalmente asociada a la caza colectiva, pero que en estos casos se producía sin intención depredadora. En 12 episodios documentados, 11 ballenas distintas generaron un total de 39 anillos en escenarios donde no había presas, ni señales de agresividad. “Parecen actos deliberados para llamar nuestra atención”, asegura el biólogo Fred Sharpe, que destaca la postura corporal pasiva y la espera atenta de las ballenas tras liberar estos anillos.
Otra forma de comunicarse
El equipo plantea que estos gestos podrían constituir una forma rudimentaria de “pregunta visual”, una especie de ensayo de lenguaje visual entre especies. Es una hipótesis provocadora, pero con implicaciones serias: “Creemos que se trata del primer intercambio comunicativo estructurado entre humanos y ballenas jorobadas en su propio sistema de señales”, explican los autores en el estudio. El comportamiento observado sugiere un deseo de interacción por parte de los cetáceos, no muy distinto de lo que asumimos que haría una inteligencia avanzada si intentara comunicarse con nosotros.
Desde el punto de vista del astrofísico Laurence Doyle, coautor del estudio, este fenómeno ofrece una analogía directa con el posible comportamiento de una civilización extraterrestre. “Nosotros somos, en este caso, las ballenas”, afirma Doyle. “El hecho de que estos animales se acerquen de forma voluntaria, generen señales no agresivas y esperen una respuesta, respalda la idea de que una especie avanzada podría comportarse del mismo modo con nosotros”.
