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Científicos abren latas de salmón caducadas hace medio siglo y encuentran huéspedes que revelan un secreto del océano

En tiempos de incertidumbre ambiental, es una pequeña buena noticia: algunos vínculos naturales, aunque invisibles, siguen funcionando.
Científicos abren latas de salmón caducadas hace medio siglo y encuentran huéspedes que revelan un secreto del océano
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Actualizado: 8:01 18/5/2025

Un equipo de científicos de la Universidad de Washington ha protagonizado uno de los hallazgos más insólitos —y reveladores— del ámbito ecológico en 2025: al abrir latas de salmón procesadas entre 1979 y 2021, descubrieron que, incluso en conservas con más de 40 años de antigüedad, algunos parásitos marinos seguían perfectamente conservados.

Lo más curioso es que, lejos de tratarse de una señal de alarma, la presencia de estos organismos fue interpretada como un indicador positivo de la salud de los ecosistemas marinos.

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Anisákidos en conserva: una cápsula del tiempo ecológica

Los parásitos hallados pertenecen al grupo de los anisákidos, nematodos marinos que, en su ciclo de vida, pasan del krill a peces como el salmón, y finalmente a mamíferos marinos como focas o leones marinos. En total, el estudio —publicado en la revista Ecology and Evolution— analizó 178 latas de cuatro especies diferentes de salmón (chum, rosado, coho y rojo) capturados en el Golfo de Alaska y la Bahía de Bristol durante más de cuatro décadas.

La científica Chelsea Wood, coautora del estudio, explicó al medio LiveScience que la presencia de estos parásitos es, en realidad, “una señal de que el pescado en tu plato proviene de un ecosistema saludable”. Y es que, para que el ciclo de vida del anisákido se complete, debe haber presencia estable y en equilibrio de múltiples especies marinas, lo que convierte a estos parásitos en bioindicadores de biodiversidad.

Una línea de tiempo dentro de una lata

Los investigadores no solo encontraron anisákidos, sino que observaron tendencias a largo plazo. Por ejemplo, el número de estos parásitos aumentó con el tiempo en especies como el salmón chum y el rosado, pero no en el coho ni en el salmón rojo. Esto sugiere diferencias en los entornos marinos en los que habitan, así como en las relaciones tróficas entre las especies.

Según el coautor John Mastick, “ver que sus números aumentan con el tiempo indica que estos parásitos encontraron los huéspedes adecuados y pudieron completar su ciclo de vida”. Dicho de otra forma: los ecosistemas en los que se criaron estos salmones mostraron estabilidad y salud a lo largo de los años.

Aunque para los científicos los parásitos hallados resultan fascinantes desde el punto de vista ecológico, cabe recordar que el anisakis puede provocar reacciones adversas en humanos —desde síntomas gastrointestinales hasta alergias— si no se cocina o congela adecuadamente el pescado. Afortunadamente, en el caso de las conservas, el proceso térmico de esterilización elimina cualquier riesgo para el consumo humano, por lo que estos hallazgos no suponen un problema sanitario, sino una ventana al pasado marino.

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