El hallazgo de una nueva cultura prehistórica en Burgos podría reescribir parte de la historia sobre la coexistencia entre neandertales y Homo sapiens en Europa. Investigadores de las universidades de Valladolid, Burgos y Alcalá han identificado, en el yacimiento de Cueva Millán, una tradición cultural hasta ahora desconocida: el Arlanziense.
Asociada a la transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, esta cultura aporta nuevas pistas sobre el periodo en que ambas especies humanas compartieron el continente, en un escenario todavía envuelto en grandes interrogantes.
Una cultura de hace 50.000 años
La cultura Arlanziense, nombrada en referencia al río Arlanza, sitúa sus manifestaciones entre hace 50.000 y 40.000 años, anticipando el tránsito cultural mucho antes de lo que se pensaba. Hasta ahora, los primeros vestigios del Paleolítico Superior —conocidos como Auriñaciense y Châtelperroniense— se databan entre hace 43.000 y 40.000 años. El descubrimiento en Cueva Millán no solo adelanta las primeras evidencias de este cambio, sino que plantea la posibilidad de una convivencia más compleja entre neandertales y sapiens de la que se había asumido tradicionalmente.
Compartían una fabricación sofisticada de herramientas
Entre los elementos distintivos de esta nueva cultura destacan las técnicas de producción estandarizada de pequeños proyectiles de piedra, destinados probablemente a la caza, como indica el equipo investigador en el estudio publicado en Scientific Reports. Estos métodos sugieren un nivel de sofisticación técnica que, hasta ahora, se asociaba preferentemente a los humanos modernos. Sin embargo, en el caso de Cueva Millán, no se ha podido atribuir claramente los restos a una u otra especie, lo que abre la posibilidad de que los neandertales pudieran haber adoptado innovaciones culturales surgidas del contacto con los sapiens.

La coexistencia entre neandertales y Homo sapiens es un campo de estudio en constante evolución. Estudios genéticos recientes, como los liderados por Svante Pääbo —Premio Nobel de Medicina 2022—, han demostrado que los humanos actuales de origen no africano portan entre un 1% y un 2% de ADN neandertal, fruto de ese prolongado contacto. Sin embargo, la evidencia arqueológica de cómo se produjo esa interacción sigue siendo escasa y fragmentaria. Yacimientos como Cueva Millán ofrecen una oportunidad única para desentrañar no solo los modos de vida de estas poblaciones, sino también los procesos de transferencia cultural y tecnológica.
¿Fue la desaparición de los neandertales una sustitución abrupta o el resultado de una hibridación y una integración progresiva? Con cada hallazgo, los científicos se acercan a comprender mejor el mosaico complejo que dio forma a nuestros orígenes, en un continente donde, durante milenios, más de una humanidad caminó bajo el mismo cielo.