El asteroide Apofis, descubierto en 2004 y nombrado en honor al dios del caos de la mitología egipcia, capturó rápidamente la atención de la comunidad científica. Inicialmente, fue clasificado en el nivel 4 de la escala de Torino, una métrica que evalúa la amenaza potencial de impacto de asteroides contra la Tierra. Con sus 350 metros de diámetro, podría causar una devastación regional significativa en caso de colisión. Sus acercamientos más preocupantes se producirán en 2029 y 2036, momentos en los que pasará relativamente cerca de nuestro planeta. Aunque la escala de Torino llega hasta el nivel 10, reservado para colisiones catastróficas capaces de alterar la civilización, un nivel 4 ya implica un encuentro cercano que merece ser monitoreado de cerca.
Sin embargo, con el paso del tiempo y nuevas observaciones, los astrónomos han podido recalcular la órbita de Apofis con mayor precisión. Esto les permitió descartar por completo la posibilidad de un impacto en 2029, 2036 y, en una evaluación más lejana, en 2068. Aunque estos encuentros serán cercanos, ninguno supone una amenaza inmediata para la supervivencia humana. A pesar de este alivio, la naturaleza impredecible del espacio plantea siempre nuevas preguntas. La ciencia sigue vigilando estos objetos celestiales, pues la historia ha demostrado que los impactos astronómicos, aunque raros, pueden ser devastadores.
Un nuevo factor de incertidumbre: colisiones entre asteroides
Un nuevo estudio realizado por el astrónomo Paul Wiegert, de la Western University en Canadá, introduce una inquietante posibilidad. ¿Y si un asteroide más pequeño, uno demasiado diminuto para ser detectado por nuestros sistemas de vigilancia, chocara con Apofis y lo desviara hacia una trayectoria de colisión con la Tierra? Este trabajo, publicado en The Planetary Science Journal, destaca las limitaciones de nuestras capacidades actuales para rastrear todos los objetos cercanos a la Tierra. A menudo, los astrónomos detectan pequeñas rocas espaciales solo horas antes de que se acerquen o, en algunos casos, incluso después de su paso. Esto añade un grado de incertidumbre a la evaluación de riesgos relacionados con cuerpos celestes.
La probabilidad de un desvío catastrófico
Wiegert calcula que un pequeño asteroide de apenas 60 cm podría ser suficiente para alterar la órbita de Apofis, acercándolo más de lo previsto a la Tierra en 2029. Para que se produzca un impacto directo ese mismo año, la roca que lo desvíe debería ser algo mayor, alrededor de 3,4 metros de diámetro. A pesar de que este tipo de colisiones entre asteroides son raras, no son imposibles. Sin embargo, incluso en el improbable caso de que Apofis recibiera un golpe, este tendría que producirse en el ángulo correcto para dirigirlo hacia la Tierra. Según el estudio de Wiegert, la probabilidad de que esto suceda antes de 2029 es extremadamente baja, aproximadamente de 1 entre 2 mil millones.
Posibilidad de colisión post-2029
Las probabilidades aumentan ligeramente, a aproximadamente 1 entre un millón, si consideramos la posibilidad de que un pequeño objeto desvíe a Apofis y lo ponga en ruta de colisión después de 2029. Aunque este escenario es más probable que el anterior, sigue siendo muy improbable en términos absolutos. La posibilidad de una colisión futura con Apofis ha pasado de ser una amenaza inminente a una eventualidad que, si bien no se descarta por completo, parece altamente improbable en el corto plazo. Aun así, los astrónomos deberán seguir vigilando su trayectoria de cerca en las próximas décadas.
Wiegert sugiere que, cuando Apofis vuelva a ser observable en 2027, los telescopios podrán determinar si el asteroide ha sido desviado hacia la Tierra por un impacto previo. Sin embargo, la geometría actual entre Apofis, la Tierra y el Sol ha impedido que los científicos lo monitoreen desde mayo de 2021. Esto significa que no podremos saber con certeza si Apofis ha sido "empujado" hasta que se reanuden las observaciones dentro de tres años.