Malas noticias: vamos de camino a la extinción absoluta. Es un hecho, todas las señales apuntan a una catástrofe, pero parece que unas especies desaparecerán antes que otras. Una de ellas es precisamente la protagonista de un plato típicamente navideño, que este año ha alcanzado precios estratosféricos y podrías no volver a ver: las angulas, cuya pesca furtiva está fuertemente controlada por la Guardia Civil, lo que no impide que cada vez sean más escasas.
La angula, abocada completamente a la extinción
Hace ya años que se viene advirtiendo que la población de anguilas (la fase adulta de la angula) está en peligro de extinción por la explotación de la angula.
La IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, por sus siglas en inglés) lleva ya décadas pidiendo que se reduzca la pesca de angulas. Si bien consideran que la cuota debería ser cero, siempre han intentado ser realistas y simplemente pedían que se bajara al máximo posible.
No obstante, como es evidente con un producto de lujo, la especulación llega como negocio, igual que a todo. Cuanto menos producto hay, más caro es. Ahora mismo, una bandeja de 100 gramos va de los 80 a 150 euros de media, en función del tipo de angula. Esto lleva a un círculo vicioso donde se intenta conseguir más, lo que genera más escasez, lo que lleva a una subida de precios...
El problema está en que la extinción no obedece sólo a la pesca de la angula. Como puede verse en artículos sobre parasitología, una de las principales teorías en torno a la reducción de su población es el anguillicoloides crassus, un nematodo de complicada identificación (antes se hacía únicamente por necropsia, ahora con un análisis de ADN). Este parásito afecta a la vejiga natatoria de las anguilas, lo que complica su largo viaje desde el Mar de los Sargazos (al nordeste de Cuba, en el Atlántico Norte).
La única población de anguilas que existe parte desde una región desconocida del citado Mar de los Sargazos, para luego recorrer más de 6.000 kilómetros hasta las zonas donde son capturadas. Es por eso que un parásito que afecte a la vejiga natatoria y les impida flotar podría acabar con ese plato que tanto gusta en muchos hogares.