Basta echar un vistazo a la tumba de Napoleón en París para caer en la cuenta de cómo se le quería en Francia. Hablo en pasado ya que cuando se cumplieron 200 años de su muerte, en el país hubo un debate sobre la figura de este emperador, si todavía seguía siendo querido o se le recordaba como un tirano.
Sea como fuere, los engalanes con los que se le enterró en París no tiene parangón. Ni los Papas, que gozan de los mejores enterramientos, cuentan con tantos metros cuadrados para sus cuerpos corruptos por el tiempo y la propia muerte. Además, recientemente, el director Ridley Scott ha resucitado a este emperador en su película Napoleón, en la que el actor Joaquin Phoenix interpreta a Bonaparte.
Lo cierto es que la historia del pequeño corso, como era apodado, a pesar de no ser bajito (después desgranamos mejor este tema), nace desde una cuna más humilde de la que suele ser en el caso de personajes de tan tremenda talla. Lejos de ser un 'nepobaby', Napoleón descendía de una familia con posibles sí, su padre era abogado y diplomático, pero alejado de Versailles y la aristocracia europea, aunque luego sus hijos recibieron títulos reales de parte de su hermano, Napoleón, y tanto él como el resto de sus familiares, contrajeron nupcias con la realeza con la idea de proteger el imperio recién creado.
Napoleón Bonaparte era de Córcega, de ahí lo de corso, y mantuvo un francés con un claro acento italiano toda su vida. Lo cierto es que Napoleone di Buonaparte, como se llamaba antes de tener que afrancesar su nombre ya que el miosmo año que nació fue cuando Córcega fuese anexionada al territorio francés, tras ser comprada a la República de Génova.
De joven le gustaba estar solo para meditar y lo cierto es que sentía profunda aversión hacia los franceses, a quienes acusaba de ser los opresores de los corsos. En cuanto a su educación, a pesar de ser bueno en matemáticas empezó muy temprano su educación militar. Se puso a los mandos de Francia como Primer Cónsul en el año 1799, tras protagonizar el golpe de estado del 9 de noviembre, junto con otros. Ya en 1804 tras sufrir varios atentados e intentos de oposición, se convirtió en el emperador de Francia hasta 1814.
En esta ocasión no vamos a centrarnos ni en sus conquistas ni en sus batallas, ni si quiera aquellas que acabaron con su destierro, tampoco cuando llegó a Madrid, sino de los mitos, algunos ciertos, que se han iodo formando en torno a su persona:
La estatura de Napoleón es un mito persistente. Contrario a la creencia popular, Napoleón no era especialmente bajo. Medía alrededor de 1,68 metros, una estatura promedio para un hombre francés de su época. La confusión surge en parte debido a la diferencia entre las unidades de medida francesas y británicas de aquel tiempo.
También los historiadores señalan hacia otro motivo que alimentó este mito. La guardia real que lo acompañaba tenía como requisito medir entre 1,73 y 1,78, que en aquella época eran estaturas muy superiores para un hombre. Además, parte del uniforme de este cuerpo incluía un sombrero voluminosos que les hacía ganar aún más altura. Con la idea de imponer ante su llegada, quizá Bonaparte logró lucir más pequeño de lo que era ante la comparación de semejantes 'gigantes'.
Uno de los últimos deseos del emperador fue que extrajeran su corazón tras su muerte y se lo enviaran a su mujer. Tal cosa no se hizo, sin embargo, otros órganos de su cuerpo sí fueron extraídos e incluso viajaron por el mundo. Es el caso del pene, que fue extraído tras la autopsia ejecutada por el médico François Carlo Antommarchi, luego de su fallecimiento en 1821.
Desde entonces, el miembro circuló de mano en mano, convirtiéndose en un objeto codiciado como ningún otro e incluso fue colocado en exhibición en un museo en 1927. En concreto se expuso en el Museo de Artes Francesas de Nueva York tras ser adquirido por un coleccionista de Filadelfia llamado A.S.W. Rosenbach.
Allí, un periodista del Time incluso se atrevió a hacer una escueta 'review': "luce como la tira maltratada de un cordón". Mientras que otro colega de profesión prefirió referirse al miembro como una "anguila encogida".
En 1977, por 3.000 dólares un coleccionista se hizo con tal reliquia y es, precisamente, quien alimentó la leyenda en torno al tamaño del mismo. Desde entonces, ha permanecido en un sótano en Nueva Jersey perteneciente a los familiares del coleccionista y urólogo, aunque según insisten los investigadores, no hay ninguna prueba que vincule el material genético de la reliquia con el de los restos del último conquistador de Europa.
En segundo lugar, se cree a menudo que Napoleón traicionó los ideales de la Revolución Francesa. Sin embargo, su régimen consolidó muchas de sus reformas, como el sistema métrico, el Código Napoleónico y los ideales meritocráticos en el gobierno y el ejército.
Existe una leyenda de que Napoleón ordenó disparar a la nariz de la Esfinge de Giza durante su campaña en Egipto. No obstante, los dibujos realizados por su expedición científica muestran que la esfinge ya estaba dañada antes de su llegada.
Se critica a menudo al Código Napoleónico por limitar los derechos de las mujeres. Aunque el código estableció la autoridad del hombre en el hogar, también ofreció protecciones legales a las mujeres en asuntos de divorcio y propiedad.
Existe la teoría de que Napoleón fue envenenado con arsénico durante su exilio en Santa Elena. Sin embargo, estudios modernos sugieren que murió de cáncer de estómago.
La Batalla de Waterloo a menudo se ve como una derrota aplastante debido únicamente a los errores de Napoleón. Aunque cometió errores, factores como la habilidad táctica de sus oponentes y las condiciones climáticas también fueron cruciales.
Contrario al mito de que Napoleón despreciaba la educación, él fue un gran promotor de la educación pública, estableciendo el sistema de liceos en Francia y apoyando a diversas academias y universidades.
El fracaso de la campaña rusa de Napoleón a menudo se atribuye exclusivamente al invierno ruso. Sin embargo, los problemas logísticos, enfermedades, y la resistencia rusa también fueron factores clave.
El mito de que Napoleón no dejó un legado duradero es inexacto. Sus reformas legales, administrativas y militares tuvieron un impacto profundo en Europa y más allá, moldeando aspectos modernos del gobierno, la ley y la guerra.
Cada uno de estos puntos refleja cómo la figura de Napoleón ha sido distorsionada y simplificada a lo largo del tiempo, destacando la importancia de examinar las fuentes históricas para una comprensión más precisa de su vida y legado.
