El Telescopio Espacial James Webb (JWST), una maravilla tecnológica de la NASA, ha marcado un hito en la historia de la astronomía con el descubrimiento de dos de las galaxias más distantes conocidas hasta ahora, englobadas dentro del Cúmulo de Pandora, o Abell 2744. Destacan por su distancia a la Tierra, siendo la segunda y cuarta galaxias más distantes jamás observadas, según un equipo de investigadores que examinó recientemente la imagen.
Este descubrimiento no solo extiende los límites de nuestro conocimiento sobre la vastedad del universo, sino que también ofrece una visión inédita de las etapas más tempranas del cosmos. El hallazgo es notable porque desafía las ideas previas sobre la formación y estructura de las galaxias en el universo temprano.
Una de las características más sorprendentes de estas galaxias es su tamaño inusualmente grande. Además estas formaciones son aproximadamente tres veces más antiguas que la Tierra, según la edad de su luz.
Mientras que el universo temprano se creía más comprimido, una de estas galaxias se ha encontrado que es al menos seis veces más grande de lo esperado, con una extensión de alrededor de 2.000 años luz. Esto contrasta significativamente con el tamaño de la Vía Láctea, que mide aproximadamente 100.000 años luz de ancho.
El cúmulo está a unos 3.500 millones de años luz de distancia, pero magnifica las fuentes de luz más distantes (incluidas las dos galaxias en cuestión) gracias a las lentes gravitacionales, un fenómeno del que sabemos sacar partido. Las dos galaxias se encontraban entre las 60.000 fuentes de luz del cúmulo de Pandora, eran jóvenes, tenían pocos metales, se expandieron rápidamente y generaron estrellas activamente.
Utilizando datos espectroscópicos de última generación del JWST, un equipo internacional de investigadores, liderado por especialistas de la Universidad Estatal de Pensilvania, ha validado la distancia de estas antiguas galaxias, en un trabajo publicado en Astrophysical Journal Letters. Estas se destacan no solo por su tamaño, sino también por sus formas inusuales; una se asemeja a un cacahuete y la otra a una bola esponjosa, lo que contrasta con la apariencia de puntos rojos que suelen tener las galaxias confirmadas a esta distancia.
La luz de estas formaciones nos brinda una perspectiva única del pasado distante, habiendo viajado una distancia impresionante de casi 33 mil millones de años luz para llegar a la Tierra. Los científicos estiman que la luz fue emitida cuando el universo tenía apenas unos 330 millones de años. Sin embargo, debido a la continua expansión del universo, las galaxias se encuentran ahora mucho más alejadas de lo que estaban en el momento de emitir esa luz.
"Se sabe muy poco sobre el universo temprano, y la única manera de aprender sobre esa época y probar nuestras teorías sobre la formación y el crecimiento de las galaxias tempranas es con estas galaxias muy distantes", dijo el primer autor Bingjie Wang, investigador postdoctoral en Penn State.