La sirena momificada, o conocida más popularmente como ‘sirena de Fiji’, es un misterio que ha mantenido a la comunidad científica fascinada desde su descubrimiento en la década de 1840, cuando el inventor de circo P.T. Barnum la compró y comenzó a investigar la naturaleza tan extraña de esta particular "momia". Casi dos siglos después, una nueva investigación por parte de la Universidad del Norte de Kentucky nos permite vislumbrar mejor qué incógnitas se esconden detrás de este ser.
¿Cuál es el origen de la sirena momificada de Japón? Una nueva investigación arroja más datos
La historia de la sirena momificada de Japón se remonta a prácticamente mediados del siglo XIX, cuando P.T. Barnum la adquirió en una gran compra a un pescador.
El inventor de circo se la llevó desde tierras japonesas hacia Reino Unido, lugar en el que tuvo una breve estancia para más tarde partir de nuevo hacia los Estados Unidos y ser exhibida en un museo de Nueva York.
Según los documentos de los que se tiene constancia, la sirena de unos 29 centímetros de largo fue capturada presuntamente cerca de las Islas Fiyi (de ahí su nombre), en el Pacífico Sur, y ha permanecido desde 1842 en Estados Unidos, aunque algunos afirman que el ejemplar que conocemos en la actualidad no es el mismo que fue extraído de las aguas de Japón hace casi dos siglos, pues se sabe que se fabricaron varias réplicas y variaciones de este ser. Hay quienes creen que la original se perdió para siempre en uno de los incendios que destruyeron las colecciones de Barnum en la década de 1860...
El Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard tiene la que consideran la sirena original, como puede apreciarse en este vídeo realizado hace algunos años:
Recientemente, una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad del Norte de Kentucky arrojó luz sobre este mítico ser, y es que gracias a la tecnología de los rayos X, realizando radiografías y tomografías computarizadas, la composición de la sirena momificada dejó en claro su naturaleza: se trata de una mezcla de distintas partes entre un salmón, un mono y una iguana, algo de lo que ya se sospechaba y que sin duda hace hincapié en la similitud de este ser con el monstruo de Frankenstein.
El líder del proyecto que ha investigado a la sirena es Joseph Cress, radiólogo de la Universidad del Norte de Kentucky. Cress explicó a WordsSideKick que la investigación inicial descubrió que la momia parece estar hecha de la cabeza y el torso de un mono cosidos al cuerpo decapitado de un pez, mientras que las manos de la supuesta "sirena" son en realidad patas con garras de un lagarto, probablemente un dragón de Komodo.
"Los escaneos también revelaron un par de estacas de madera dentro de los restos, una que va desde la cabeza hasta la cola y otra a lo largo de los omóplatos, que presumiblemente se agregaron para mantener intacta a la criatura", explicó Cress.
Los investigadores están tratando de reconstruir un modelo más detallado de la sirena y sus partes individuales a partir de sus escaneos. Una vez que estos modelos estén completos, el equipo de la investigación planea enviarlos a zoológicos y acuarios para ayudar a identificar los componentes a nivel de especie.
La teoría de la procedencia de la ‘sirena de Fiji’
Curiosamente, la ‘sirena de Fiji’ no es la única sirena momificada que ha sido sometida a escáneres intensivos. En marzo de 2022 los investigadores analizaron un espécimen similar a este que fue desenterrado de una caja oculta en un templo japonés. Al principio se esperaba que esta sirena también fuese un híbrido entre un mono y un pez, pero los escaneos revelaron que estaba hecha predominantemente de tela, papel y algodón, pintada con arena y carbón y unida por alfileres de metal.
Sea como fuere, ambas sirenas estudiadas se parecen a los 'Ningyo', un yōkai inspirado en un pez del folclore japonés con cabeza de humano. Según la mitología, una mujer vivió 800 años después de comerse una de estas bestias ficticias, por lo que las criaturas se convirtieron en un símbolo de longevidad.
Las teorías apuntan, tal y como explicaron desde el portal Live Science, a que los pescadores de la época tal vez realizasen brebajes crípticos para venderlos después a personas ricas con el deseo de prolongar sus vidas. Naturalmente, no hay evidencias de que estas sirenas sean fruto de la naturaleza, sino más bien de la manipulación del hombre.