Dragon Quest III no es un juego cualquiera. A fin de cuentas, estamos hablando de uno de los JRPG más importantes de la historia, una obra de una importancia capital brutalmente adelantada a su época que desató una auténtica locura colectiva en Japón y que ha servido como referente y fuente de inspiración para muchos títulos que llegarían a posteriori. Una aventura mayúscula que se lanzó originalmente en 1988 para Famicom y que a día de hoy sigue costándonos concebir que semejante obra fuese posible en aquel entonces en una consola de 8 bits tan limitada.
Un nuevo remake de un clásico tan legendario como imprescindible para los amantes del rol japonés
Detalles como su ciclo de día y noche y la forma en la que afectaba al mundo del juego, su innovador sistema de clases, la forma en la que estructuraba la exploración de su mundo, el tremendo giro argumental que se da en el último tercio y en su final (unos spoilers que ahora se usan para promocionar el juego y que pueden no parecer gran cosa, pero que en su día causaron un impacto brutal, especialmente para los jugadores que habían jugado las dos entregas anteriores) y muchas más cosas hicieron de esta una aventura legendaria que merece el mayor de los respetos.
Por desgracia, en Europa nunca pudimos vivir de primera mano su impacto en la industria, ya que es un título que permaneció inédito en nuestro territorio hasta 2014, cuando se lanzó una versión para móviles basada en su remake para Super Famicom.
La buena noticia es que Square Enix se niega a olvidarse de este clásico y este año lo ha traído de vuelta con un nuevo y precioso remake con gráficos HD-2D que ha permitido que toda una nueva generación de jugadores descubran su leyenda.
Como remake, sorprende para bien que la compañía haya decidido mantenerse fiel a su esencia original. Sí, incluye montones de mejoras de calidad de vida de todo tipo que hacen que la experiencia sea mucho más agradable, accesible y disfrutable que nunca, pero las bases y su estructura siguen siendo las del juego original, con todo lo que ello implica, como la presencia de batallas aleatorias, una historia muy sencillita, la necesidad de pararnos a entrenar para fortalecernos en ciertos momentos o un sistema de combate por turnos lo de antes.
Un delicioso aroma clásico que os va a enamorar a poco que echéis de menos los JRPG de antaño, unos tiempos donde todo era más sencillo y lo que primaba era la sensación de estar viviendo una gran y épica aventura en la que tenemos mucha libertad para afrontar los retos que nos esperan y donde la dificultad está por encima de la media para hacer de cada una de nuestras victorias un triunfo.
Sumadle el incuestionable encanto de Dragon Quest como saga, los fantásticos diseños de Akira Toriyama, el magnífico trabajo que se ha hecho con sus nuevos gráficos HD-2D, su sobresaliente banda sonora orquestal, su divertido sentido del humor y una traducción maravillosa al español (esta es la primera vez que se traduce oficialmente esta entrega a nuestra lengua) y tendréis una obra que no debe faltar en vuestras estanterías a poco que os apasione el género y añoréis su vertiente más clásica.