Ya queda muy poco para disfrutar de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, que se pondrá a la venta el 12 de mayo, y que como os contamos en nuestras impresiones, tiene una pinta espectacular. Para hacer más llevadera la espera, cada día de aquí hasta su lanzamiento vamos a repasar un juego de la saga, desde los más recientes hasta los más antiguos.
The Legend of Zelda: The Minish Cap (2004)
A veces lo pasamos por alto, pero varios de los The Legend of Zelda diseñados para consolas portátiles más recordados surgieron fruto de una alianza entre Nintendo y Capcom, responsables de sagas tan icónicas como Street Fighter, Monster Hunter, Resident Evil, Mega Man y Devil May Cry, entre otras. La colaboración entre ambas compañías japonesas comenzó con The Legend of Zelda: Oracle of Ages y The Legend of Zelda: Oracle of Seasons para la veterana Game Boy Color, dos títulos que fueron tan bien recibidos que, años más tarde, volvieron a trabajar juntas para lanzar The Legend of Zelda: A Link to the Past & Four Swords en Game Boy Advance.
The Legend of Zelda: The Minish Cap, el videojuego que hoy nos ocupa, fue la última entrega de la serie que desarrolló Capcom -más concretamente Flagship, un estudio independiente vinculado a la desarrolladora nipona- bajo la supervisión de la Gran N. Dentro de la cronología que podemos consultar en el libro Hyrule Historia, The Minish Cap consta como una secuela de The Legend of Zelda: Skyward Sword y, a su vez, una precuela de Four Swords, así que se trata ni más ni menos que de una obra imprescindible para comprender la fundación del reino de Hyrule y otros detalles ligados al origen de la leyenda de Zelda.
Una aventura en miniatura
Una tendencia que lleva arrastrando la franquicia Zelda desde sus inicios es la de introducir mecánicas únicas o gimmicks en cada una de sus entregas para diferenciarlas entre ellas. Si en The Legend of Zelda: Ocarina of Time la gimmick era poder viajar en el tiempo y en The Legend of Zelda: Majora's Mask adoptar las habilidades de otras razas mediante las máscaras, en The Minish Cap la novedad residía en que Link podía reducir su tamaño hasta el punto de convertirse en un ser diminuto. El héroe hyliano era capaz de acceder al enano mundo de los Minish, una raza minúscula, tras cruzar una serie de portales repartidos por toda la extensión del reino que le servían para adoptar su tamaño.
Esta idea tan original fue ejecutada de manera ejemplar y aportó un soplo de aire fresco a las aventuras de Link y Zelda en dos dimensiones al permitirnos acceder a muchos lugares que, de otra manera, serían completamente inaccesibles y, por tanto, imposibles de explorar. Además, esta dinámica de manejar a Link en su tamaño normal y en su "tamaño Minish" aportaba contrastes muy divertidos. Vencer a un enemigo recurrente en nuestra forma normal podía llegar a ser pan comido, pero la cosa se complicaba hasta unos niveles insospechados cuando nos enfrentábamos al mismo ser tras disminuir nuestra estatura, mientras que cruzar obstáculos como un charco suponía todo un reto si éramos pequeños y un paseo en el caso contrario.
Una magnífica aventura de bolsillo
The Minish Cap no solo consiguió sacar pecho gracias a su jugabilidad, sino que también aprobó con nota en los apartados más difíciles, como la historia o el diseño de las mazmorras. La aventura que propone sigue a pies juntillas el esquema que cabe esperar de un Zelda en 2D: Link debe visitar las diversas áreas del reino de Hyrule para adentrarse en cuatro calabozos y hacerse con los cuatro elementos -tierra, fuego, agua y aire-, los cuales le serán de gran ayuda para frustrar los planes del malvado Vaati y rescatar a la princesa Zelda. Sin embargo, la grandeza del título reside en cómo fue capaz de condensar todos los elementos característicos de la serie en un cartucho de GBA.
El reino de Hyrule que visitamos en The Minish Cap es considerablemente más pequeño que el otras entregas, pero cada metro cuadrado está aprovechado al máximo, algo que se traduce en que cada zona alberga más secretos y desafíos de lo que podría parecer en un principio. Desde luego, la decisión de diseñar un mapa más condensado -pero no por ello menos completo- nos pareció todo un acierto al tratarse de una entrega dirigida a una consola portátil.
Un portento técnico en GBA
No queremos despedirnos de The Minish Cap sin recordar lo maravillados que nos dejó su estética pixel art. El apartado técnico de esta entrega sobresalió por su hermosa, variada y colorida paleta de colores, además de por la tremenda fluidez a la que funcionaba. En definitiva, The Minish Cap es toda una joya atemporal que ofrece un viaje con un ritmo trepidante y repleto de sorpresas que cualquier jugador que tenga la saga en alta estima debería experimentar.
A continuación podéis consultar los anteriores artículos de nuestra cuenta atrás hasta Tears of the Kingdom:
- The Legend of Zelda: Link's Awakening (2019)
- The Legend of Zelda: Breath of the Wild (2017)
- The Legend of Zelda: A Link Between Worlds (2013)
- The Legend of Zelda: Skyward Sword (2011)
- The Legend of Zelda: Spirit Tracks (2009)
- The Legend of Zelda: Phantom Hourglass (2007)
- The Legend of Zelda: Twilight Princess (2006)
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