Para muchos, una de las peores películas de la historia. Para otros, un clásico de culto. Para quienes trabajaron e invirtieron en ella, un auténtico descalabro. Ante el estreno de Super Mario Bros. La película, la cinta de animación de Nintendo e Illumination que en esta casa nos ha gustado mucho (aunque la crítica no es unánime), queremos recordar la otra producción basada en la saga de videojuegos más reconocida: Super Mario Bros., el filme de 1993, que fue la primera adaptación live action de un videojuego.
Una película con tonos contradictorios, con pizcas de comedia y escenas orientadas al público infantil, y un envoltorio oscuro, macarra e incluso psicotrópico.
Ambientada en un Mundo Champiñón postapocalíptico, la idea era adaptar el exitoso videojuego de NES, Game Boy y Super Nintendo en una comedia "subversiva" inspirada en Los Cazafantasmas y El mago de Oz. ¿El resultado? Un batacazo de crítica y taquilla: costó entre 42 y 48 millones de dólares, y recaudó en todo el mundo menos de 39 millones.
La aventura de los hermanos Mario Mario y Luigi Mario
Se esté más o menos de acuerdo, la vara de medir la calidad de una adaptación de videojuego al cine o a la televisión suele pasar por lo fidedigna al producto original que es la obra. Super Mario Bros. directamente rompe esa vara con un argumento, una estética y un guion que es una auténtica locura.
La película comienza contándonos cómo el meteorito que impactó contra la Tierra hace 65 millones de años provocó que el universo se dividiera en dos dimensiones; los dinosaurios supervivientes del colapso planetario huyeron a la nueva dimensión, y con el tiempo, evolucionaron a una raza humanoide que acabó fundando Dinohattan. De vuelta a Manhattan, y al año 1973, se nos muestra cómo alguien deja en un orfanato una piedra y un gran huevo, del que nace un bebé.
Veinte años después, se nos presenta a los hermanos Mario Mario y Luigi Mario, dos fontaneros de Brooklyn acosados por una empresa de construcción mafiosa. En esas que conocen a Daisy, una arqueóloga que no tarda en ser secuestrada por Iggy y Spike, secuaces del rey de la otra dimensión, Koopa. En su cautiverio en Dinohattan, una urbe oscura, metálica y rodeada de las esporas de los champiñones, la muchacha descubre que desciende de dinosaurios, en concreto del rey y la reina destronados por el villano de la historia.
Como no podía ser de otra manera, los fontaneros acuden al rescate de la princesa con el apoyo de Toad, un guitarrista convertido en un Goomba, que aquí es una suerte de dinosaurio semihumano. Si bien Koopa, con la ayuda de su novia, consigue su objetivo de fusionar ambos mundos, pero Mario, Luigi y Daisy le paran los pies gracias al uso de unas armas que permiten desvolucionar al objetivo. Todo tal y como se nos ha contado en los juegos de Mario, vaya.
Un casting de aúpa difícil de tratar
A los personajes de esa trama sin pies ni cabeza les da vida una serie de actores que, o bien eran muy conocidos en su día, o bien han alcanzado la fama posteriormente. A Mario lo interpreta Bob Hoskins, a quien conocemos de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Mona Lisa y El largo viernes santo. John Leguizamo, Luigi, que saltó a la fama tras este filme, lo hemos visto en A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newma, Moulin Rouge!, John Wick y El Menú.
Samantha Mathis, que posteriormente aparecería en American Psycho y El castigador, es la princesa Peach. Koopa no es otro que Dennis Hopper. El actor de Rebelde sin causa, Apocalypse Now, Caído del cielo y Terciopelo azul fue quien acabó más de vueltas con la película, que posteriormente ha considerado lo peor que le ha pasado en su carrera; no en vano, en principio iba a ser una producción de cinco semanas que se alargó hasta las 17. Hoskins se ha pronunciado en términos similares, y ha admitido que antes de los rodajes y entre escenas le daba a la petaca junto a Leguizamo.
Si el casting final es espectacular, esperad a leer los nombres que se plantearon en un primer momento. Tanto Dustin Hoffman como Danny DeVito sonaron para ser Mario, y el papel de Luigi se le iba a ofrecer a Tom Hanks, pero esto no llegó a ocurrir por varios descalabros en taquilla del actor. La película probablemente habría sido aún más emblemática si Arnold Schwarzenegger o Michael Keaton hubieran aceptado interpretar a Koopa, como se les ofreció.
¿Pero qué ocurrió para que estas estrellas aceptaran participar en una película con tal argumento? Pues, precisamente, que ese argumento no es por el que firmaron.
Un guion convulso con cambios de dirección
El primer guion de la película, el que se presentó a Nintendo, tampoco era precisamente fiel al videojuego. Estaba escrito por Barry Morrow (Rain Man), y era un drama sobre Mario y Luigi en un road trip existencial a lo largo del Reino Champiñón. El productor, Roland Joffé, se dio cuenta de que no iba a ser una gran idea, así que pasó el testigo a Jim Jennewein y Tom S. Parker, quienes idearon una historia con temas similares a los de Shrek: una subversión y sátira de las historias de hadas que se centraba en la relación entre Mario y Luigi.
Esa historia se le iba a entregar al director Greg Beeman (Papá Cadillac), pero tras el fracaso de Mamá y papá salvaron al mundo se descartó; en ese momento también se ofreció el guion a Harold Ramis, coguionista de Los Cazafantasmas, que rechazó el ofrecimiento. Finalmente se eligió a Rocky Morton y a Annabel Jankel, un dúo de directores casados, y quienes tenían unos referentes que, como después se demostró, no casaban demasiado con Super Mario: el tono y la exageración de Tim Burton.
Por si fuera poco, los productores, Joffé y Jake Eberts, encargaron al matrimonio que la cinta mezclara la comedia y la extrañeza de Los Cazafantasmas, que tuviera el tono oscuro de Batman (1989) y Tortugas Ninja (1990), y que estuviera inspirada por Mad Max, La Jungla de Cristal y Blade Runner (esto último no fue difícil, como comprobaréis más adelante). Casi nada.
Al final, el guion de Jennewein y Parker también fue descartado en favor de la historia con un tono más adulto y feminista de Dick Clement e Ian La Frenais, un dúo británico centrado en comedias de situación británicas. Este guion es el que firmaron los actores, el que hizo que se comprometieran con la producción. Sin embargo, a unas semanas del inicio del rodaje, Disney se convirtió en la distribuidora del filme. Los productores, con la presión de la casa del ratón y sin avisar ni a actores ni a directores, hicieron caso a las indicaciones de la empresa.
La película, según Disney, se había desviado demasiado de su público objetivo, y los efectos especiales planteados eran demasiado caros. Por ello se retiró del proyecto a Clement y La Frenais para sustituirlos por los guionistas Ed Solomon y Ryan Rowe, quienes volvieron a retocar el libreto para hacer una historia más familiar y con efectos más asequibles (aun así, se llegaron a rodar escenas con contenido sexual explícito y strippers que, por supuesto, se eliminaron). La situación provocó que casi se marcharan los directores, pero se quedaron pensando que podrían materializar su visión durante la producción.
Solomon hizo aún más cambios en el guion, y Bennett y Runté (los que querían dar un tono entre oscuro y de comedia) fueron recontratados para añadir aún más retoques. Tras este trabajo, Solomon sería guionista de Men in Black, Los Ángeles de Charlie y Ahora me ves... Así, con una mezcla de referencias disparatadas y una historia siempre cambiante, se creó una película que pretendía ser una precuela; la intención era que diera la sensación de ser el material original sobre el que Nintendo había creado los videojuegos.
¿Y cómo permitió Nintendo este disparate?
Conociendo a la Nintendo actual, tan protectora con cada una de sus licencias, uno se plantea cómo esto pudo llegar a ocurrir. Pero el caso es que la Nintendo de antes no era así, y de hecho, no confiaba en que Mario pudiera dar el salto a la gran pantalla de manera exitosa (no en vano, era la primera adaptación live-action de un videojuego), por lo que se desentendieron casi totalmente.
Todo comenzó cuando el productor Roland Joffé, que trabajaba para la pequeña productora Lightmotive, se preguntó cómo era posible que no hubiera una película de ese Super Mario. tan exitoso. Así que llegó a Nintendo, comentó la idea, y como los japoneses admitieron que no iban a hacer ellos la película, Joffé llegó a un acuerdo con el mismísimo Hiroshi Yamauchi, entonces presidente del ente nipón.
Yamauchi dio el visto bueno al primer borrador del guion y cedió al personaje por dos millones de dólares, una cantidad que hoy se consideraría ridícula, pero había letra pequeña: Nintendo mantendría los derechos por el merchandising que se produciría de la película. Lo que si planteó la empresa es por qué iban a ceder Super Mario a una pequeña productora en vez de a un gran estudio, a lo que Joffé convenció argumentando que así tendrían más control sobre la cinta. El productor ha afirmado que Nintendo nunca se interesó por lo que ocurría con el rodaje, y que nunca le llamaron, ni siquiera para quejarse del resultado.
Un fracaso con influencia en el futuro
Sí, es cierto que el argumento, el guion y la actuación son desastrosos, pero Super Mario Bros., separándola del videojuego y ubicándola a principios de los 90, es espectacular tecnológicamente. Eso se ve desde el mismo escenario, la recreación de Dinohattan. No en vano, es obra del diseñador de producción David Snyder, de Blade Runner y Battlestar Galactica.
Snyder también fue responsable de que se mezclaran personajes reales con elementos 3D. Hubo muchísimos animatrónicos, criaturas diseñadas siguiendo la inspiración de Beetlejuice: dinosasurios, los Goomba y un Yoshi que requería ser operado por decenas de personas, que costó medio millón de dólares y que logró que el equipo de Jurassic Park se pasara por el set de rodaje para alabarlo. Por si fuera poco, se introdujeron técnicas de efectos especiales digitales totalmente innovadoras que marcarían el rumbo del cine en los años posteriores.
¿Dónde se puede ver la película original de Super Mario?
Por mucho que sea una mala película, y probablemente la peor adaptación al cine de un videojuego jamás hecha, es una experiencia que, aunque sea solo por las risas y para admirar sus valores de producción, merece la pena ver. Lamentablemente, no está disponible en ninguna plataforma de streaming o alquiler digital en España, pero se puede encontrar en DVD en tiendas como Amazon por menos de diez euros. Además, hace un par de años se difundió en The Internet Archive una versión nunca publicada con 25 minutos extra, The Morton Jankel Cut, con escenas inéditas que fueron recortadas en una mesa de edición a la que, en muchas ocasiones, no dejaban entrar al propio director.