Durante la tarde del jueves 8 de diciembre supimos que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos llevará a los tribunales la propuesta de compra de Activision Blizzard y King por parte de Microsoft para intentar bloquear la adquisición. Ese mismo día, Phil Spencer, director ejecutivo de Microsoft Gaming, declaró en el podcast Second Request que la estrategia de PlayStation es crecer a costa de "hacer Xbox más pequeña".
"Sony está intentando proteger su dominio en las consolas", dice el CEO en las declaraciones recogidas por VGC. "La manera en la que crecen es haciendo Xbox más pequeña. [Sony] tiene un punto de vista diferente a la industria al que tenemos nosotros. No publican sus juegos en PC en el estreno y no ponen sus juegos en su suscripción cuando lo estrenan".
La adquisición de Activision Blizzard y King convertiría a Microsoft en una de las compañías con un volumen de negocio más grande en el sector, aunque todavía por detrás de la japonesa Sony y de la china Tencent. Sin embargo, son los creadores de PlayStation los que más han luchado para evitar la adquisición, entonando declaraciones a los medios de comunicación y argumentando ante los organismos antimonopolio de distintos países. Spencer asegura que Sony es "uno de los principales opositores al acuerdo [de compra]".
La argumentación del organismo antimonopolio estadounidense
La Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos lanzó el jueves varios argumentos sobre por qué quieren bloquear la compra. Dicen que los juegos de Activision Blizzard y King tienen 154 millones de usuarios mensuales (por ofrecer contexto a la cifra, según datos de 2020, se conectan 90 millones de usuarios a Xbox Live al mes) a través de consolas, ordenadores, móviles y tabletas desde los que juegan a Call of Duty, Candy Crush, World of Warcraft y otros títulos.
Microsoft, según la FTC, tendría la potestad de obligar con el tiempo a esos usuarios a que tengan que pasar con los servicios de Xbox para jugar. Da varias posibilidades a esto: haciendo esos juegos exclusivos, haciendo los juegos más caros fuera del ecosistema de Xbox, y/o degradando la calidad de esos títulos en plataformas ajenas.
También apuntan al dominio actual de Microsoft Gaming en el naciente mercado de las suscripciones a catálogos y al juego en la nube, y el supuesto daño que podría tener la formalización de la adquisición en la innovación y en la competencia en ese mercado.