La evolución paralela: el libro que relaciona positivamente la biología con los juegos

El ensayo del bioquímico Erik Aostri publicado por Star-t Magazine Books va de la zoología a la astrobiología repasando estas ciencias construyen los mundos de Pokémon, Mass Effect, Bioshock y otros.
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Habitualmente, la aproximación de los jugadores y los estudiosos a la representación de la ciencia en los videojuegos no se hace desde un ángulo positivo, sino más bien crítico: resaltando las equivocaciones, las licencias, las cosas irreales que dan vida a los mundos ficticios que exploramos en el ocio interactivo.

La evolución paralela: La biología aplicada en los videojuegos, el ensayo del bioquímico Erok Aostri publicado por Star-T Magazine Books, hace justo lo contrario. Consciente de la existencia de esos fallos, de esas patadas que dan a los estudios científicos los creadores de videojuegos (y del cine, y de las novelas, y de cualquier ficción), el libro repasa los aciertos, cómo obras populares basan sus mundos y hasta sus propuestas jugables en distintos campos de la biología.

La evolución paralela: La biología aplicada en los videojuegos
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Biología y videojuegos

Así, desde la zoología a la astrobiología, pasando por la fisiología, la genética, la microbiología, la parasitología y la biotecnología, se divulga sobre estas disciplinas utilizando como hilo conductor los videojuegos que tan bien conocemos: Pokémon, Bioshock, Metal Gear Solid, Fallout 3, The Last of Us, Cyberpunk 2077, Mass Effect, Prey y otros tantos.

A lo largo de sus 236 páginas se centra en enseñarnos lo básico sobre esas ciencias, todo ello con, salvo ciertas notas al pie muy necesarias, términos que recordaremos o al menos nos sonarán de las clases de Conocimiento del medio, de Ciencias del mundo contemporáneo y otras asignaturas no especializadas de etapas previas a la Universidad; con esto queremos decir que es una lectura ágil y comprensible que no se pierde en tecnicismos que supongan una barrera para los neófitos.

Pokémon Espada y Escudo

Pero mientras hace eso (la divulgación sobre distintas ramas de la biología) también nos hace comprender mejor el trabajo que hay detrás de la construcción de los mundos de videojuegos, de la inspiración científica detrás de mecánicas de juego, de las miradas a futuro basadas en la ciencia reciente que dan pie a conceptos futuristas que plagan los universos de ciencia ficción jugables como antaño plagaron las novelas y el celuloide.

¿Cuánto se parece ese proceso de evolución de Spore al que las especies, en concreto la humana, han vivido? ¿Hasta qué punto se ha fijado Game Freak en los ecosistemas reales para representar regiones Pokémon como Kanto y Alola? ¿Hay realidad en los conceptos de microorganismos y células que dan forma a las ficciones de Parasite Eve y Bioshock? ¿Cuáles son los fundamentos detrás de los virus de Resident Evil y The Last of Us?

Fallout 3

¿Será posible un avance biotecnológico como el que se representa en Cyberpunk, Deus Ex y hasta en Halo? Y por supuesto, ¿qué hay más allá de las estrellas? ¿Hasta qué punto puede haber hombrecillos grises como los de Destroy All Humans!, formas de vida parasitarias como las de Prey, o una plétora de especies inteligentes repartidas a lo largo y ancho del universo como en Mass Effect?

Las respuestas que se dan a esas preguntas no tienen el objetivo de decir "qué bien se han documentado para este juego" o "vaya licencias más alocadas se han tomado para este otro", sino simultáneamente enseñarnos sobre biología, recordar ciertos conceptos que quedaron olvidados desde que nos sentábamos en pupitres verdes, hacernos sentir más aprecio por la labor de la creación de mundos ficticios, y dejar claro que, como dice el propio Aostri: "[...] la ciencia acaba asomándose a la cultura porque forma parte de ella".

Fran G. Matas

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