La escasez global de chips está afectando de pleno a la industria tecnológica en general y a la de los videojuegos en particular, ralentizando la fabricación de consolas como PS5, XSX o Nintendo Switch y a la distribución en las tiendas tanto de estas plataformas de juego como de tarjetas gráficas o procesadores para PC.
A pesar de que poco a poco parece que esta escasez de chips comienza a ser menos grave el problema parece haber llegado para quedarse durante mucho tiempo o, al menos, esto es lo que asegura Pat Gelsinger, presidente de Intel que apunta a que esta falta de chips durará más tiempo del esperado y que su fabricación no podrá satisfacer la demanda actual hasta el 2023.
"Mientras espero que la escasez de chips toque fondo durante la segunda mitad del año, llevará uno o dos años que la industria pueda atender completamente la demanda", comenta Pat durante la conferencia de resultados del segundo trimestre del año de Intel antes de sacar pecho de las nuevas fábricas que Intel está construyendo en "Oregon, Arizona, Irlanda e Israel, con las que estamos invirtiendo para el futuro mientras que tomamos medidas hoy para encontrar formas innovadoras de ayudar a mitigar las limitaciones de la industria".
Un problema con varios frentes abiertos que afecta incluso a videojuegos
La crisis mundial de semiconductores tiene varios frentes abiertos, comenzando por un parón en las fábricas a principios del 2020 provocado por la pandemia retrasando la creación de chips a lo que hay que sumar una mayor demanda de ordenadores y productos tecnológicos en la actualidad (precisamente también por la pandemia).
Por si fuera poco a esto tenemos que sumarle un encarecimiento en los precios del transporte y, en el caso de las tarjetas gráficas, el aumento de la minería de criptomonedas, provocando un cóctel que afecta de diversas formas a la industria.
En el caso de las GPU para jugar hemos visto como su precio se ha disparado de forma irracional, algo que por suerte ha comenzado a cambiar mientras que si miramos a las consolas, tanto Sony como Microsoft y Nintendo están fabricándolas a un ritmo menor del esperado por la falta de chips, dificultando su compra al llegar pocas unidades a las tiendas. De hecho, incluso algunos videojuegos se ven afectados ya que por ejemplo Square Enix ha admitido que la escasez de chips ha provocado que tengan más dificultades a la hora de poder añadir centros de datos y servidores a la red de Final Fantasy XIV que está viviendo un crecimiento notable de jugadores durante los últimos meses.