Lionhead es un estudio mítico. El equipo inglés, fundado por Peter Molyneux, Mark Webley, Tim Rance y Steve Jackson, se hizo famoso por su saga Black & White, pero quizás es más recordado en la actualidad por su trabajo en la creación de Fable. Por todos es sabido que la última entrega de esta saga, Fable Legends, fue el fin del estudio, pero antes de embarcarse en el camino que los llevaría a su cierre, barajaron otras ideas muy interesantes.
Si os acordáis, después de Fable III Lionhead comenzó a explorar otras posibilidades con la marca. Suponemos que el objetivo era ampliar su público y dar a conocer la saga a nuevos jugadores que pudiesen atraer de cara a la cuarta entrega. Como estudio de Microsoft, el estudio tuvo que adaptarse a las peticiones de la compañía, con proyectos como Fable Heroes, un título de acción centrado en ofrecer una experiencia más familiar, y con Fable: The Journey, una aventura para Kinect, pero tras éstos estaba claro que ya era el momento de hacer una nueva entrega principal.
Lionhead decidió así hacer dos proyectos. Uno sería una revisión del título original, bajo el título de Fable: Anniversary; el otro sería la cuarta entrega. Los ingleses sabían que con un cambio generacional tenían que hacer algo nuevo y sorprendente, y que no serviría con hacer simplemente otro juego que fuese "más Fable". Las ideas comenzaron a volar, y al final se centraron en dos.
La primera era un Fable victoriano con un toque steampunk, pero ésa es una historia para otro día. Hoy nos vamos a centrar en otro, cuyo nombre en clave era Justice, y que llevaba la saga hasta el presente. Algo curioso sobre este título es que nació a finales de los 2000 como un juego original para Xbox 360, sin conexión a ninguna saga, pero se descartó y se quedó en el limbo.
En un principio, Justice iba a ser una apuesta por la acción, y Lionhead iba a cambiar totalmente de terreno para hacer un juego de disparos en primera persona. Era la época en la que los títulos de acción dominaban el mercado, por lo que no es sorprendente que cualquier estudio coqueteara con el género.
La historia nos llevaría hasta un futuro cercano un tanto distópico, en una Nueva York no menos distópica, e iba a tratar sobre un personaje que había sido condenado por un crimen horrible, pero que también había perdido la memoria, así que no sabía si era inocente o culpable. Nuestro protagonista escaparía y acabaría convirtiéndose en un fugitivo, perseguido por la policía.
La clave, que lo diferenciaría de otros shooters y le daría ese toque de Lionhead, es que la verdad la decidiríamos nosotros, inconscientemente, con nuestras acciones. En función de cómo jugásemos, nuestro personaje sería culpable o inocente al final del juego. Por ejemplo, si intentábamos jugar de manera pacífica, sin muertes innecesarias, evitando la violencia y tomando ciertas decisiones benévolas, al final descubriríamos que éramos inocentes. Si por el contrario hacíamos justo lo opuesto, la conclusión nos marcaría como culpables.
Sobra decir que el juego no nos diría esto, y que sería tras terminarlo y comparar nuestra historia con la de otros jugadores cuando nos daríamos cuenta de esta mecánica. Molyneux afirma que Lionhead no estaba completamente convencido de este proyecto, y que para el estudio eso no era suficiente para trabajar en él. Tras apenas un mes de trabajo y un pequeño prototipo jugable, decidieron pasar página.
Cuando, algunos años después, el estudio decidió reimaginar la saga Fable, decidieron recuperar el concepto de Justice. La idea original ya iba a tener escenarios abiertos y un sistema de identidad que te permitía escribir tu propia historia, por lo que, siendo honestos, el núcleo era bastante similar al de otras entregas de la saga. La ambientación, en efecto, no tenía nada que ver, pero eso podría ser algo bueno.
No hay muchos detalles de cómo habría cambiado el concepto. Parece obvio que dejaría de ser un shooter en primera persona para pasar a ser un juego de aventuras con disparos en tercera. También se acercó más al presente en términos de ambientación. Quizás no se llamaría Fable 4 y apostaría por alguna especie de nombre más propio de un spin-off, pero Lionhead quería que fuese la próxima gran entrega.
Pero como pasara con Kinect en su día, la tecnología y las modas del mercado marcan el camino. Con Xbox One a la vuelta de la esquina, la industria estaba redefiniendo sus prioridades. Que si free-to-play, que si juego como servicio, que si todo online, que si juego asimétrico… Y eso hicieron. Fable Legends fue el concepto por el que al final se decantaron.
Fable Legends es un título que muchos llegaron a jugar, pero que ni siquiera tuvo una oportunidad real de demostrar su valía. Microsoft canceló el proyecto cuando estaba prácticamente terminado, y tan sólo unos días después cerró Lionhead. ¿Habría podido salvar Justice al estudio?