Por primera vez desde 2001, 2014 fue uno de esos raros años en los que no se lanzó ningún Need for Speed. Electronic Arts estaba dando un descanso bien merecido a su saga de conducción, con el objetivo de conseguir que los estudios de desarrollo –en este caso, Ghost Games– tuvieran tiempo suficiente para ofrecer un producto a la altura. Recientemente, Need for Speed fue anunciado, con el objetivo de ofrecernos un reinicio de la saga que recupera muchos aspectos de diferentes episodios, aunque los más predominantes son el mundo abierto que ya hemos visto en muchas de sus entregas y la cultura tuning de Underground.
Una fórmula conocida
Cualquiera que haya jugado a las últimas entregas de la saga estará ya familiarizado con la propuesta que el nuevo Need for Speed ofrece. Nos lanzamos a una urbe totalmente abierta, en la que podemos recorrer sus calles buscando desafíos.
Participar en uno es tan fácil como pararnos bajo el indicador de una prueba y pulsar un botón, y a la aventura. Este título se basa en conseguir puntos de fama para hacernos un nombre dentro del mundo de las carreras ilegales, aunque en el fondo es un sistema de niveles como cualquier otro.
En esta demostración, comenzamos probando las opciones de personalización o tuning, y os aseguramos que son increíblemente completas. Podemos movernos alrededor del coche buscando zonas modificables, que se indican con un punto. La seleccionamos, y se nos abren diferentes opciones que varían en función de la pieza. Hemos podido ver multitud de piezas, y estamos seguros de que la versión final tendrá todavía más.
Algunas de las piezas nos han dejado con la boca abierta. Para que os hagáis una idea, si nos vamos a la rueda podemos modificar el neumático, el borde de la llanta, el interior de la llanta (por dos partes distintas) y el disco de freno. Cinco opciones de tuning sólo centradas en una rueda, y además, pudiendo realizar cambios diferentes en cada una de las cuatro. Encima, probándolo a contrarreloj, como fue nuestro caso, la cantidad de ajustes era abrumadora, y parece que podremos tener el coche que imaginemos a poco que dediquemos tiempo y dinero virtual en ello.
Saltamos ahora a la carretera, compitiendo contra otros jugadores en tiempo real, y descubrimos que la jugabilidad sigue en su sitio. Los vehículos se controlan bien y responden rápido a nuestras instrucciones, aunque el sistema de derrapes es un tanto extraño, al menos de primeras. Controlando un RWB Porsche 964, los derrapes eran como muy extremos, como si clavásemos las ruedas delanteras y el vehículo sólo deslizara la trasera, en lugar de un derrape donde se moviese el vehículo en su totalidad. Además, la decisión de hacerle zoom al vehículo cuando derrapamos es muy espectacular, sí, pero poco útil en lo jugable, ya que perdemos mucho campo de visión.
Suponemos que es todo cuestión de acostumbrarse, igual que sucede para entrar en las misiones. A diferencia de los anteriores títulos, donde teníamos que pulsar dos botones para entrar en una misión, aquí se activa con el R1/RB, el mismo con el que cambiamos de cámara. Esto podría no ser un problema, pero es tan, tan exigente a la hora de detenernos sobre la zona que activa la misión que más de una vez (y de dos, y de tres), cambiaremos la cámara cuando, en realidad, sólo queríamos entrar en una prueba. Dicho sea de paso, Need for Speed no tiene cámara interior; al menos no la versión que hemos probado.
Frostbite en todo su esplendor
Hemos probado Need for Speed en PlayStation 4, y la verdad es que luce bastante bien. La iluminación, los juegos de luces, los reflejos... todo está hecho para impresionar, y nos encontramos con momentos muy vistosos en las carreras. Los coches muestran un gran nivel de detalle, siempre rociados por esa humedad eterna que le da un toque muy acertado, a la vez que raro, ya que no se ve como causa de la lluvia, sino como una humedad permanente que no sabes de dónde viene. Tiene algunos patrones un tanto extraños en la humedad, como que las gotas siempre caen en perpendicular a la dirección de la pieza, creando algunos efectos un tanto poco realistas, pero a la hora de pasar a la acción es un título muy competente.
La versión que hemos jugado ya era bastante sólida, con una tasa de 30 imágenes por segundo muy estable. Tanto los escenarios como los coches se van destruyendo con las colisiones, y si tenemos algún choque importante se activará una cámara al estilo takedown popularizada por la saga Burnout. No creemos que sea el juego de conducción con mejores gráficos que hayamos visto, pero es muy nuevagenereacionesco, y desde luego, satisface.
Nueva temática, misma propuesta
Ghost Games probablemente ha encontrado la fórmula correcta de Need for Speed, y con este título homónimo se ve que no va a tomar muchos más riesgos. Ahora se introduce el componente de tuning, que nos llega con más opciones de las que podemos imaginar, y que de seguro nos tendrá horas y horas personalizando nuestro coche. Si os gustaron los anteriores Need for Speed y si os gustaron los de la subsaga Underground, el llamado simplemente Need for Speed se perfila como una compra asegurada.
A nosotros, las primeras sensaciones nos han parecido positivas, pero tiene algunas cosas con margen de mejora, a las que quizás simplemente tenemos que acostumbrarnos, y una innovación que brilla por su ausencia. En cualquier caso, todo apunta a que será un juego muy divertido en el que invertir mucho tiempo recorriendo sus calles para demostrar nuestra habilidad sobre el volante mientras nos hacemos un nombre en las carreteras de la competición ilegal.