Hablar de multijugador es hablar de Battlefield. Es hablar de muchos años y otras tantas entregas regalando momentos memorables a los jugadores de PC. De hecho, seguro que conocéis a algún amigo de esos que os cuentan batallitas que han vivido en este juego. Por ejemplo, de cómo cogieron un tanque entre dos compañeros, lo colocaron en medio de la carretera, y a todo paracaidista que intentaba aterrizar en el páramo se le freía a tiros. Porque así es esta saga, de anécdotas y aventuras en un entorno totalmente hostil. Sus ingredientes son bien claros: partidas de un número considerable de jugadores, mapas grandes y vehículos. La mezcla la hace el jugador, y rara vez sale mal.
Pero volvamos a la actualidad: Battlefield 4. Ya hemos pasado por el obligado periodo de transición del multijugador de PC a consola, con un Modern Warfare que ayudó a entablar lazos. También le hemos dado finiquito a otros complejos, esta vez tecnológicos, que han lastrado la experiencia, y por fin los usuarios de consola vamos a compartir vanguardia. Para los que venís de Battlefield 3, no nos equivocaríamos si definiéramos esta cuarta entrega de la misma manera que SNK hizo con su NEO-GEO: Bigger, Badder, Better. Es más grande, mejor, enorme. Y como decimos, Xbox One y PlayStation 4 no van a poner ninguna barrera que impida que lo disfrutemos en todo su esplendor.
Un campamento reservado para 64 valientes
Con motivo del E3 de Los Ángeles, EA ha preparado un espectacular stand con 64 ordenadores dispuestos a ser ocupados por el mismo número de jugadores. Todos conectados por red local en equipos de 32 y un comandante por bando que echaba una mano desde una posición ventajosa.
Lo primero a destacar es la versión probada, una "pre-alpha" (así se indicaba en la pantalla) funcionando en PC, con un mando de Xbox conectado para los que hemos olvidado cómo se juega con ratón y teclado. Obviamente, estos ordenadores movían el juego a una resolución muy alta y 60 fotogramas por segundo, para garantizar que además de frenético se viera increíble.
El escenario elegido para enfrentarnos ha sido Siege of Shanghai (El asedio de Shanghái), que recoge una zona de rascacielos de la ciudad y nos pone bien cerca del mar para que tengamos caminos alternativos. En este mapa nos han dejado jugar una partida entera del modo Conquista, que consiste en dominar el mayor números de áreas posibles hasta agotar los "tickets" del equipo rival, ya sea matando o con la posesión de las banderas.
Pero vayamos ya con las sensaciones, que es de lo que trata esta saga. Evidentemente, lo primero que hemos notado es que el juego es básicamente una actualización de la anterior entrega. Tiene su lógica, ya que Battlefield 3 funcionó (y funciona) muy bien. Simplemente se han pulido detalles, y entre ellos algunos muy importantes, como la interfaz para elegir clase y equipamiento, que ahora es mucho más intuitiva.
Después de los ajustes iniciales hemos desplegado nuestra unidad, concretamente en la base situada más hacia el Este. Ante el desolador panorama de carreteras vacías, hemos optado por buscar si había algún vehículo libre cerca de la base. Efectivamente ahí estaba, un tanque que pedía a gritos que fuera ocupado por nosotros. Dicho y hecho.
El viaje hasta encontrarnos con un enemigo ha durado más de lo pensado, y recordad que estábamos jugando contra otras 32 personas, lo que os ayudará a imaginar la magnitud del escenario. Cuando hemos dado con el primer "punto caliente", Battlefield 4 se ha inclinado ante nosotros, nos ha mirado a los ojos y nos ha dicho con firmeza: bienvenido a la guerra. Desde el primer encontronazo hasta el final de la partida hemos podido disfrutar de una de las experiencias más intensas y satisfactorias que recordamos en videojuego alguno. La infantería, escurridiza e inteligente, se colaba constantemente por los sitios más recónditos, y los vehículos, dependiendo de su categoría, atemorizaban a cañonazo limpio mientras ganaban yardas por tierra, mar y aire. Así hasta el final.
El juego de DICE es más vasto que nunca. Si habéis visto el vídeo de la conferencia de EA os habréis quedado seguramente con el momento final del derrumbe, y ojo, porque no han engañado a nadie. No sabemos si es algo predefinido para ciertas estructuras, pero ha llegado un momento de la partida en el que ha caído ese edificio, transformando el escenario en escombros. Este evento ha cambiado la manera de afrontar la acción. Antes callejeábamos con tanques, atajábamos con las barcas y girábamos las esquinas con miedo. El sonido de una bala nos mantenía en alerta, pero era tan habitual que entrábamos en estado de caos. Con el escenario destruido hemos sacado lo peor de nosotros mismos, convirtiéndonos en auténticos carroñeros que buscaban cualquier estructura más o menos estable para controlar la zona y atacar por la espalda.
Ambición desmedida
Estos contrastes que ha buscado DICE son muy agradecidos. Es realmente complicado que un escenario funcione bien con tanta gente jugando, pero lo hace aun sin complicidad entre compañeros (no teníamos comunicación por micrófono). Impresiona también a nivel técnico, por supuesto, sobre todo en términos de escala. Se han permitido el lujo de colocar un punto de reaparición en la última planta del edificio que mencionábamos antes, con un acceso al suelo más directo imposible: tirándote en paracaídas. Claro, desde más de 300 metros de altura puedes caer en cualquier sitio, y aquí el juego presume de galones dibujando todo el escenario con un detalle enfermizo. Podemos pasar en apenas unos segundos de disfrutar de la azotea de un edificio de oficinas a estar en el subterráneo de un supermercado, concretamente en una óptica.
Hay detalles que ni siquiera necesitan una máquina potente, como una pantalla gigante en plena calle donde se emitía publicidad (de imagen real, con un mono y un gato como protagonistas), pero se ha aprovechado la ocasión para no dejarse nada en el tintero. Frostbite 3 es muy potente y Battlefield es su conejillo de indias favorito, así que si todo evoluciona como debe, tendremos una continuación sin grandes novedades, pero sí muy ambiciosa en lo técnico, que ayuda directamente a la parte jugable.
Para terminar, vuelve el modo Commander que ya vimos en Battlefield 2. En él adoptamos el papel de una especie de vigía que ve el mapa desde el aire, con una interfaz muy similar a la de un juego de estrategia en tiempo real. Es el encargado de aconsejar al equipo sobre las mejores estrategias y de repartir suministros, además de pedir apoyo aéreo. En definitiva, un añadido más para potenciar el juego en equipo, el clímax de cualquier Battlefield.
Concluyendo con estas impresiones, Battlefield 4 nos ha dejado una sensación inmejorable. Mantiene la base del 3, potencia el aspecto técnico para abrir nuevos frentes jugables y encima recupera modos clásicos para cautivar a los jugadores veteranos. Y para más inri, se ha prometido una versión para consolas de nueva generación que funcionará a 60 fotogramas por segundo. La espera se hará muy larga.