Si para muchos The Elder Scrolls IV: Oblivion es todavía, desde su lanzamiento en 2006, el mejor juego de rol de esta generación, ahora llega su sucesor, la nueva entrega de esta mítica saga tras cinco años en desarrollo. Después de deslumbrarnos en su presentación en el mes de abril en el Bethesda Gamer's Day celebrado en Utah, y volverlo a ver en junio en el E3 de los Ángeles, y en agosto en la Gamescom de Colonia, la semana pasada acudimos a Londres a las oficinas de Bethesda para jugar las tres primeras horas de tan esperado título.
Quienes conozcáis la saga, o al menos Oblivion, bien sabéis que jugar solo tres horas es acariciar su superficie, mojarse los labios con un excepcional néctar. Pero aunque este contacto solo nos haya servido para vislumbrar un poco de lo que ofrecerá una obra tan enorme, sí nos ha servido para hacernos una idea de cómo funciona su interfaz, qué tal se maneja, cómo es su sistema de combate, escuchar su maravillosa música, comprobar sus gráficos en consola, y en general lo increíble que resulta poner por primera vez un pie en el mundo de Skyrim. Sí, sabemos que el juego se puede acabar en apenas dos horas, pero no fuimos tan rápidos ni tan buenos, y apenas nos dio tiempo a superar una mazmorra y ver una aldea y una gran ciudad, ya que jugamos con calma y saboreando cada momento.
Lo primero que hicimos fue crear nuestro personaje, aunque no trasteamos demasiado en el editor para no perder mucho tiempo, pero nos bastó para comprobar lo extenso y completo que es. Bretones, nórdicos, guardias rojos, imperiales, elfos oscuros, altos efectos, elfos del bosque, argonianos, orcos y khajit, en total 10 razas, las mismas que en Oblivion. Aunque elijamos una raza, esto no determinará para siempre nuestra clase, ya que tendremos total libertad para evolucionar el personaje, siendo nuestra manera de jugar la que empuja a especializarnos de una manera u otra.
A pesar de esto, cada raza tiene unas propiedades y una propensión "natural" hacia una clase, por ejemplo los nórdicos, los orcos y los guardias rojos son buenos guerreros, y los bretones y los altos elfos buenos magos, pero nada impedirá tener un personaje bueno con la espada y con los hechizos, o un arquero que también se defienda bien en las distancias cortas, ya que seremos nosotros quienes decidamos cómo progresar y en qué especializarnos. Eso sí, hay una serie de habilidades raciales, por ejemplo los argonianos pueden respirar debajo del agua y tienen una gran resistencia a las enfermedades, los guardias rojos y los elfos del bosque tienen una resistencia natural al veneno, y los Khajit tienen un ataque especial cuerpo a cuerpo gracias a sus garras.
En lo que respecta a la apariencia física, podemos modificar infinidad de parámetros: sexo, color de la piel, peso, cabeza, complexión, cicatrices, pintura en la cara, barbas y un sinfín de posibilidades para que os hagáis el personaje a medida. Seguro que estaréis un buen rato hasta que terminéis de hacerlo, ya que os acompañará durante muchas horas y en esta entrega la cámara en tercera persona se ha mejorado mucho. Las animaciones son más naturales y fluidas, y para andar por espacios abiertos la utilizamos más de una vez, prefiriendo para la acción y las mazmorras la vista en primera persona. Y aunque no queramos vernos, ahora cuando estás limpiando una zona de enemigos y vas a asestar el golpe final al último de ellos, una animación en tercera persona, a cámara lenta y muy espectacular, nos muestra a nuestro personaje ejecutando al último rival. Una decisión como esta en una saga con unos seguidores tan acérrimos suponemos no gustará a más de uno, y es de imaginar que se pueda desactivar en las opciones.
Comenzamos la partida con el juego ya avanzado unos 40 minutos desde el inicio, ya que en Bethesda no quisieron que viéramos cómo arranca la historia, cuyos detalles se guardan muy celosamente, y ni siquiera nos han permitido que os hablemos de ciertos hechos os referencias que escuchamos en boca de los personajes, por lo que nos centraremos exclusivamente en su jugabilidad. Hasta ahora lo poco que sabemos es que transcurre 200 años después de lo ocurrido en Oblivion, tras morir el rey de la región de Skyrim y con una guerra civil a punto de estallar, ya profetizada en los Elder Scrolls. La llegada de Alduin el rey de la destrucción también se espera, así como la aparición del Dovahkiin, el cazador de dragones que tendrá como misión acabar con estos y salvar la tierra de Skyrim, papel que encarnaremos. Por si alguien todavía no lo sabe, llegará con voces en castellano, las que estamos deseando escuchar, lo que será una pasada dada la enorme cantidad de líneas de diálogo que contiene de decenas –por no decir cientos- de personajes.
Dentro de una pequeña cueva junto a una hoguera comenzó la partida, y solo tuvimos que avanzar unos metros para dar con la salida y pisar por primera vez el suelo de Skyrim. Como suele pasar en este tipo de juegos de la compañía, ya sea en esta saga o en los Fallout, al comienzo te sientes un poco desbordado y sin saber a dónde ir, con un enorme mundo abierto por explorar. Tan solo tuvimos que avanzar un poco por un bosque para encontrar un camino que bordeaba un río y que decidimos seguir. Como ya os hemos comentado en anteriores impresiones, la belleza del paisaje te envuelve desde el primer momento. Naturaleza de montaña nórdica con mucho detalle en sus plantas, árboles y animales, con ciervos, lobos o pequeños conejos correteando por todas partes, un agua muy bonita y unas imponentes montañas siempre como telón de fondo. Podemos ir cogiendo multitud de flores, que después servirán para hacer pociones, y al acercarnos a una pequeña cascada en el río podemos ver cómo saltan los peces, sin duda un paisaje idílico y que te envuelve y te invita a que te pierdas en él. Para no hacerlo hay un práctico y bonito mapa, al que se accede muy rápido, que nos muestra el mundo de manera tridimensional lo que será muy útil, al existir terrenos tan montañosos.
No nos detuvimos demasiado por el tiempo que teníamos, pero sí intentamos cazar con nuestro arco algún escurridizo ciervo, sin mucho éxito al no tener todavía las habilidades desarrolladas de esta arma, aunque sí tuvimos más suerte al meternos en las frías aguas, bucear, y coger un pez con nuestras propias manos, lo que nos pareció muy curioso. Cerca del río encontramos a una mujer pescando, que nos vendía pieles de lobo, conejos y pescado. Los sonidos de la naturaleza son muy reales y crean una ambientación soberbia, y la música, no nos cansaremos de repetirlo, es preciosa, perfecta. Jugamos a la versión de Xbox 360, y en una consola con tantos años a sus espaldas, ciertos fallos gráficos y limitaciones técnicas son evidentes a la hora de representar y un mundo tan enorme y detallado. Muchas texturas en baja resolución, algunos dientes de sierra, unos tiempos de carga un pelín largos, aparición repentina de elementos en algunos casos –popping-, pero que no impiden que el juego se vea muy bonito, y que se mueva con suficiente soltura. Si volvemos a echar un vistazo a Oblivion, y jugamos a Skyrim, con cinco años de diferencia, tendremos un perfecto ejemplo de cómo progresa el hardware de una consola y cómo se le va sacando cada vez más provecho, pareciendo títulos casi de dos generaciones distintas.
Seguimos avanzando un poco más por esta senda hasta llegar al primer poblado, Riverwood. Una aldea no muy grande en mitad de la naturaleza y llena de vida, con animales domésticos, la gente por las calles haciendo sus quehaceres diarios, un leñador trabajando con enormes troncos, el herrero golpeando el metal, y todo muy natural y creíble. Dentro de una tienda nos encomiendan la primera misión, ir hasta un templo en las montañas donde se encuentra una valiosa garra de oro. Esta mazmorra es la misma que vimos la primera vez que nos presentaron el juego, conociendo ya sus puzles, acertijos y trampas, aunque saber esto no nos hizo las cosas mucho más fáciles, siendo el inicio bastante duro y difícil, como os contaremos ahora. De camino allí y tras entretenernos un poco más de la cuenta se nos hizo de noche, siendo precioso ese momento antes de oscurecerse por completo, con luz en el horizonte y el cielo estrellado, una panorámica que nos dejó embobados gracias también a la bella música de fondo.
Nos dirigimos hacia las montañas gracias al sistema de guía, muy sencillo y práctico, tanto para dirigirnos a las misiones activas como a los punto que decidamos marcar en el mapa, y en nuestro ascenso a la cima fuimos envueltos por una ventisca de nieve que apenas nos dejaba ver nada, con un efecto muy conseguido. Antes de entrar al templo derrotamos a algunos enemigos, probando armas como el arco, la espada o el hacha. Una vez dentro, las cosas se fueron complicando poco a poco. Tras vencer unos cuantos bandidos, y solucionar algún puzle –sencillos aunque bien integrados de manera natural con la mazmorra, y sentimos curiosidad por saber cómo se irán complicando más adelante en el juego-, llegamos a una sala en la que nos esperaba una araña gigante. Con el hechizo de fuego principalmente fuimos quitándole vida aunque sin perder de vista la barra de vida tomando pociones curativas –la salud se regenera de manera muy lenta- y de maná, para poder seguir usando la magia. Nos mató un par de veces obligándonos a cargar partida, y aprendiendo de nuestros errores conseguimos vencerla. Un hombre nos pedía ayuda atrapado en unas telarañas, que tenía precisamente lo que fuimos a buscar a aquel templo, la garra de oro. Tras liberarle, este salió corriendo pero finalmente le dimos caza y nos hicimos con el tesoro.
Seguimos avanzando por el templo y unos enemigos más duro nos esperaban. Unos esqueletos que despertaban de su letargo ante nuestra presencia que aunque uno a uno no eran demasiado difíciles de vencer, al llegar a una estancia en la que cinco a la vez nos atacaban, nos era imposible vencerles, ya fuera con hechizos o con armas siempre nos mataban, teniendo que cargar partida una y otra vez, por lo que decidimos pasar a mejorar nuestras habilidades. Cada vez que usamos una habilidad –protegerse con uno escudo, usar una magia, blandir una espada, disparar con un arco, etcétera- conseguimos experiencia para esa especialidad, para para adquirir mejoras debemos acceder al árbol de habilidades, en este caso representado en un bonito menú con constelaciones. Una vez subimos de nivel, podemos ampliar nuestros puntos de salud, maná o energía –es la barra que desciende cuando realizamos acciones físicas-, y nos permiten desbloquear una nueva mejora.
Tenemos 18 habilidades principales: destrucción, sigilo , encantar, conjuro , ilusión, alquimia, restauración, abrir cerraduras , alteración, herrero, armadura pesada, armadura ligera, bloqueo, armas a dos manos, armas a una mano, arquero, robo y discurso, y luego dentro de ellas, una serie de mejoras, haciendo un total de 280, de las que tendremos un límite por personaje de 75, aunque claro llegar a ese número solo será posible para unos elegidos que le echen al juego cientos de horas. En nuestro caso como habíamos creado un nórdico, con buenas propiedades para ser guerrero, nos hicimos rápidamente amigos del hacha, que llevábamos en una mano con un escudo en la otra. En un momento del templo nos hicimos con una poderosa hacha a dos manos, y al entrar en el árbol de habilidades, y concretamente en armas a dos manos, vimos una mejora que ampliaba la fuerza con este tipo de armas en un 40%. Probamos a adquirirla y fue todo un acierto.
Esos malditos esqueletos que antes se nos resistían ahora caían a nuestros pies con un par de hachazos, incluso con uno solo en muchas ocasiones. A veces saltaba una animación en la que primero les partíamos las piernas con el hacha y luego se la clavábamos en la cabeza. Al parecer todas las armas tendrán estos finales, ejecuciones o golpes críticos, con unas animaciones muy vistosas. Eso sí, experimentando nos dimos cuenta que los enemigos no tienen daño localizado, dando igual dónde les golpees. El sistema de combate en realidad es muy similar al de Oblivion, por no decir prácticamente idéntico, algo que quizás de debería haber mejorado tras cinco años. Pero los amantes de esta saga saben que precisamente no son los combates lo que hacen grande a The Elder Scrolls. Al ir a salir de esta sala dimos con un mecanismo que activaba una trampa de pinchos, y nos dimos cuenta que si hubiéramos atraído a los esqueletos a esta parte, hubiéramos podido acabar con ellos con tan solo pulsar un botón. Así que aprendimos una valiosa lección: contemplar y explorar atentamente el entorno.
Equipar un arma en una mano, y en la otra un hechizo, o dos magias a la vez, una en cada mano, que incluso a veces se pueden combinar creando un hechizo nuevo, llevar un escudo y un arma, hay muchas combinaciones posibles, y el juego requiere que cambies a menudo de equipamiento, algo que no se hace pesado gracias al intuitivo menú. Al entrar en él, si pulsamos a la izquierda vamos al inventario, si lo hacemos a la derecha a todo lo relacionado con la magia. En una columna tenemos los distintos apartados –armamento, equipamiento, pócimas, libros, comida, objetos especiales, etcétera- y pulsando a la derecha sobre ellos vemos la lista que tenemos. Para agilizar las cosas, podemos pulsar un simple botón y añadirlos a favoritos, una acción imprescindible. Esto también se puede hacer con los hechizos, y mientras estamos jugando y sin entrar en el menú, pulsando a la cruceta digital desplegaremos el menú de favoritos, equipando rápidamente cualquiera de los escudos, armas o hechizos que tengamos aquí incluidos, muy útil y que usaremos constantemente.
Los objetos como es costumbre tienen peso, y no nos deberemos exceder del total de peso que podemos llevar con nosotros, por lo que coger todo los que nos encontremos no será una opción. Los escenarios, los cuerpos de los enemigos, todo está lleno de objetos que recoger, resultando a veces abrumador, aunque al ver su valor y características antes de cogerlos, iremos aprendiendo a quedarnos solo lo imprescindible. También hay puertas y cofres que se abren con dos ganzúas, de la misma manera que en Fallout 3, moviendo los dos stick analógicos. Y volvemos a recordarlo aunque ya se anunció hace un par de meses, las armaduras y las armas no se degradan, algo que alegrará a muchos, pero que enfadará a otros. Al final del templo vencimos a un esqueleto un poco más duro de lo normal, y en una pared había inscrita una palabra del lenguaje de los dragones, que al ser un Dovahkiin pudimos aprender. Estas son los gritos de dragón, y necesitaremos encontrar las tres palabras de una frase para desbloquear una de estas habilidades especiales. Ya se conocen algunas de ellas, como aliento de fuego, ralentizar el tiempo, ayuda de animales, teletransportarse, y además parece que será posible hasta invocar un dragón. Se estima que habrá unos 20 distintos y al ser tan poderosos y decisivos, tardarán un tiempo considerable en recargarse.
Por fin salimos del templo y volvimos a Riverwood, para entregar la garra de oro. Fue curioso comentar entre los distintos periodistas españoles que acudimos al evento cómo superamos este primer templo. Cada uno mejoramos unas habilidades diferentes, así que nuestra manera de jugar fue muy distinta, eso sí todos coincidimos en lo complicada que fue esta primera mazmorra, tan desafiante como adictiva. Antes de abandonar esta aldea tuvimos la ocasión de realizar una pequeña misión secundaria, intercediendo en una historia de amor a tres bandas con una carta de por medio, en la que podíamos mentir, no entregar la carta, hacerlo, teniendo diferentes opciones y mucha libertad para obrar como quisiéramos. A uno de los protagonistas de esta historia le caímos en gracia y se ofreció a acompañarnos, ya que en Skyrim podremos llevar personajes de apoyo. No nos íbamos a embarcar en una gran batalla ni aventura, así que le dijimos que mejor se quedará en el pueblo haciendo sus cosas.
Salimos de aquí y seguimos por un camino hasta dar con la primera gran ciudad, Whiterun, preciosa y para que os hagáis una idea igualita a Rohan de El señor de los anillos. Exploramos en las afueras sus granjas y huertos antes de entrar en ella, y contemplamos un evento de cómo varios aldeanos luchaban con un enorme gigante al que vencieron. Nos adentramos en la ciudad ascendiendo por sus empinadas calles y contemplando la belleza de su arquitectura, así como la enorme cantidad de casas, comercios y personas con las que interactuar. Una más de las 5 ciudades grandes que tendremos para visitar, junto a otras cuatro medianas y siete pueblos, lugares que estamos deseando visitar para ver si son tan bonitos como las dos poblaciones que hemos visto.
Conseguimos llegar hasta el salón principal del rey, y allí nos enteramos que un dragón acaba de arrasar una aldea cercana y que con toda probabilidad se dirija hacia donde estamos. Como cazadores de estas bestias, nos ofrecimos para ayudar, pero justo en ese preciso momento, nos avisaron de que nuestro tiempo de tres horas llegaba a su fin, y que teníamos que dejar de jugar. Esto no impidió que viéramos un dragón, ya que el compañero de al lado fue más rápido que nosotros jugando y sí le dio tiempo a enfrentarse a uno, aunque no pudo vencerlo tras varios intentos. Unos enfrentamientos que prometen ser épicos a la par que duros, en los que parece que acercarnos con ataques físicos será un suicidio.
Ya queda menos de un mes para tener en nuestras manos Skyrim, y si ya le teníamos muchas ganas tras lo que hemos podido ir viendo estos últimos meses, y lo que asegura una saga de tanta calidad como The Elder Scrolls, y una compañía como Bethesda, después de este breve contacto de tres horas, ya no podemos esperar más. Fue como entregarle a un niño un mes antes de Navidad su regalo, dejarle que disfrute con él, se divierta, y cuando más cariño le está cogiendo al juguete, arrebatárselo y decirle "dentro de un mes te lo entregaremos definitivamente". Nos encontramos no solo ante uno de los juegos del año, sino posiblemente uno de los que serán recordados de esta generación a través de los años, la obra más importante y ambiciosa de Bethesda, con todo lo que ello conlleva. 11-11-11, iros preparando para mudaros durante las próximas semanas y meses al fascinante mundo de Skyrim.