A bote pronto, nuestro personaje de nivel 16 no debería impresionar a nadie. Es un joven de apariencia tímida que conduce un coche familiar pintado de un color similar al del dinosaurio Barney. Pero Lamar confía en él, hay una sintonía especial entre ellos, así que el siguiente paso es el de conocerse en persona. Esas largas conversaciones por el chat de Lifeinvader pedían a gritos una visita a Los Santos, por lo que dicho y hecho: vuelo programado para aterrizar cuanto antes en el Aeropuerto Internacional de la ciudad de la ambición.
Lamar se apresuró en probar las habilidades del chico nuevo. Una carrera desde los suburbios hasta la zona más pudiente de Los Santos demostró que no mentíamos cuando presumíamos de ser unos buenos conductores.
Esos "likes" a las decenas de revistas y programas sobre coches en las redes sociales delataban pasión. Aunque antes de ponernos serios, una visita por la peluquería y una tienda de ropa no estaba de más.
Nuestra apariencia apenas había cambiado, nos habíamos gastado todo el dinero en el billete de avión y los precios de algunas prendas nos parecían desorbitados. No entendíamos esos carteles de "Discount Store" y "Big Sales", parecían un simple reclamo para turistas. Eso sí, la peluquera nos enseñó un catálogo de maquillajes muy pintoresco, y había algunos que nos encantaría probar ¿Qué tal un look reptiliano? ¿Demasiado ridículo? En fin, que no tardamos en robar un coche para poder cambiar el nombre del propietario y de paso asegurarlo. Vaya, que lo íbamos a hacer nuestro. Además, Lamar tenía algún chanchullo con el propietario de Los Santos Customs, por lo que nuestra primera visita sería gratuita.
Conseguir dinero era una prioridad, y ya no solo para pintarnos la cara como un lagarto, sino para ahorrar algo de pasta para conseguir tener un apartamento. La manera más fácil e inmediata era la de atracar un badulaque, así que nos dispusimos a ello con la ayuda de un compañero que parecía tener nuestro mismo objetivo. El primero fue sencillo: entrar, encañonar al pobre desgraciado del mostrador y vaciar la caja registradora. Ahora mismo no recuerdo si nos repartimos el botín. Supongo que con los nervios se nos olvidó completamente, pero bueno, más adelante hubo oportunidad de repetir atracos de una escala todavía mayor con nuevos compañeros.
Toca hablar de ellos. En el fondo son buena gente, pero tienen un genio complicado. Quedamos en un club del barrio para tomar un trago tranquilamente, aunque por lo visto, a uno de ellos no le sienta muy bien el alcohol. No recuerdo mucho del día siguiente, pero los moratones en la cara y la factura del hospital no insinúan un buen desenlace.
Los Santos es una ciudad de ensueño. Hay de todo, desde grandes playas donde practicar deporte hasta montañas con unas vistas impresionantes. Me gusta mantenerme en forma, así que asaltamos una urbanización cerca de Vinewood para echar un partido de tenis contra un compañero de una banda rival.
Después de demostrar mi gran saque todavía tenía adrenalina suficiente para descargarla en varias actividades más. Como os digo, hay de todo en esta ciudad, incluso motos de agua (me cuesta horrores orientarme en estas carreras). Como no se me da muy bien, decidí probar también mi habilidad con el paracaídas. Esos dos años en el ejército del aire me echaron una mano para dejar en ridículo a mi rival. Y bueno, en el cuartel también solíamos echar pulsos, así que por mucho que quisiera aparentar el chico de la máscara no tenía nada que hacer contra mí.
No todo eran juegos, claro. Iba ganando un nombre en la ciudad y decidí crear una banda donde se alistaron algunos compañeros con las mismas ganas de triunfar que yo. Pero no éramos los únicos. A veces, las bandas rivales se interponían en nuestro camino, y no quedaba más remedio que batirnos en duelos nocturnos donde sufrimos algunas bajas importantes.
Cuando teníamos vía libre para delinquir recurríamos a ciertos contactos. Estos nos encargaban misiones de todo tipo, algunas más complicadas que otras. Gerald por ejemplo era un pez gordo de la droga, y confiaba en nosotros para poder dar grandes golpes. Simeon estaba empeñado en que le consiguiéramos coches de lujo, y aunque no pagaba mal, a veces asumíamos demasiado riesgo. Pero bueno, los comienzos siempre son difíciles.
Lo peor es cuando me quedaba solo. Recuerdo una misión con unos desconocidos que me llevó a matar a más de 20 tíos. Sentí miedo, la verdad, pero sabía que podía hacerlo. Al final, el jefe de la banda salió huyendo y tuve que ir a por él. Casi me cuesta la vida, pero mereció la pena, porque me embolsé una cantidad de pasta increíble.
Ahora sigo en nivel 16, he conocido a un tal Trevor que es un gran pirado, y poco a poco voy ahorrando dinero para comprar un apartamento. Actualmente tengo más de 100.000 dólares en el banco, pero yo quiero que mi banda esté a gusto, por lo que buscamos un buen sitio cerca de Vinewood con un garaje lo suficientemente grande para que todos guarden su coche. Pese a todas las pérdidas, los golpes y balazos recibidos, Los Santos me sigue pareciendo una ciudad fascinante. Sé que conseguiré llegar alto, como también sé que no será nada fácil, pero ahora que he empezado no lo puedo dejar a medias, así que voy a coger el móvil para comprobar si tengo algún mensaje con otro trabajo para mí.