Los juegos en primera persona de supervivencia están gozando de una popular un tanto desmesurada. La popularidad no está quizás tan presente entre los jugadores como entre los desarrolladores, que por alguna razón ven en este género un claro candidato a la explotación. En los últimos años hemos visto cómo los juegos de supervivencia pasaban de ser títulos contados a una auténtica marea independiente que intentan aderezar una fórmula que ya empieza a dar muestras de agotamiento con sus propias ideas.
Ahora, Compulsion Games –creadores del juego de puzles y plataformas Contrast– se meten de lleno en este género, si bien no vamos a negar que su planteamiento es más original que al que ya estamos acostumbrados. Con más de un detalle que nos recuerda a BioShock, nos sumergimos en una distopia de la que tendremos que intentar escapar. Eso sí, como buen juego de supervivencia, mantenernos con vida ya será todo un éxito.
Bienvenidos a Wellington Wells
We Happy Few –título que probablemente haga referencia a Henry V, la obra de Shakespeare– es un juego de supervivencia en primera persona que nos lleva hasta Wellington Wells, una ciudad un tanto distópica de la Inglaterra de 1964, donde sus habitantes viven felices... bajo los efectos de las drogas. Gracias a unas pastillas que se dispensan libre y legalmente en cabinas de teléfono, la gente vive en constante felicidad, sin cuestionar las órdenes que puedan venir desde arriba.
Nosotros somos un "drown", algo que podríamos traducir como "hundido", y que hace referencia a la gente que no tiene acceso a esas "pastillas de la felicidad". Como tales, nos destierran a una zona aneja vigilada por la policía, en la que tenemos que luchar contra otros marginados por mantenernos con vida. La versión que hemos probado es tempranísima (una prealfa, con muchos errores visuales, pero sorprendentemente sólida en lo jugable) a la que todavía le queda mucho por delante, y una de esas cosas es la historia. No sabemos muy bien quiénes somos o qué hacemos ahí, pero la idea está clara: hay que escapar de allí.
Como es habitual en el género, comenzamos prácticamente con las manos vacías, y tendremos que ir buscando objetos con los que empezar a construirnos nuestro pequeño arsenal a través de su sistema de crafting, que básicamente se limita a poder crear nuevas herramientas en zonas habilitadas para ello. No faltará tampoco la necesidad de comer y beber, para lo que tendremos que buscar allá donde consideremos oportuno. Sobra decir que esto ofrecerá su profundidad, teniendo que cocinar la carne cruda para no enfermar, pudiendo buscar recipientes para guardar agua si encontramos una fuente, etcétera.
En We Happy Few no estamos solos. Tanto en Wellington Wells como en la zona marginal, habrá otros personajes siempre pendientes de su entorno. En los "suburbios" podemos enfrentarnos en combates por los recursos a otros personajes, pero en la ciudad (donde la policía es una constante) es mejor pasar desapercibido. El combate es muy sencillo, con opción de atacar –principalmente cuerpo a cuerpo– y de defenderse, tanto con los puños como con las armas que vayamos encontrando o fabricando.
Una supervivencia diferente
Cuando decidamos salir de los suburbios, tendremos que encontrar la manera de sortear los controles policiales. Podemos intentar usar la fuerza bruta, colarnos, intentar pasar desapercibidos... Lo cierto es que si la policía nos ve nos perseguirá incansablemente, así como muchos de los vecinos. La manera legal de acceder a Wellington Wells sin problemas es bajo los efectos de las pastillas en cuestión, pero son muy difíciles de conseguir fuera de la ciudad.
En el hipotético caso de que consigamos entrar sin ser detectados por las fuerzas de seguridad, el próximo objetivo será pasar desapercibidos. Tendremos que ser "felices" y no actuar raro para no levantar sospechas. Algunos personajes se fijarán en nosotros, y tendremos que utilizar diferentes tácticas para distraerlos. Algunos sólo buscan un saludo amable, mientras que otros se alertarán al no reconocernos como uno de sus vecinos, y tendremos que darle la espalda para que no nos vean la cara. Los médicos, por poner otro ejemplo, pueden detectar si estamos drogados o no, y saber si fingimos tal estado. La idea es que aprendamos cómo se comporta cada personaje y actuemos en consecuencia.
Sobra decir que no todo será pasear y saludar, sino que tendremos que explorar en busca de recursos para mantenernos con vida. Esto implica realizar tareas poco honestas, como entrar en casas ajenas a robar, algo que acabará metiéndonos en problema. Como indicábamos previamente, no sabemos muy bien todavía la historia, pero parece que nuestra motivación es escapar de Wellington Wells, para lo que tendremos que permanecer el suficiente tiempo oculto hasta conseguir los materiales que nos permitan ejecutar la huida.
Sensaciones enfrentadas
We Happy Few tiene un diseño artístico genial, que prácticamente vende el título. Nos encanta su estética retrofuturista de los 60, y nos encanta mirar alrededor cuando recorremos Wellington Wells. Los interiores son bastante ricos y variados, y la ambientación que se ha conseguido es cautivadora. Tanto es así, que nos parece que está muy desaprovechado. En un juego que se basa en sobrevivir y en el que tendremos que repetir la aventura muchas veces, la novedad y el encanto acaba por gastarse.
Nos alegramos mucho por los que disfruten con el género de la supervivencia, pero nosotros creemos que en esta ocasión se desperdicia una idea muy jugosa, que habría encajado mejor en una aventura con un sistema de progresión más tradicional. Repetimos que se trata de una versión tempranísima –prealfa–, y ojalá que la versión final nos haga cambiar de idea.
Con un Kickstarter en marcha, We Happy Few tiene mucho trabajo por delante, pero nosotros no podemos evitar encontrarnos con sensaciones enfrentadas. Sólo el tiempo dirá si se convierte en un juego a tener en cuenta o se perderá en la intensa marea de juegos de supervivencia en mundo abierto.