¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar en el tiempo para cambiar el rumbo de los acontecimientos más importantes de nuestro pasado reciente (o no tan reciente)? ¿O tal vez con encarnar a una importante figura histórica para entender mejor la situación en la que tomó sus decisiones más relevantes, las que cambiaron para siempre el devenir de la humanidad? Se suele decir que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo, lema que a buen seguro lleva por bandera Studio Imuji, creadores de esta original propuesta que lleva por nombre Bonaparte: A Mechanized Revolution, y con la que nos invitan a redescubrir la historia.
La propuesta es muy sencilla: nos ponemos en la piel de un personaje ficticio que representa la figura de Napoleón Bonaparte y tomamos parte en los acontecimientos que tuvieron lugar en los albores de la Revolución Francesa. En nuestro rol, tendremos que tomar decisiones y posicionarnos en función de nuestras tendencias políticas, gestionar los recursos económicos de nuestra epopeya y liderar un ejército con el que defender nuestras ideas.
Para ello tomaremos partido de una mecánica de juego dividida en tres partes. La primera, la política, es la más apasionante de las tres y nos lleva a protagonizar acaloradas discusiones con figuras históricas de la época. La segunda se enfoca en la gestión de las distintas provincias francesas, en un popurrí de influencias en el que tendremos que prestar atención a temas jurídicos y legislativos. De nuestras decisiones dependerá el humor de la población, capaz de rebelarse en nuestra contra.
Sin embargo, para poder gestionar territorios primero tendremos que hacernos con su control gubernamental, lo que nos lleva a la tercera "porción" de la mecánica: librar batallas con el clásico sistema de los juegos de estrategia. Cada uno de estos tres aspectos representa un todo interconectado: lo que hagamos en un lado repercute en el otro y viceversa. Por eso es tan importante valorar las decisiones que tomamos con calma, dado que optar por una resolución u otra puede cambiar el camino que transitamos en nuestro ascenso al poder.
Un momento histórico de gran relevancia
Como decimos, la parte política es la que lleva la voz cantante. La primera elección que tomamos es escoger entre el personaje masculino (César Bonaparte) o el femenino (Céline Bonaparte), los dos personajes que sustituyen a Napoleón Bonaparte. Como no hay grandes diferencias entre uno y otro (en ambos casos, su punto de partida es de un soldado raso que asiste impasible a los acontecimientos que llevarán al estallido de la Revolución Francesa), la elección es una cuestión de gustos. Tampoco cambia el punto de inicio: el palacio de Versalles, en julio de 1789.
El hambriento pueblo francés, sumido en una profunda crisis que amenaza con desestabilizar por completo la situación sociopolítica del otrora gran Reino de Francia, se alía con la burguesía, a quien también se castiga con el pago de unos impuestos desorbitados. El descontento se extiende por el país como una plaga que nos lleva inexorablemente a asistir al derrocamiento del denostado rey Luis XVI, al que no le queda otro remedio que aceptar que ha perdido el control sobre su pueblo.
Bonaparte es un juego de estrategia con vista isométrica donde las decisiones políticas que tomamos son tan importantes como las acciones que realizamos en el campo de batalla. Estas decisiones son, a la hora de la verdad, el punto más atractivo del título y claramente también en el que más esfuerzo ha volcado Studio Imuji, encargados de su desarrollo. La primera elección que debemos tomar es mantenernos fieles al nuestro compromiso con el rey Luis XVI o con el pueblo. Si lo preferimos, podemos optar por tomar una actitud a medio camino entre ambas: ponernos del lado del pueblo y en contra del rey, pero desde la ley y el orden que impone el ejército, quien propone un cambio menos radical que el de los liberales.
Tres facciones
Dependiendo de cómo hayamos afrontado la revuelta social que sirve como pistoletazo de salida para dar rienda suelta al argumento, se nos dará a elegir la posibilidad de formar parte de una de las tres facciones de las que se compone el juego. Por un lado tenemos a los jacobinos, liderados por Maximilien Robespierre, un republicano que aboga por una la igualdad y la justicia y que planea liderar una revolución social con el objetivo de que sea el pueblo quien lleve la voz cantante.
Como el ejército no tiene del todo claro que esta solución sea la más adecuada para las circunstancias, la potencia de fuego de este método de gobierno es bastante reducida y nos deja en una posición inferior a la hora de combatir. Por el otro, y en un término medio, nos encontramos con Maquis de Lafayette, representante de los moderados, que defiende la libertad y la unidad social a través del apoyo de la burguesía. Su planteamiento de crear una monarquía basada en una constitución es afín a los militares, por lo que cuenta con grandes recursos armamentísticos y con unidades mejor preparadas para el combate.
Por último, aunque no por ello menos importante, destaca la figura de Comte D’Artois, un defensor a ultranza de la monarquía, líder de la guardia real a la que pertenecíamos antes de la revolución. En función de nuestras primeras elecciones, se cerrará una de las dos opciones más "extremas": si no defendemos al rey, no contaremos con el apoyo de los monárquicos; si decidimos defender a Luis XVI, no podremos unirnos a los jacobinos, contra quienes habremos combatido para evitar que la revuelta social llegase a buen puerto. A veces, nuestras decisiones cambian nuestro posicionamiento en la realidad; otras, cambian el rumbo de los acontecimientos, o puede que sucedan ambas cosas. También puede ocurrir que la respuesta a un determinado problema obtenga siempre la misma reacción por parte de las personas que nos rodean. Somos importantes, pero no cruciales, sobre todo al principio, para cambiar bruscamente el curso de la historia.
Como podréis observar, este alineamiento político tiene sus ecos en la realidad social que vivimos hoy en día, por lo que además de aprender historia (o refrescar la memoria si somos expertos en estas lides), el estilo narrativo de Bonaparte: A Mechanized Revolution nos ayuda a entender mejor el origen de algunas de las estructuras que rigen las leyes actuales. Elegir una facción no solo cambia el discurso y nuestra forma de afrontar determinados acontecimientos, sino también las unidades de las que podemos hacer uso durante el combate. De todas las que encontramos, las más llamativas son los colosos, una especie de mecha, un robot gigante que sirve como escudo, motivador o arma letal o todo a la vez, en función del uso que le queramos dar. Al margen de ser la nota más llamativa de esta producción, su presencia es significativa porque amplía las posibilidades estratégicas de los combates. Durante las batallas, donde controlamos a escuadrones y no a unidades individuales, es fundamental flanquear a los enemigos para causar más daño, así como hacer uso de nuestras habilidades especiales para obtener algo de ventaja.
Gestión del país
Que este apartado es el menos llamativo de los tres es algo de lo que parecen ser conscientes también en Studio Imuji, ya que, si lo deseamos, podemos optar por automatizarlos. Queda patente que aquí lo que realmente importa es la gestión de las regiones francesas. A la hora de gestionar el país debemos tener un ojo puesto en el tiempo que resta hasta que se produzcan acontecimientos importantes, siendo el primero la Convención Nacional anunciada por el propio Luis XVI, y otro en el delicado equilibrio entre el terror, que depende de la violencia militar, la propaganda y las leyes que instauremos, y el umbral de felicidad de nuestro pueblo. Las regiones pagan tributos, toman decisiones y son (o al menos, deberían serlo) la principal preocupación que nos motive a la hora de tomar decisiones.
Hacer politiqueo, o "lobismo", es también una forma de lograr evitar enfrentamientos innecesarios con el enemigo: podemos hablar con los principales líderes de cada facción, indagar sobre los motivos que los llevan a actuar de una forma u otra o aprender más detalles sobre los temas que les preocupan. Si lo deseamos, también podemos pedir o donar dinero, así como establecer acuerdos. La mecánica parece más complicada sobre el papel que en la práctica, donde los tutoriales nos explican con claridad para qué sirve cada cosa y cómo podemos influir sobre ella si queremos hacerlo.
Un Early Access en buena forma
La versión de acceso anticipado de Bonaparte: A Mechanized Revolution nos ha sorprendido gratamente por la ausencia de problemas técnicos. No hay salidas inesperadas al escritorio, ralentizaciones o problemas de importancia que nos impidan recomendar su compra si su propuesta nos llama la atención. Sin embargo, sí que hay algunos elementos que no aparecen todavía en esta edición, como una imprescindible traducción al español. Teniendo en cuenta la terminología política que aquí se emplea y algunas de las particularidades de su mecánica, es importante poder disfrutar de todo el contenido en nuestro idioma. Llegará, pero todavía no sabemos cuándo y seguramente muchos jugadores prefieran esperar un poco.
Por lo demás, esta propuesta de Studio Imuji nos ha parecido una fantástica manera de reunir estrategia, política y toma de decisiones en un solo paquete. La gestión del país es interesante, la narrativa está muy bien estructurada y logra que tengamos curiosidad por saber qué habría pasado si tomásemos decisiones distintas a las elegidas. El aspecto estratégico, el que vivimos en el campo de batalla, desluce un poco el resto de los apartados por contar con un motor gráfico humilde y con un número de opciones que palidece si se compara con el de otras producciones del género. Al margen de estos peros, lo que resta es un videojuego que tiene mucho futuro por delante y que hará las delicias de los amantes de la Historia.
Hemos realizado estas impresiones en PC (Steam) con un código de descarga proporcionado por Cosmocover.