Allá por mayo de 2004 se mostró por sorpresa en el E3, la feria de videojuegos de Los Ángeles, un juego del que nunca antes se había oído hablar y que proponía algo bastante curioso, ya que combinaba el pinball con el uso de soldados sobre el tablero, para conseguir el objetivo que se nos planteaba. En ese año el juego nos planteaba el control de las tropas a través de la cruceta del mando de control e incluía compatibilidad con los bongós (comercializados junto con los Donkey Konga 1 y 2 así como con Donkey Kong Jungle Beat, pero que también podemos adquirir por separado); sin embargo, esto ha pasado a la historia. Ahora, Odama es compatible con el micrófono de GCN (vendido junto a Mario Party 6) y será una parte muy importante en todo el juego.
El concepto básico del juego es tan simple como suena: jugar al pinball mientras controlamos a nuestros soldados por la pantalla. La función de la bola del pinball será arrasar con los enemigos y facilitar el tránsito a nuestras tropas por el escenario (ya sea rompiendo obstáculos, abriendo caminos, etc.) hasta que consigan llegar a la parte superior del escenario y tocar la campana (o lo que es lo mismo, llegar a meta).
Para completar la dificultad del juego, contaremos con tiempo limitado para completar la misión y el continuo acoso de nuestros enemigos.
La parte más novedosa del juego será el uso del micrófono. Puede parecer incómodo tener que jugar con el mando (lo que mantiene nuestras manos ocupadas) y tener que coger el micrófono para hablar y dar instrucciones a nuestros soldados mientras mantenemos pulsado el botón X (que es el que activa el micrófono), pero un betatester de Nintendo nos dio la clave cuando estuvimos probando el juego: el micrófono encaja perfectamente en el hueco que queda en el mando de GameCube entre la cruceta digital y el stick C (el izquierdo), de manera que nos queda enganchado en el mando y no tenemos que preocuparnos de ir cambiando de aparato. Eso sí, con el Wavebird (el mando inalámbrico oficial de Nintendo) eso no es posible.
El juego va poco a poco presentándonos todas las instrucciones de voz que podemos dar por el micrófono y, la verdad, la primera impresión fue frustrante. La primera orden que se nos enseñó fue "charge" (el juego, está todavía íntegramente en inglés, pero podemos contar con su completa localización para el mercado europeo) y quien escribe estas líneas no pudo sino quedar en el más absoluto de los ridículos intentando durante no pocos minutos que el juego reconociese mis órdenes... ya que la del betatester (alemán, y con un inglés un poco menos burgalés que el nuestro) no tenía problemas para hacerse entender. Sin embargo, el resto de instrucciones ("right", "left", "go", "form up", "up" e incluso algunas algo más complejas) no representaron problema alguno. Cabe señalar, eso sí, que durante la partida usamos varias veces la orden "charge" y no tuvimos mayores problemas, obteniendo una rápida y eficaz respuesta de nuestros fieles soldados.
Y es que Odama cuenta incluso con un completo guión que hará que la historia evolucione según superamos las diferentes fases del título. La historia gira en torno al shogun Amanouchi Kagetora, cuyo padre es asesinado por Kandare, lo que iniciará la guerra entre ambos. Kagetora, que cuenta con un ejército más débil (y menos maléfico) que su rival, contará con la ayuda de una filosofía vital que la indica que anteponer el bien mayor al bien personal y, sobre todo, el odama, un instrumento de guerra que no es sino una bola gigante capaz de aplastar lo que se cruce por su camino, sea animal, vegetal o mineral.
De este modo, mientras controlamos el odama (la bola gigante) con los tacos (o flippers) del pinball, así como la inclinación del mapa gracias al stick de control, podremos dar órdenes a nuestros soldado para que avancen, protejan a los portadores de la campana e incluso ataquen. Los enemigos intentarán eliminar a nuestros soldados y, sobre todo, llegar hasta nuestros tacos, ya que podrán dañarlos y dejarlos inoperativos. Llegados a este extremo, nuestra única posibilidad será lanzarle a nuestros enemigos una enorme hamburguesa que les tendrá entretenidos durante un breve lapso de tiempo.
Hasta el momento se han mostrado tan sólo tres niveles diferentes, que cuentan con entornos diferenciados y que nos dan una idea de la variación en los entornos que puede llegar a tener el juego frente a algunos pinballs tradicionales. Además, todos cuentan con cierto nivel de interactividad que nos obliga a activar elementos especiales o modificar zonas del mapeado, como, por ejemplo, secar un río para posibilitar el avance de nuestras tropas hacia el objetivo.
La experiencia de juego parece que será buena, ya que al igual que sucede con cualquier pinball estándar tendremos que tener en cuenta el buen manejo de nuestros tacos para superar los obstáculos de los escenarios, ya sean muros, rampas o estrechos pasillos (para una bola de ese tamaño). Además, gracias al uso del stick para modificar la inclinación del escenario tendremos un gran control sobre este factor, lo que se desvelará como de gran relevancia según nos adentremos en fases cada vez más complicadas. El control por voz es, por su parte, un añadido que pasada la sorpresa inicial se revela como una novedad jugable interesante y llena de posibilidades, accesible y fácil de usar que lo será más cuando esté en nuestro idioma.
Confiamos en recibir en los próximos meses una versión convenientemente localizada de Odama, esta nueva apuesta dentro del pinball que puede representar una firme apuesta en un género de capa caída (en los últimos tiempos el único título reseñable en consolas domésticas ha sido Flipnic) conformando un producto con una personalidad muy definida que será capaz de llamar la atención de muchos jugadores ansiosos de probar este tipo de experiencias novedosas. Vivarium, los desarrolladores del juego, encabezados por el singular Yoot Saito (responsable de juegos como Seaman y D-2 en Sega o SimTower: The Vertical Empire en PC) han realizado hasta ahora un trabajo que se nos antoja encomiable y que sólo puede ir en una muy buena dirección, teniendo en cuenta, claro está, las peculiaridades de este título, algo alejado de las demandas del gran público.