Análisis Immortals Fenyx Rising, una estupenda odisea mitológica (Xbox Series X/S, PC, PS4, Switch, Xbox One, PS5)
La mitología griega lleva siglos captando la imaginación de infinidad de artistas y su influencia sigue muy presente en nuestros días, tal y como podemos comprobar en infinidad de obras de arte, libros, cómics, series, películas y, por supuesto, videojuegos. Ahora y tras haber tratado estos mitos a su manera en Assassin's Creed Odyssey, Ubisoft vuelve a la carga para abrazar de lleno la Grecia clásica más fantástica con Immortals Fenyx Rising, una estupenda aventura de acción, puzles y mundo abierto que nos ha sorprendido muy positivamente.
Videoanálisis
Un divertido relato sobre dioses y monstruos
Así pues, nos encontramos ante un título que nos narra cómo Tifón, el más temible de los titanes, se ha liberado de su prisión y ha asolado la Tierra sin que los dioses hayan podido hacer nada para impedirlo. Es más, estos últimos han sido derrotados de una manera tan estrepitosa que han perdido su esencia, transformándolos en una mera sombra irreconocible de su antiguo y divino ser. Por si no fuese suficiente, la humanidad ha quedado petrificada, dejando así un panorama desolador en el que las cosas no pintan nada bien para nuestro mundo.
Pero como no podía ser de otro modo, aquí es cuando entramos nosotros en juego para encarnar a Fenyx, un simple humano (o humana, ya que existe un editor de personajes para decidir su aspecto) que, por algún motivo desconocido, no ha sido convertido en piedra y naufraga hasta la Isla Áurea, una región artificial creada por Dédalo en honor a los dioses. Ante esta desesperada situación, no nos quedará otra que convertirnos en héroes para restaurar los poderes de las deidades y acabar con Tifón de una vez por todas, una empresa que nos llevará a vivir todo tipo de aventuras.
Si bien la historia como tal es muy normalita y todos sus giros son muy predecibles, tenemos que admitir que la hemos disfrutado bastante gracias a la manera en la que está contada y el tono paródico que impregna toda esta odisea. En realidad, lo que viviremos y jugaremos es un relato que Prometeo le está contando a Zeus y no pararemos de escuchar a ambos conversar y comentar nuestras peripecias, ironizando y satirizando todos los cuentos de la mitología griega con un sentido del humor muy acertado que nos ha tenido siempre con una sonrisa en la boca y soltando alguna que otra carcajada.
Una gran odisea en la que los puzles son los grandes protagonistas
Centrándonos ya en lo que es su jugabilidad, comentar que estamos ante una aventura de mundo abierto que combina exploración, combates contra seres mitológicos y resolución de puzles con mucho acierto. Si tuviésemos que describirlo de alguna manera, diríamos que es un título que bebe muchísimo de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y de Assassin's Creed Odyssey (no en vano, el estudio responsable de este juego es el mismo que hizo este último), pillando del primero la movilidad del personaje para desplazarse por el mundo y su decidida apuesta por los rompecabezas y la libertad para explorar.
Esto significa que tendremos una barra de resistencia, que podremos escalar casi cualquier cosa que veamos, que dispondremos de la habilidad de planear para recorrer grandes distancias gracias a las alas de nuestro personaje, que los puntos de interés los deberemos encontrar por nosotros mismos y que no pararemos de encontrarnos con acertijos para resolver y con pruebas de astucia y habilidad.
Por la parte de Assassin's Creed Odyssey tenemos un sistema de combate que sería como una versión muy simplificada del que vimos en dicho juego, su gusto por llenar el mapa de iconos para estructurar su desarrollo y un sistema de progresión basado en un árbol de habilidades. Como bien sabréis, Ubisoft ha dado con una fórmula para hacer videojuegos que le funciona muy bien en ventas, pero que hace que todas sus producciones parezcan realizadas con la misma plantilla base, y esta sensación está muy presente aquí. Eso sí, resulta refrescante ver a la compañía apostar por una aventura de una escala mucho más reducida y que va tan al grano, eliminando toda la "paja" para que nos centremos en jugar y disfrutar
De hecho, la escala del mundo es bastante contenida y nos ha parecido que tiene el tamaño perfecto, apostando por la densidad y la calidad de sus contenidos en vez de por gigantescas extensiones de terreno repletas de actividades de relleno y tediosos pateos que no aportan nada. Gracias a esto, siempre estaremos encontrando lugares y retos que nos invitarán a que nos detengamos para realizarlos y conseguir las recompensas que esconden, ya sean nuevas piezas de equipo, monedas de Caronte para comprar nuevas habilidades, recursos para mejorar a nuestro personaje y elaborar pociones, elementos estéticos para personalizar la apariencia de nuestras ropas, etcétera.
Es uno de esos juegos en los que empiezas a andar hacia un sitio y nunca sabes dónde vas a acabar, ya que por el camino no paras de ver cosas que llaman tu atención y que hacen que te acabes desviando hasta llegar a la punta contraria del mapa, lo que habla muy bien del trabajo que se ha realizado aquí.
Como podréis intuir, gran parte de la culpa de que nos lo hayamos pasado tan bien con el juego se debe al diseño de sus puzles, muy basados en explorar nuestro entorno y fijarnos con cuidado en lo que nos rodea para dar con la solución. Estos casi siempre recurren a mover cajas de un lado para otro y pulsar palancas e interruptores, pero están montados con mucho ingenio, son relativamente flexibles y difícilmente podrían ser más satisfactorios y divertidos, por lo que nunca se hacen pesados.
Un detalle que nos ha gustado mucho es que el "plataformeo" tiene casi la misma importancia que los puzles, especialmente cuando nos adentramos en los Desafíos del Tártaro, unas pruebas que serían equivalentes a los Santuarios de Breath of the Wild, pero donde además de resolver puzles tendremos que ser muy buenos saltando y esquivando trampas, estando aquí nuestros momentos favoritos del juego y los más ingeniosos.
Por contra, la parte más floja de todo el conjunto la tenemos en los combates. Con esto no queremos decir que sean malos, ya que resultan muy ágiles y permiten cierto juego aéreo, pero son extremadamente simples y casi todo se reduce a un único combo con nuestra espada y a otro con nuestra hacha para, además de quitar vida, llenar la barra de aturdimiento de nuestros rivales. A esto debemos sumarle las diferentes habilidades que vayamos aprendiendo y que usan parte de nuestra barra de resistencia, la posibilidad de ralentizar el tiempo para contraatacar al ejecutar una esquiva perfecta, un movimiento para bloquear las ofensivas de los rivales y, por supuesto, un arco con el que podemos atacar a distancia.
El problema no es tanto de nuestro personaje como de los enemigos, ya que la variedad de criaturas a las que deberemos hacer frente es escasísima y apenas cuentan con un par de ataques cada una, por lo que despacharlos no tardará en convertirse en algo muy rutinario, una queja que, lamentablemente tenemos que extender también a los jefes.
Algo parecido nos ha ocurrido con el sistema de equipo, ya que aquí las armas y armaduras que nos equipemos solo nos darán una serie de mejoras y habilidades pasivas que, siendo sinceros, en la práctica tampoco se notan demasiado. Esto tiene su parte positiva, ya que el tiempo que pasaremos navegando por los menús para personalizar a nuestro personaje es ínfimo, pero también le quita muchísimo atractivo al abrir cofres del tesoro, ya que las piezas de equipo que obtendremos de ellos apenas nos harán ilusión ni nos aportarán gran cosa.
Un mundo precioso
En lo que respecta a su apartado visual, nos ha llamado mucho la atención el estilo cartoon por el que se ha apostado, algo que le sienta genial y nos ha parecido un completo acierto, deleitándonos con unos escenarios preciosos, variados y muy coloridos que entran por los ojos con una facilidad pasmosa sin necesidad de texturas o modelados de última generación. Es, sin duda alguna, uno de los títulos más bonitos del año, lo que contrasta un poco con la pobre ejecución de las secuencias de vídeo, con unos personajes torpemente modelados y animados y cuya expresividad brilla por su ausencia, algo que choca muchísimo con la estética escogida y que rompe su magia.
Finalmente, la banda sonora nos regala unas bellas partituras compuestas por Gareth Coker, quien ya nos demostró su talento musical con las dos entregas de Ori para volver a clavarlo en esta ocasión con unas piezas que se adaptan a la perfección a todo lo que vemos y al tono de la historia. Quizá abusa demasiado de su tema principal, pero en términos generales pocas pegas podemos ponerle. Los efectos cumplen su función y el doblaje nos llega totalmente en español con unas buenas y caricaturescas interpretaciones que no siempre aciertan, pero que en conjunto resultan satisfactorias.
Conclusiones
Immortals Fenyx Rising es un juego que, sin necesidad de ser el colmo de la originalidad o la creatividad, resulta entretenidísimo de principio a fin durante las 20 horas que dura su historia principal y todo el tiempo extra que le queramos echar para encontrar sus secretos. Su acertado sentido del humor, el buen tratamiento que hace de los mitos griegos, sus ingeniosos y numerosos puzles, sus retos y su precioso mundo plagado de cosas interesantes para hacer consiguen que el resultado final sea el de una odisea divertidísima con la que las horas pasan volando casi sin darnos cuenta. Evidentemente, tiene sus fallos y dista de ser perfecto, pero si lo que queréis es una aventura sin grandes pretensiones y que solo busque hacéroslo pasar bien poniendo a prueba vuestra habilidad e ingenio mientras exploráis un mundo bonito y con encanto, aquí encontraréis una compra fantástica y muy recomendable que difícilmente os decepcionará.
Hemos realizado este análisis en su versión de Xbox Series X comprando el juego.