Análisis de Welcome to Elk, duras historias del norte (Xbox One, Switch, PC)
Frigg, la protagonista de Welcome to Elk, llega al pequeño pueblo en el que transcurre esta obra como suelen hacerlo la mayoría de personajes del género: huyendo. No sabemos bien por qué, pero su vida en la ciudad le atosiga tanto que necesita buscar un respiro en un lugar remoto con el que, por lo que intuimos, le unen pocas cosas; que el carpintero tenga algún tipo de relación con su padre y poco más.
Precisamente del desconocimiento del espacio y de sus gentes surge la premisa de Welcome to Elk: somos una desconocida en un islote nórdico perdido en mitad del mar y nuestra estancia en el pueblo consistirá en conocer a nuestros vecinos y, sobre todo, sus historias. Triple Topping, desarrolladores del videojuego, lo definen como una "aventura biográfica" con relatos basados en experiencias reales. Llega, por cierto, completamente traducido al español.
Elk y sus gentes
Cuando desembarcamos en Elk lo primero que hemos de hacer es acudir al bar del pueblo; allí nos están esperando todos los vecinos en una especie de fiesta de bienvenida que cumple con lo que promete el mismo nombre del videojuego. Será la primera toma de contacto con sus personajes, todos peculiares en su medida, empapándonos de la genuina relación que conecta el tejido social de la isla: conoceremos al médico, a la camarera y al heredero de la fábrica de cerveza, también a la profesora, que resulta ser una mujer con un severo problema de alcoholismo, y a Freddie, su única alumna.
A pesar de lo que pueda parecer por su estilo gráfico, Welcome to Elk no es ni mucho menos un juego burlón. Las historias que cuentan sus personajes, y ellos mismos, rezuman un humanismo brutal, crudo, que permea hasta la persona que lo juega de una manera ciertamente especial consiguiendo una conexión sincera con todos ellos. Lo que haremos en el juego no irá más allá de movernos por ahí, interactuar con ciertos objetos de color que destacan en el escenario blanco, hablar, escuchar y completar algún que otro minijuego; no hace falta más para formar parte de esta historia de historias.
Jugabilidad interruptus
Son los minijuegos los que nos sacarán de la rutina conversacional que plantean los creadores del juego. Entre charla y charla, las mecánicas de Welcome to Elk se retuercen para ofrecer segmentos interactivos con acciones muy concretas: que si construir una trampa para ardillas, que si cantar en el karaoke, que si matar a un pobre conejo moribundo…
La pena de esta imaginativa fórmula narrativa es que conecta en muy pocas ocasiones con el relato central. Algunos minijuegos tienen una relación directa con lo que se narra, mientras que otros no tienen tanta pero encajan bien con la ficción (jugar a las cartas en mitad de una fiesta). Sin embargo la mayoría son sólo minijuegos, pequeños destellos jugables que aportan poco a la escena.
No importa mucho, en realidad, porque son secciones minúsculas que cómo poco consiguen tenerte entretenido un rato. Las bondades reales de Welcome to Elk no están en esta interrelación, sino en la honestidad con la que le cuenta al jugador esos relatos reales de personas reales. Son historias crudas que tienen su raíz en experiencias que han ocurrido de verdad, incluso en ocasiones aparecen esas personas en pequeños fragmentos de vídeo reales contando cómo vivieron de primera mano aquella situación.
Vivir junto a ellos estas historias es una experiencia que pocas veces se tienen en el videojuego: Welcome to Elk crea un marco ficcional para presentar unos personajes y unos momentos que recogen los relatos reales y te encuadra en él para que puedas hacerte una idea de las sensaciones y emociones que se pueden desprender al experimentarlos en primera persona.
Estética y dramaturgia
En las tres o cuatro horas que dura, esta obra hace muy bien eso de crear la atmósfera idónea para que entre a vivir esa crudeza de primera mano; esa sensación se multiplica, sobre todo, cuando juega bien sus cartas y hace que sus minijuegos adquieran un valor adicional más allá de plantear una nueva mecánica temporal. Como no es siempre, cuando lo consigue son puntos magistrales, destellos narrativos que hacen que esta obra merezca la pena en su conjunto y sea mucho más fácil perdonarle las secciones en las que no lo consigue.
Hay un par de detalles que chirrían dentro de la construcción ficcional de este título: por un lado a veces utiliza un lenguaje coloquial que relega a los personajes más pobres e incultos, incluyendo modismos andaluces (en la localización española) y cayendo en esa estereotipación que por suerte se abandona tras los primeros compases de la trama, y por otro lado la historia del juego normaliza el alcoholismo sin criticarlo prácticamente en ningún momento y representándolo como una vía de escape o celebración.
Estéticamente echará atrás a muchos jugadores a quienes su aspecto visual no entusiasmará. Es un estilo arriesgado, que a veces parece no casar con el drama del juego, pero detrás de esos monigotes articulados hay una intención creativa de relacionar este juego con una obra teatral, como si de títeres se tratase. No es el único elemento que enlaza Welcome to Elk con la dramaturgia: la propia composición narrativa, los soliloquios de la protagonista, la división en actos y la integración de los autores en la escena demuestran que este videojuego ha aprendido mucho del lenguaje teatral.
Conclusión
Pocas veces veremos un videojuego tan honesto y crudo como Welcome to Elk. Es una obra que utiliza elementos dramatúrgicos para construir un relato de relatos establecido en un mundo ficcional con raíces que llegan hasta el mundo real. Poniéndonos en la piel de Frigg viviremos una colección de duras historias contadas con amor, sinceridad y, en ocasiones, incluso con humor. Lástima su poca fe en el posible aprovechamiento narrativo que pudiera darle a los minijuegos que plantea, porque cuando cree en ellos saltan chispas entre juego y jugador.
Hemos realizado este análisis en PC con un código para Steam proporcionado por Triple Topping.