Análisis de Plants vs Zombies XBLA (Xbox 360, PC, PSVITA)

Los juegos de defensa con torres han sigo un género en expansión que han triunfado con diferentes estilos, desde los más sencillos hasta los más complejos, con un estilo que se ha adaptado tanto a juegos para móviles como para consolas u ordenador. Plants vs. Zombies es ya un veterano y todo un clásico en este subgénero de la estrategia, que ha encontrado la fórmula perfecta para ofrecer una profunda jugabilidad, pero accesible, divertida, y directa, lo que le ha convertido en un gran éxito de PopCap, y lo ha hecho igualmente atractivo para usuarios habituales como para ocasionales en ordenador, iPhone, iPad… y ahora en Xbox Live Arcade.

A todas las funciones que los jugadores ya han conocido en sus diferentes entregas, se suman las opciones multijugador y un buen sistema de control que sabe sortear las limitaciones del mando, incluso para jugadores que estén totalmente acostumbrados al control táctil o con ratón de las populares versiones previas.

A diferencia de lo que sucede en otros juegos de defensa con torres, aquí no hay que situar las defensas para construir un caminito por el que forcemos el paso de los enemigos y los destruyamos según progresan, debemos impedir el avance lineal de los zombis que quieren llegar hasta nuestra casa y comernos el cerebro. Su avance es en línea recta desde la derecha de la pantalla, y el objetivo es impedir que lleguen hasta la izquierda situando plantas de todo tipo que deberán destruirlos para que no rompan nuestras defensas y entren en el hogar.

Esto hace que algunos elementos estratégicos sean más sencillos que en otros títulos similares, pero se compensa con una gestión de recursos -el sol- singular, y una variedad de plantas enorme. En cierto sentido, la estrategia se diluye un poco y parece que hay más acción que estrategia, pero lo cierto es que una mala elección a la hora de colocar nuestra plantas sobre el jardín (o piscina, o tejado), consumir demasiados recursos (sobre todo cuando es por la noche, y no recibimos soles de manera automática), por lo que hay que estar muy atentos a nuestras decisiones.



Además, normalmente tras terminar cada misión recibimos un nuevo tipo de semilla, lo que implica diferentes opciones y defensivas. Lanzadores de semillas dobles, semillas heladas que los ralentizan, cactos para pinchar globos, lanzadores de coles, hongos psicotrópicos, guindillas explosivas, etc. A eso hay que añadir semillas adicionales que podemos comprar, una vez se abre la tienda y que son tanto independientes como mejoras de algunas ya existentes.



La clave reside en plantar, en la medida de lo posible, girasoles que cultiven soles que habrá que recolectar para poder conseguir suficientes unidades para plantar plantas ofensivas y defensivas adaptadas a las necesidades del terreno (plantas marinas, u hongos para la noche, por ejemplo), y en función del tipo de enemigos que van a acosarnos, y de los que vemos una pequeña muestra antes de escoger qué plantas usar.



Es importante, por tanto, ser conscientes de qué se nos viene encima, y también hay que regular nuestras inversiones. Los enemigos pueden soltar monedas de distinto valor (incluso diamantes), y hasta es posible plantar flores que dan dinero, y es importante conseguir más casillas para poder escoger hasta diez plantas diferentes en cada nivel, por lo que hay que escoger bien. Si hay un zombi volador y no tenemos una planta que pueda soplar, o pinchar el globo, estaremos vendidos; si hay niebla, puede ser muy recomendable conseguir farolillos, etc.

Asimismo, a los cambios de escenario, que implican escoger otro tipo de plantas, y de enemigos, hay que añadir la necesidad de gestionar el dinero para conseguir las mejoras que más nos interesen. Un fallo en cualquiera de esos puntos nos lo puede poner todo muy cuesta arriba, pero al menos el sistema nos permite volver a empezar esa misma partida sin mayores contratiempos, lo que hace que perder no sea en absoluto traumático.

El juego da espacio a buenas estrategias para conseguir los diferentes objetivos que nos interesen. Por ejemplo, podemos situar ajos en los límites superiores del principio de las líneas de ataque de los zombis para obligarles a cambiar de carril, lo que implica que sus ataques se concentrarán en la zona central, y podemos dedicar esos extremos al cultivo de dinero, por ejemplo. Y es sólo un ejemplo, pero eso mismo se puede aplicar a diferentes objetivos y estrategias que necesitemos. Además, al terminar la aventura principal podemos volver a empezar, pero se nos dan una serie de plantas por defecto, que pueden ser muy útiles o muy inútiles, y hay que conseguir sacarles el juego.



Con un total de 48 tipos de plantas y 26 zombis diferentes, las situaciones pueden ser muy variadas., y eso hace que aunque el juego sea relativamente simple en su concepción estratégica (seis carriles, divididos a su vez en cuadrículas) las situaciones sean realmente diversas. Igualmente, hay fases que rompen el estilo de juego para, por ejemplo, proponernos una suerte de partida de bolos, machacar a los zombis como si fuese el clásico juego de los topos, etc.



Según se progresa en el juego se desbloquean modos adicionales muy interesantes, como el de superviencia y el de puzles, donde destaca, como en la versión de ordenador, la posibilidad de jugar controlando a los zombis. Pero donde esto se luce especialmente es en el multijugador competitivo, la gran novedad de esta entrega. Ahora, en Plants vs. Zombies un jugador puede colocar las plantas para defenderse, y el otro atacar con zombis; desgraciadamente no se contempla multijugador en línea, y el modo cooperativo (en el que las secciones del escenario se dividen para los dos jugadores) no tiene tanta chicha en realidad.



La parte interesante es que el sistema de recompensas está muy bien compensado, y consigue renovar nuestra atención regularmente gracias a los modos, plantas y retos adicionales que se van desbloqueando, lo que puede ser parte de su éxito entre el público ocasional. Los jugadores más apasionados suelen sacarle el jugo a las tablas de puntuaciones, pero aquí se ha optado por mostrar nuestra casa del juego con una pila de zombis en el jardín que va creciendo según sumamos logros, lo que es un punto también de diferencia con respecto a las anteriores versiones del juego.

El paso a Xbox 360 ha sido, sorprendentemente, nada traumático para el control. Se sigue manejando mejor con pantalla táctil o ratón, sí, pero el sistema integrado de uso de palanca analógica y botones funciona muy bien, es rápido, y se ha facilitado la recolección de soles, que podemos atraer a nosotros pulsando los gatillos, por lo que al final, aunque cambia un poco en algunos aspectos, resulta igual de jugable que el original.

El juego cuenta con gráficos sencillos y desenfadados, con una banda sonora en la misma línea, en la que los gruñidos de los zombis son quizás algo limitados, pero en cambio resulta muy cómico en muchos otros aspectos de los efectos sonoros. Los gráficos se han adaptado bien a la alta resolución llenando los espacios con decoración adicional, algo que los usuarios de PC llevan tiempo reclamando, sobre todo a la hora de jugar en formato panorámico, y que esperamos que se exporte desde esta versión en próximas actualizaciones.

Conclusiones

Plants vs. Zombies tiene esa cosa especial que hace que los grandes juegos atraigan tanto al público ocasional como al más apasionado, algo que se encuentra en títulos tan clásicos e inolvidables como veteranos del estilo Tetris o Pac-Man, por citar algunos. Esta versión para Xbox 360 extrae lo mejor de la propuesta original, solventa el potencial problema del control en consola, y añade la propuesta multijugador como atractivo principal. Es más caro que si lo compramos para iPhone, o iPad, o incluso para ordenador, pero el multijugador, la alta resolución, y la comodidad de nuestro sillón son atractivos más que suficientes como para hacer que esta versión valga la pena, incluso si ya lo hemos jugado en otra plataforma.