Análisis de From Dust XBLA (Xbox 360)

Si de algo tenemos que estar agradecidos a las plataformas de juegos descargables, uno de los descubrimientos y mayores logros de esta generación, además de ofrecernos cada cierto tiempo algún que otro juegazo, es el permitir a los grandes estudios producir proyectos más arriesgados y originales por los que seguramente no apostarían en formato físico. Ubisoft está apostando por este tipo de juegos, hace unas semanas con Child of Eden, que llegó a las tiendas pero que bien podría haber sido un título descargable, y ahora con From Dust, que llega como descarga pero que perfectamente podría rivalizar con cualquier juego de las estanterías ante sus altos valores artísticos y de producción.

A lo mejor a muchos el nombre de Éric Chahi no les suena de nada, pero si decimos Another World, un clásico de los videojuegos de 1991, seguro que a poco que lleves unos años en esto o te hayas preocupado por indagar en la historia de este ocio interactivo, has oído hablar de él.

Chahi fue, prácticamente solo, su creador, y no fue hasta 1998 cuando lanzaría su segundo trabajo, Heart of Darkness, un plataformas y todo un juegazo que no muchos conocen, pero que seguro quienes lo jugaran en su día guardan un gran recuerdo de él. Ahora, 10 años después, Éric Chahi vuelve al mundo de los videojuegos con una obra bastante arriesgada a la vez que acertada.

Tras dejar el mundo de los videojuegos durante unos años, Chahi desarrolló una peculiar pasión por la vulcanología, y en uno de sus viajes por el Pacífico Sur, mientras veía la erupción de un volcán, se le ocurrió la idea de este juego. "Quiero transmitir la ambivalencia de la naturaleza, bella y potencialmente violenta al mismo tiempo", bajo esta premisa presentó el proyecto a Ubisoft en 2006, y le tenemos que aplaudir, ya que si eso era lo que buscaba lo ha conseguido de manera perfecta.

En From Dust somos el Hálito, una especie de entidad o dios que los miembros de una misteriosa tribu, situada en un inhóspito mundo, despiertan para que les ayude. Con el "sencillo" poder de absorber materiales y elementos como la arena, el agua y la lava, y después depositarlos donde deseemos, tendremos que ayudar a los miembros de esta tribu a conquistar diversos territorios, a lo largo de 13 niveles. El objetivo en cada fase es tomar cada uno de los tótems que hay en el territorio –un máximo de cuatro-, alrededor del cual se construye un poblado, repoblando parajes exóticos de gran belleza, para después cruzar el Paso, con lo que iremos a otra región.

Moviendo un puntero en forma de estela circular, y cogiendo y soltando arena, lava o agua, vamos creando caminos y eliminando obstáculos para que los miembros de la tribu lleguen a cada uno de los tótems –además de otros objetivos secundarios que nos ofrecen textos que nos dan más detalles de este misterioso mundo-. En ningún momento nos relacionamos con estos humanos, ni les damos órdenes directas más allá de seleccionar el objetivo a conquistar –tótem, piedra de la memoria- al que se dirigirán por el camino más apropiado. Al comienzo basta con crear puentes sobre el agua, o retirar el agua que anega ciertas zonas, pero a partir del tercer nivel las cosas se empiezan a complicar a través de distintos fenómenos de la naturaleza.

Tsunamis, erupciones volcánicas, incendios, terremotos, lluvias torrenciales, no hay catástrofe natural que no aceche a la tribu. Si bien en algunas fases disponemos de tiempo ilimitado para poder realizar las acciones, o en algunos momentos de estas, en otros un contador nos indicará cuánto queda para que, por ejemplo, llegue un tsunami, ante lo que tendremos que actuar deprisa y sin vacilar, lo que añade tensión a un juego que en un principio parece pausado y lento. ¿Cómo detener un tsunami? Bueno, gracias unos poderes que podemos obtener y que se vuelven básicos en la jugabilidad.

Podemos llegar a tener un poder por cada uno de los tótem –cuatro-, aunque hay uno que es automático como el de parar los tsunami, que cuando se obtiene evita que estos engullan el poblado creando una barrera invisible protectora. Los poderes una vez son usados tenemos que esperar a que se recarguen, y acaban siendo bastante numerosos y variados, imprescindibles para completar los niveles con éxito. Evaporar todo el agua, solidificarla, apagar todos los incendios existentes, amplificar el poder del Hálito, absorbiendo más materia y de manera más rápida, convertirnos en un agujero negro, capaz de absorber elementos de manera ilimitada, tierra infinita, que permite expulsar arena sin parar , etcétera. Estos funcionan por un tiempo bastante limitado y todos son útiles, en algún momento y de manera natural nos veremos obligados a usarlos si queremos prosperar.

En cada nueva fase, hasta prácticamente el final, se añaden nuevos elementos, además de estos poderes, que hacen la jugabilidad más compleja, pero sin llegar en ningún momento a sentirnos desbordados, bueno, casi nunca, y si esto ocurre es más por la hostilidad del entorno que por nuestra capacidad para usar las herramientas a nuestra disposición. Además de las catástrofes naturales que hemos mencionado, más adelante aparecen unos árboles cuanto menos peculiares. Unos son de fuego, y de vez en cuando comienzan a arder quemando la vegetación cercana, para lo que tenemos otros que están llenos de agua, que explotan cuando hay fuego cerca. Podemos arrancarlos y moverlos para situarlos estratégicamente, y evitar que estos incendios quemen los poblados, y se acaban añadiendo a la fiesta unos terceros explosivos, que pueden romper rocas y crear caminos y rutas que de otra manera no serían posibles.

Una de las grandes virtudes del juego es el ir añadiendo los distintos elementos de la jugabilidad, tanto las amenazas como las ayudas, poco a poco, de manera natural, empezando muy despacio y sin prisa. Resolveremos los primeros niveles al 100% de manera sencilla, pero de repente y sin habernos dado cuenta, estaremos atrapados devanándonos los sesos en un nivel y perdiendo la noción del tiempo, nos ha pasado. Aunque 13 fases pueden parecer pocas, en el tramo final te puedes tirar tranquilamente más de una hora para resolver alguna de ellas, y la duración total acaba siendo mayor que en la mayoría de títulos descargables. Por cierto en las tres -sobre todo dos- últimas fases, la dificultad pega un subidón que parece que todo lo anterior parecía un tutorial para prepararnos para este tramo final, que jugará con los nervios de más de uno, por ejemplo situándonos en el interior de un volcán.

Para poder pasar a los siguientes niveles basta con conquistar cada uno de los tótems, pero hay objetivos secundarios en forma de piedras que desbloquean memorias de la tribu, además de tener el reto de llenar el nivel de vegetación. Cuando creamos un poblado comienzan a crecer árboles y plantas alrededor de él –en un efecto visual muy bonito, apareciendo también animales -, una flora que se va extendiendo allá donde haya tierra y arena, con una barra y un porcentaje que nos indican cuánto nos queda por forestar esta fase. Esto nos desbloquea nuevos Desafíos, además de alegrar la vista, pero la verdad que lo han puesto demasiado fácil, y bastará con cubrir no demasiado terreno para que nos den el 100%, podían haber sido un poco más exigentes en este aspecto.

Tenemos 30 Desafíos en un modo aparte, pero primero habrá que desbloquearlos en la campaña. Estos son muy diversos y variados, y juegan con todos los elementos de manera acertada que se van incorporando en las 13 fases, que en algunos casos no se llegan a explotar del todo, pero que en los Desafíos se exprimen de maneras sorprendentes. Apagar una serie de incendios solo con agua, detener a tiempo un volcán que se dirige a un poblado, sortear unos ríos para que la tribu llegue a un tótem, comienzan siendo fáciles pero acaban siendo muy complicados, ya que nos limitan a usar, por ejemplo, solo agua o tierra, y nos tendremos que romper la cabeza para resolver algunos. Además para quien se quiera picar no basta con superarlos, sino que nos dan un tiempo que se sube a los marcadores por internet, compitiendo con miles de usuarios. Esto alarga, y mucho, la vida de un juego que de por sí no es corto.

Los gráficos, visualmente, pueden gustar más o menos, a nosotros nos encanta el diseño artístico, pero sus méritos no se encuentran en el mero impacto visual, sino en la técnica que se encuentra detrás, sobre todo a nivel de físicas. Podemos seguir la acción desde cualquier perspectiva, con dos niveles de zoom, de manera rápida y ágil, un escollo que se ha resuelto bien. Los miembros de la tribu, desde la cámara aérea, son diminutos, pero no supone un gran problema gracias a las indicaciones visuales que nos dicen dónde están situados. Además, cuando nos acercamos vemos que están bien modelados.

Donde demuestra sus armas es como hemos dicho en la física. Cómo se modifica el escenario en tiempo real, mientras absorbemos y colocamos tierra, el agua y su curso por el escenario, la lava de los volcanes, que se solidifica al ser depositada o cuando entra en contacto con el agua, todo representado de manera muy convincente. Cuando entran todos estos elementos en funcionamiento a la vez, resulta sorprendente, uno de los mayores logros técnicos de esta generación. No todo deberían ser mejores texturas y polígonos, también la mayor potencia de las consolas se puede usar en recrear el comportamiento de elementos naturales de la manera más real posible, no como un mero adorno, si no influyendo en la jugabilidad, y aquí From Dust cumple con matrícula.

Hay una de las fases finales en la que comenzamos en medio del agua, prácticamente sin tierra, pero con un volcán submarino en erupción, y ver cómo se va formando una isla en tiempo real, ya no solo resulta bello, es que es incluso didáctico, impresionante. Hay otra en un desierto, con corrientes acuáticas surgiendo por todas partes en la que nos volvemos locos jugando con el agua, simplemente genial. Puede que muchos vayan a juzgar sus cualidades por la demo que cuelguen en el bazar, lo que será una pena, ya que From Dust vas destapando el tarro de las esencias según avanzamos.

Mientras jugamos no tenemos música, solo en las escenas de vídeo que se muestran entre niveles, con un tema principal de una factura notable, misterioso, que nos mete de lleno en el misterioso y exótico mundo que plantea el juego. El resto del tiempo hay unos efectos de sonido muy logrados, por ejemplo en las voces de los miembros de la tribu, en un idioma incompresible, o el ruido de los volcanes, que se han tomado de erupciones volcánicas reales.

Único, sorprendente y necesario

Por lo que arriesga, lo que propone, por la personalidad que tiene y sobre todo, por lo bien que lo hace, From Dust es magnífico. Te va atrapando en una espiral en la que perderás la noción del tiempo modificando el terreno, variando el curso de los ríos, creando montañas e islas, buscando distintas soluciones a un mismo problema, en un juego que nos da completa libertad para resolver los conflictos. Largo y finalmente complicado, su mayor pega, que realmente no lo es, es que no está hecho para todos los paladares. Nos cuesta encontrarle un solo fallo, y no es que carezca de ellos, pero son tantas sus virtudes que tapan sus posibles defectos.

Exige paciencia, calma, aunque paradójicamente llega a volverse frenético por momentos, en un peligroso equilibrio de satisfacer a los que buscan un juego calmado y sin prisas, y los que quieren acción, tensión y estrategia sin pausa, situándose en un término intermedio. Si te engancha y conectas son su propuesta, te atrapará sin remedio, uno de los juegos más bellos y técnicamente más sorprendentes que hemos tenido el placer de disfrutar en esta generación, ya sea en formato descargable o físico. Gustará más o menos, venderá mejor o peor, pero nos parece todo un acierto, original y arriesgado pero ejecutado a la perfección, logrando todo lo que se propone, y con un aroma que solo desprenden aquellos títulos destinados a ser clásicos o de culto, avisados estáis.