Análisis de Tengami eShop (Wii U)
Sobre la Nintendo eShop de Wii U todavía cuelga un sambenito que cada día es más difícil de justificar: sí, es cierto, le falta la cantidad de títulos que otras plataformas digitales tienen y se podría aprovechar más a la hora de promocionar los juegos independientes o de aplicar promociones de precios. No obstante, ya cuenta en su haber con juegos tan interesantes como Scram Kitty, Squids Odyssey, Cubemen 2, Unepic, el reciente Shovel Knight o este Tengami, un juego que es cierto que no gustará a todos, pero que dejará un poso agradable a aquellos que se atrevan con él… y que tengan la paciencia de disfrutarlo.
Tengami es un haiku, un breve poema japonés, que se ha adaptado a un videojuego para contar una breve historia de un samurái que debe emprender un viaje en busca de las tres flores de cerezo que devolverán la vida al árbol del que proceden.
A través de un sencillísimo sistema de controles de pinchar y arrastrar en la pantalla táctil del Wii U GamePad, se nos invita a recorrer este poema viviente recreado en una xilografía japonesa: de hecho, durante todo el juego se hará hincapié en que estamos jugando dentro de un libro, estando siempre presente las páginas e incluso la habitación donde se encuentra la obra.
Se puede apreciar un buen hacer en casi todos los elementos del juego por parte de los chicos de Nyamyam, ex gente de Rare y desarrolladores del juego. Sabían que Tengami entraría por los ojos y que su estética sería suficiente para llamar la atención de más de uno. Que en su breve duración, Tengami sepa sorprender hasta el final en sus pequeños y detallados escenarios de papel, es algo de elogio, aportando entornos y situaciones originales donde el escenario se dobla y repliega de formas imposibles para dar lugar a nuevos lugares o pasajes. Mención aparte tiene la banda sonora: a su cargo está David Wise, compositor de la saga Donkey Kong Country y del último Tropical Freeze para Wii U. De este hombre es difícil esperar cosas malas y ha logrado que en un juego muy breve haya melodías que rozan lo memorable.
Es la interacción con el escenario y sus puzles, en ningún caso complejos o demasiado desafiantes, los dos pilares jugables sobre los que se sostiene Tengami, y quizás sean su punto más débil. Como jugador, nunca te verás en una situación que no sepas resolver, ni yendo de un lado a otro buscando rutas alternativas o realizando complejos puzles interconectados. Lo cierto es que, como un verso que vas detrás de otro para dar un sentido a un contenido global, Tengami es un juego muy lineal, casi sin fisuras para perderse o para escapar de nuestra labor principal: el encontrar en cada uno de sus tres actos la flor del cerezo. Incluso los sellos ocultos para Miiverse que están desperdigados por los escenarios, 10 en total, no suponen un quebradero de cabeza en ningún momento.
Es quizás esta consciencia sobre sí mismo y sobre su brevedad lo que más lastra a Tengami. Hablábamos al principio de que es un juego que no gustará a todos, que requiere de la paciencia del jugador y de cierta predisposición de su parte a tomarse las cosas con calma. La lentitud de los movimientos del personaje principal y la simple mecánica de pinchar en un punto de la pantalla y hacer que éste se desplace hasta allí, da tiempo al jugador para contemplar los bonitos paisajes, escuchar los relajantes efectos sonoros o de disfrutar de la ya mencionada excelente banda sonora… o de aburrirse. Eso, en un título tan corto que puede terminarse a los 90 minutos, lleva a Tengami peligrosamente a la cuerda floja en algunos momentos. La buena noticia es que, debido a esa duración tan corta de la que hablamos, estos momentos pasan rápido y son sustituidos por un lugar donde tocar, una página que pasar o un elemento del escenario que arrastrar.
No es un juego malo en absoluto y seguramente muchos sabrán conectar con la filosofía tranquila y reflexiva de Tengami (a estos, a los que buscan algo diferente, algo bonito, algo tranquilo… se lo recomendamos sin duda), pero aquellos que no lo hagan van a desconectar muy pronto de su propuesta. Enamora en lo visual y en lo sonoro, y jugarlo en el GamePad con unos cascos es una gran experiencia; pero lo poco que le exige al jugador, su brevedad y la sencillez de sus mecánicas sin duda defraudará a más de uno. Se queda uno con ganas de más, tanto de duración como de situaciones jugables. Un buen pero desaprovechado trabajo de una gente que, seguro, hará cosas mejores en un futuro.