Análisis de Squids Odyssey eShop (Wii U)

La distribución digital sigue dándonos sorpresas agradables que los aficionados no siempre se esperan. Aunque estas buenas nuevas suelen llegar de la escena independiente para ordenador y, quizá en menor medida, para dispositivos móviles, hay que admitir que Squids Odyssey es una de esas pequeñas sorpresas que uno se encuentra casi sin esperar.

Los aficionados que hayan seguido la trayectoria del juego desde su debut en 2011 a través del iPhone ya saben qué van a encontrarse en este juego de los franceses The Game Bakers, pero para el resto será una agradable sorpresa. Eso sí, deben saber que en su paso a Wii U no se ha ganado mucho en cuanto a novedades, si bien es cierto que la experiencia se adapta muy bien al ámbito doméstico.

Este buen trasvase a una plataforma doméstica es algo a tener en cuenta porque hay muchos títulos que pierden parte de su encanto cuando dejan de ser portátiles. En buena medida esto se consigue porque el título tiene un componente de rol y estrategia bastante marcado y eso parece funcionar igual de bien en el sector portátil y en el doméstico. Por otro lado, hay elementos inspirados en Angry Birds, y ahí no podemos decir lo mismo. Lógicamente, habrá usuarios con opiniones bien diferenciadas, pero no nos parece que ninguna de las conversiones a sistemas domésticos (ordenadores y consolas) de esa saga hayan conseguido tener el mismo encanto que las versiones de pequeña pantalla, desde las originales de teléfonos y tabletas hasta las adaptaciones a consolas portátiles.

Aunque la combinación de estrategia, rol y Angry Birds puede sonar extraño, lo cierto es que en realidad es un planteamiento muy divertido. Squids Odyssey presenta a un grupo de calamares antropomorfos que afrontan una aventura casi imposible: salvar su mundo subacuático de una sucia entidad viscosa y negra. El tema, sin duda, está de actualidad en las costas españolas, pero hay que tener en cuenta que el título no se presta a dar lecciones particulares de moral ni de ecología: construye un contexto narrativo coherente con su estética y sus personajes y a partir de ahí se desarrolla el juego. Los accionistas de las petrolíferas pueden respirar tranquilos.

La mejor manera que estos pobres calamares han encontrado para defenderse de la amenaza que se cierne sobre ellos es lanzar sus propios cuerpos contra todos sus enemigos. Todo esto se hace con un mecanismo de lanzamiento que nos recuerda mucho a los tirachinas de Angry Birds. Por esta razón el juego a través de la pantalla táctil del GamePad de Wii U, aunque se puede controlar también muy bien con los botones tradicionales. Para lanzar a nuestros calamares preferidos basta con usar el stylus sobre la pantalla y soltarlo para que salga volando o mover la palanca analógica izquierda y luego pulsar A para realizar el lanzamiento. Nuestra sensación es que se consigue un mejor control con la pantalla táctil, pero cualquier usuario que prefiera apostar por un sistema tradicional se encontrará con un título que responde bien y no le pone en aprietos por ello.

Por supuesto, esto acaba exigiendo habilidad y control para que no todo dependa de la simple suerte, aunque debe admitirse que hay cierto factor suerte. Por el diseño de niveles y planteamiento de los enemigos esto se compensa y hace que tengamos que desarrollar estrategias para tener éxito, sobre todo en la segunda mitad del progreso en la partida. El progreso es quizá más equilibrado en esta versión al prescindir del elemento de micropagos por perlas que sí había en iPhone.

A la hora de plantear el combate en el juego hay que tener en consideración que cada calamar es diferente en cuanto a sus características y tienen resistencia (stamina) limitada, por lo que en total -según personaje- solo pueden hacer uno o dos lanzamientos con toda su fuerza. Esto implica que hay que gestionar nuestros recursos. Además, los lanzamientos son más difíciles de controlar cuanta más fuerza se aplica por lo que también hay que buscar un equilibrio entre la potencia y el control y la precisión. También es importante considerar que el daño que se realiza a los enemigos varía según lo cerca que estén de nuestra posición, por lo que hay que tener en total varios factores diferenciales según la distribución y tipología de enemigos, la distribución de diferentes peligros del escenario, etc.

A los elementos de resistencia de los calamares hay que añadir que hay cuatro clases de personajes que cuentan con diferentes habilidades especiales que pueden usarse en nuestros turnos. Algunos, por ejemplo, pueden realizar movimientos adicionales y otros atacar a distancia. Por supuesto, también hay una clase con poderes de curación, por lo que el componente defensivo debe ser también considerado dentro de nuestra estrategia de juego.

Aunque hay múltiples personajes diferentes, todos pertenecen a las cuatro categorías principales y hay solo ligeras variaciones en sus estadísticas según cada uno. Las diferencias se concentran, por tanto, en su apariencia y en algunos rasgos de la personalidad así que no es un componente tan capital en cuanto a la definición de nuestra estrategia de juego. Por tanto, lo importante es más bien concentrarse en qué clase nos interesa priorizar en cada situación y no tanto en qué beneficios individuales puede darnos un personaje en concreto. Un buen ejemplo es que hay fases que claramente se benefician de dar mayor peso en nuestro equipo al ataque a distancia.

Durante la partida es importante ir consiguiendo perlas, que es la moneda del juego. En iPhone, como decíamos antes, estas se podían comprar con dinero real pero el sistema de micropagos se ha eliminado por completo en Wii U y es fácil obtenerlas según progresamos en el juego. Esto elimina barreras artificiales y potencia la jugabilidad del título al no crear las típicas trampas de desequilibrio injustificable que abundan tanto en cuanto se meten los micropagos y que era, sin duda alguna, un punto notablemente negativo en la versión para el dispositivo de Apple.

Las perlas se emplean para costear ítems de recuperación o que nuestros personajes suban de nivel y es fácil conseguirlas especialmente al descubrir elementos secretos durante nuestras partidas, al terminar un nivel sin bajas en nuestro equipo, o al conseguir objetivos concretos como terminar un nivel en un número determinado de turnos.

En cuanto a su apartado técnico, Squids Odyssey es un juego que luce bien en el televisor. Sus gráficos son muy coloridos y está repleto de diseños inspirados claramente en las series de animación. No resulta espectacular, desde luego, pero luce bien tanto en el televisor como en la pantalla del GamePad y resulta agradable a la vista dentro de su sencillez si lo comparamos con títulos de alto presupuesto. A lo largo de sus más de 90 niveles hay mucha variedad de escenarios, como la concha de una tortuga o una ciudad del Lejano Oeste bajo las aguas. Todo esto hace que el juego se variado y bonito, aunque no necesariamente espectacular, si bien el conjunto general no desmerece en absoluto.

La música, por su parte, resulta variada y simpática, muy en la línea desenfadada y alegre que se puede apreciar en todo el apartado estético visual del juego. Se percibe un esfuerzo especial por desdramatizar y conseguir que la música acompañe a nuestras partidas, sin interferir ni hacerse notar, pero siendo siempre agradable para el jugador.

En líneas generales, el juego ha sido bien trasladado desde la pequeña pantalla del dispositivo móvil hasta la del televisor. No ha sufrido y aunque no se ha hecho un trabajo de rediseño total, lo cierto es que no lo necesitaba. No llega a ser espectacular, pero sí es consistente, agradable y luce bien tanto en el televisor como en el GamePad de Wii U. No es un prodigio técnico, pero no ha pretendido serlo nunca.

Conclusiones

Con su combinación de lanzamiento de calamares a lo Angry Birds y el componente estratégico por turnos, Squids Odyseey es un título divertido y sorprendentemente profundo. El usuario que no sepa nada del juego puede verse sorprendido por la profundidad jugable que aporta, sobre todo porque se camufla tras una estética desenfadada y un planteamiento jugable que en sus primeros niveles no demuestra todo lo que puede llegar a darnos. Esto es consecuencia, en realidad, de la suave curva de progresión que hay en su dificultad, pero poco a poco va ofreciendo un resultado más consistente y complejo en las partidas, algo que resulta evidente muy especialmente a partir de la segunda mitad de nuestro progreso en el juego.