Las vidas, por cierto, abundan en los primeros mundos -ocho más dos secretos y ambientados en la jungla, las montañas nevadas... todos clichés bastante típicos-. La curva de dificultad está muy bien ajustada y los sencillísimos niveles del comienzo tendrán su reflejo al final en auténticos test de los nervios para el jugador, con fases más complicadas y jefes finales duros de pelar. Sin ser imposibles, son de esos que alguna que otra vez invitan a estampar el mando de pura desesperación, de esa "sarna con gusto" que pica pero no quema, que tanto nos gusta a los jugones.
Por otro lado, no se entiende cómo se ha optado por el botón A para hacer un salto, sin dar siquiera la posibilidad de optar por la detección de movimiento. Si hemos visto que, sin ir más lejos, el juego de carreras de 'Wii Play' permite girar con el mando y saltar agitando el mismo, es lo que habríamos esperado en Monkey Ball. No es que resulte engorroso pulsar un botón, pero conociendo las excelencias de Wii para no pulsar ni uno, habría sido de agradecer disponer de esa posibilidad.
En fin, que no sorprende, ni mucho menos, pero que tampoco desentona con la saga ni con el resto de lanzamientos de la consola, sobre todo teniendo en cuenta que no es que Wii se esté caracterizado por mostrar un apartado gráfico de nueva generación.
El sonido tiene de todo, desde melodías rockeras a ritmos reagge, pero siempre con un estilo muy pegadizo y nada cargante. Los efectos son simpáticos, con los grititos de los monos, el sonido de la bola al chocar... funcionales y divertidos. Por otro lado, las escasísimas voces como las que aparecen en el título o en los menús, han sido dobladas al castellano, que se agradece.