Análisis de Family Ski (Wii)
Con la Wii Balance Board, la balanza y báscula que viene de serie con Wii Fit, aprendimos que el esquí tiene mucho potencial con este periférico, y es que en los minijuegos incluidos para el equlibrio y demás tareas la cosa ésta de esquiar tenía una buena representación.
Ahora, Namco Bandai nos ofrece Family Ski, un juego centrado en esa práctica deportiva que presenta la posibilidad de jugar con la Wii Balance Board, aunque es algo totalmente opcional, pues el título puede controlarse perfectamente con el mando de Wii, aunque la verdad es qu el accesorio en forma de tabla logra aportar algo muy especial al concepto jugable del título, haciendo que gane varios enteros. El quid de la cuestión reside en que, por ahora, el periférico va unido a Wii Fit y no se vende junto a otro juego, por lo que si Wii Fit no nos incentiva lo suficiente, no vamos a tener opción de aprovechar la tabla con este juego.
Y eso sería una pena, porque la verdad es que lo más destacable de todo un título que resulta escaso en todos sus términos: en planteamiento, duración, jugabilidad y en el campo técnico. Resulta corto, demasiado, y no se subsana en nada con su estilo arcade, y su planteamiento peca de una simpleza extrema.
Y no, no hablamos de esa sencillez que hace que un juego sea accesible, sino más bien de ésa que hace que no sea variado, que le falten modos de juego y, en definitiva, nos dé la sensación de haber hecho una buena inversión.
Esto se debe, entendemos, a que Family Ski es un juego extremadamente básico orientado a jugadores noveles y, haciendo honor a su nombre, para ser jugado sin problemas por cualquier miembro de la familia, lo que ha llevado a simplificar al máximo incluso las opciones y variables jugables. Habrá a quien esto le convenga, pero nosotros somos de la opinión de que hay que dar cancha al jugador para que escoja, y si un título como Wii Sports consigue ser básico pero, a la vez, variado y divertido en su planteamiento, no hay razón para que éste no lo sea.
En esencia, el modo principal de juego es el estilo libre, en el que nos subimos a la cima de la montaña y de allí, siempre para abajo. Pasaremos por las pistas, nos encontraremos con otros esquiadores, se nos irán dando objetivos de manera dinámica, y todo eso. La idea es magnífica, la ejecución no tanto. Puesto que sólo hay una montaña, podría esperarse que ésta tuviera un tamaño considerable: pues no. Es muy pequeñita. Y el sistema para ir accediendo a los diferentes eventos, es decir, el tener que ir hablando con los otros personajes, hace que todo sea muy entrecortado, dando una sensación de no estar todo muy bien hilado.
En el lado positivo, hay que señalar que esos eventos son muy variados, y es algo muy de agradecer. No sólo vamos a tener carreras, sino que también vamos a encontrarnos con pruebas de eslalon, retos de piruetas, y otras pruebas mucho más heterodoxas. En ese campo, lo que más interesante resulta es afrontar misiones de rescate, y las de búsqueda de esquiadores perdidos, que aportan una variación en el desarrollo muy interesante, haciendo que brillen con luz propia. Y es que, a decir verdad, pese a que este sistema de encontrar misiones no nos convence, el amplio rango de retos por afrontar sí es digno de ser destacado.
La montaña se estructura en múltiples pistas de descenso que, clasificadas por colores, nos indican su dificultad. Las verdes son las más accesibles, pero sólo hay tres, pues se da paso rápidamente a las cinco pistas de nivel intermedio, donde posiblemente pasaremos mucho tiempo, pues las iniciales son quizás "demasiado" iniciales. Y en los niveles superiores nos encontramos con el mismo problema: sólo tres pistas rojas (para expertos), y una adicional, señalizada en amarillo, para hacer las piruetas. Suponemos que al presentar sólo una montaña, dentro del contexto del Happy Ski Resort, se pretende también buscar un diseño más abarcable y homogénero, pero la verdad es que, como jugadores, buscamos precisamente lo contrario.
Las otras alternativas jugables resultan un poco escasas, aunque son interesantes. La escuela no es sino un útil tutorial ocn el que ir haciéndonos con todo el control y elementos del juego, por lo que es recomendable pasar por él y prestarle atención. Ayuda a que todo sea accesible sin tener que pasar por el manual de instrucciones, pero poco más. Y por otro lado, tenemos los eventos, desde donde podemos meternos en carreras, pruebas de eslalon, o de baches de manera directa, sin tener que pasar por preliminares de ningún tipo. Es aquí donde se percibe más la consistencia arcade de Family Ski.
A la hora de jugar, la cosa cambia bastante en función de tener, o no, la Wii Balance Board. Si no la tenemos, todo va a depender del uso combinado de nunchuk y mando remoto, con especial atención para la detección de movimientos, aunque en ocasiones toca tirar de palanca analógica (cuando estamos parados, por ejemplo, para cambiar la dirección del personaje; o más importante, para frenar). En esencia, el control intenta emular los movimientos que haríamos con los brazos para empujarnos con los palos de esquí, teniendo que aportar en momentos concretos combinación de movimiento y botón, como para hacer virajes en cuña, donde hay que pulsar C y luego inclinar los mandos (o cruzarlos hacia dentro para frenar en cuña, claro). La verdad es que el sistema de control funciona, pero lo que no lo hace es la sensación de velocidad: escasa, en el mejor de los casos. Por mucho que nos destrocemos los brazos y vayamos cuesta abajo como unos locos, no vamos a conseguir nunca una sensación de velocidad intensa. Y eso, claro, le hace perder mucho en diversión y frenesí.
¿Qué pasa al conectar la Wii Balance Board? Pues que el juego gana muchísimos enteros, al menos en apariciencia. La distribución de nuestro peso, es decir, nuestro equilibrio, indica hacia dónde va a girar el personaje, y para eso basta, por tanto, con emular levemente los movimientos que haríamos esquiando de verdad. Pero luego, para muchas maniobras, hay que seguir usando los botones. En realidad, lo que hace este sistema es aportar mayor inversión, lo que combinado con el mando remoto y el nunchuk le sienta bastante bien a la experiencia de juego, pero, por ejemplo, falla en la ejecución de manera flagrante en un aspecto esencial: lo que hagamos con el cuerpo, la pose que adoptemos, no afecta al juego. Si en Wii Fit en el minijuego de saltos con esquís la posición y distribución del peso ayuda a conseguir impulso, eso aquí no importa nada.
Quizás sea porque han preferido que dependa del ángulo que forma el mando remoto (a 90º interpreta que vamos agachaditos, pegando los codos al cuerpo para coger velocidad), pero la verdad es que al ver que eso se consigue de manera eficiente en un minijuego que apenas es un porcentaje ínfimo de Wii Fit y, sin embargo, no se ha plasmado en un título centrado por completo en el mundo del esquí... bueno, le hace perder esencia.
Eso sí, pese a ese detalle (que, por otro lado, se nos antoja esencial), lo cierto es que el control del juego es mucho más agradable y divertido con la Wii Balance Board, y es cuando hace que el juego mejore un poco y gane enteros en la experiencia de juego. Pese a too el problema seguirá siendo que, puesto que no hay manera de conseguir un poco de velocidad, nos dejaremos los brazos moviendo el nunchuk y el mando remoto para impulsarnos, y eso, la verdad, resulta agotador. Y no sólo físicamente; hay altas probabilidades de acabar hasta las narices del juego.
En el lado técnico, es intolerable que a estas altura llegue un juego sin soporte para 60 Hz ni para 480p, mostrando un nulo interés en la adaptación al sistema de televisión europeo y, también, un escasisimo aprovechamiento de las capacidades de la consola. Más allá de escoger entre esquiar de noche y de día, la verdad es que el juego ha optado por un estilo sencillote con personajes cabezones inspirados en los Miis, aunque con muchas más opciones de configuración. Y si lo queremos, podemos optar directamente por nuestro Mii: perdemos opciones estéticas a la hora de emplear complementos en el rostro, pero siempre es un añadido agradable. El personalizador de personajes resulta bastante completo, para lo que es el juego, y la verdad es que salvo por la gracia de ver nuestro Mii, es la opción más recomendable. Y la música, en fin, aporta un surtido de temas marca de la casa por cortesía de Namco que han sido remezclados, resultando agradables pero no son ninguna joya; al menos consiguen paliar un poco los sosos efectos de sonido, poco consistentes y en absoluto convincentes.