Análisis de Bit.Trip FATE WiiW (Wii)
La serie Bit.Trip ha cosechado unos éxitos más que notables a través de la distribución digital de WiiWare, y recientemente se ha pasado también al mundo de Windows y Mac (con Beat) gracias a la distribución digital de Steam, por lo que esperamos que su alcance sea mayor en el futuro. Desde luego, mientras sigan ofreciendo propuestas como la que hoy nos ocupa, su futuro parece asegurado.
El quinto juego de la serie se llama Bit.Trip Fate, y vuelve a ser una propuesta arcade de claro estilo retro que nos lleva a la era de las Atari, mientras se revisa la jugabilidad clásica de los géneros establecidos, resultando en propuestas innovadoras. Este título no es excepción, y por eso sigue resultando fresco, pero también difícil, lo que no deja de ser una muestra más de su vocación retro.
En muchos sentidos, Bit.Trip Fate es un matamarcianos de desarrollo horizontal; en otros, es un arcade de pistola sobre raíles. Y es que no tenemos libertad de movimientos total sobre el protagonista, CommanderVideo, sino que se mueve sobre, literalmente, un raíl trazado en el espacio, con el objetivo de llegar hasta el final, derrotar al enemigo, y pasar a la siguiente fase. Para apuntar tenemos múltiples opciones de control, pues el juego nos permite diversas combinaciones con los mandos de la consola de Nintendo.
Así, podemos apuntar con el mando remoto directamente a la pantalla (aunque los disparos no se generan desde nuestra posición, sino desde la del propio protagonista dentro de la pantalla) y movernos con el nunchuk, o bien usando el mando clásico y sus palancas analógicas. En el caso de la combinación mando remoto y nunchuk se nos invita incluso a usar el Wii Zapper, aunque en una configuración ligeramente alejada del estándar que se muestra en la propia pantalla de presentación del título.
La jugabilidad nos recuerda en muchos sentidos a los matamarcianos de millones de disparos en pantalla, sobre todo en fases avanzadas, pero es algo ya muy palpable en el primer jefe final del juego. La pantalla se llena de proyectiles que debemos evitar y, al mismo tiempo, disparar como posesos para eliminar a los enemigos, que pueden ser simples cubos o algunas criaturas de lo más singular.
La peculiaridad radica en que cuando disparas te mueves, pero muy poco a poco, así que para esquivar con garantías no debes disparar. Esto también implica que si queremos movernos con más lentitud o en un margen más controlado y preciso, podemos disparar continuamente. Y es que en algunas ocasiones necesitaremos velocidad pura, y en otras una precisión que se deriva sólo de esa lentitud.
El sistema de control se beneficia de la opción que escojamos, teniendo cada una claros puntos a favor y en contra. Por ejemplo, apuntar con el mando remoto puede resultar mucho más rápido, aunque la configuración del mando clásico y su uso de la palanca analógica izquierda para movernos y la derecha para apuntar se corresponde mejor con la jugabilidad básica del título. En esencia, se trata de una elección personal, aunque aconsejamos probar ambos antes de tomar una decisión final.
Los enemigos dejan al ser destruidos unos ítems en forma de cruz, característicos de la saga, que se desplazan hasta nuestra línea de desplazamiento, y ocasionalmente nos encontramos con poderes especiales que están representados por invitados especiales del mundo del desarrollo independiente de videojuegos, como Meat Boy. En total nos dan cuatro poderes diferentes que duran tan sólo una cantidad de tiempo determinada, y que pueden ser muy importantes en determinados segmentos. Hay que tener, por tanto, cuidado a la hora de escoger qué poder nos agenciamos. La esfera en la que están va rotando entre los cuatro, así que tenemos que saber qué poder nos va a interesar más en ese momento.
Bit.Trip Fate es un juego realmente difícil por varias razones, pero no por ello frustrante. Las fases son largas para lo que uno se espera de un matamarcianos, y los jefes finales son terribles. Resultan muy espectaculares, pero sobre todo son endiablados por sus movimientos, sus enormes ataques, y el poco margen de maniobra que nos deja el raíl en el que nos movemos. Si perdemos, toca empezar desde el principio.
El juego se sustenta en una estética retro, con enormes bloques de píxel que nos recuerdan a los principios de la Atari 2600, algo que se ha convertido en uno de los símbolos más distintivos de esta serie. Sin embargo, ofrece toques de espectáculo visual por la cantidad de elementos en pantalla, los diseños de los fondos, etc. En este sentido, lo cierto es que Bi.Trip Runner sigue siendo el punto técnico y visual más alto de la serie, pero para el concepto de juego que se propone aquí, Fate logra conciliar muy bien ambos intereses. Casi todo el espectáculo se desata en las últimas fases y, sobre todo, en los enemigos finales, que son un derroche de imaginación.
La música, por su parte, sigue marcando el ritmo, algo que también es muy característico de esta saga. Tiene un ritmo intenso, con melodías electrónicas muy pegadizas, que no sólo nos ayudan a entrar en el juego y aceptar su aspecto a medio camino entre lo retro y lo techno, algo que se refleja también en la música y efectos sonoros.
Como es característico en la saga, se busca una relación sinestésica entre ambos elementos y la propia jugabilidad, pero alejándose de los géneros que, típicamente, se han nutrido de esta combinación. Dado el género que toma como base, lo cierto es que hay una fuerte relación con Rez, el icónico juego de Tetsuya Mizuguchi, y aunque se trata de propuestas bien diferenciadas, se puede percibir cómo algo de ese título se ha filtrado en éste.
Conclusiones
Está claro que lo han vuelto a conseguir. Bit. Trip Fate es un nuevo giro completamente nuevo dentro de la saga, una quinta entrega que muestra una frescura sólo posible por su atomismo técnico y jugable en el que no hay lazos con las anteriores entregas. Da un giro a sus bases, y consigue convertirse en algo nuevo y divertido que encantará a quienes busquen algo diferente en los juegos de disparos, y todo un reto para los amantes de los títulos más difíciles.