Análisis Bravely Default Flying Fairy HD Remaster: Uno de los mejores JRPG de 3DS regresa en mejor forma que nunca (Switch 2)

Bravely Default Flying Fairy HD Remaster ha recorrido un largo camino para llegar aquí. Comenzó siendo un sucesor espiritual de Final Fantasy: The 4 Warriors of Light; luego tomaría otros derroteros para terminar convirtiéndose en lo que hoy conocemos como Bravely Default. Sin embargo, el objetivo de Square Enix siempre fue el mismo desde el principio: desarrollar un título que apostase por volver a las raíces del género en un momento en el que se ponía en duda la validez su formato. Por aquel entonces, el JRPG mostraba señas de cansancio ante la prominencia de los juegos de mundo abierto. Los peores presagios hacían pensar que la industria japonesa estaba, en general, atravesando un bache creativo fruto de no haber sabido adaptarse a las que, por en aquel entonces, eran las nuevas generaciones. Con este panorama, el estudio japonés pensó que no había mejor forma de recuperar la esencia que supuestamente habían perdido los viejos representantes del rol del país del sol naciente que volviendo a los orígenes.
En el caso de Square Enix, al hablar de "orígenes" nos referimos a crear una historia protagonizada por un grupo de cuatro héroes que, tras unir sus fuerzas, salvan al mundo empleando el poder de los cristales mágicos. Como auténtico clásico que se precie, no podría faltar un sistema de combate por turnos basado en trabajos de distinta índole, con los que se establece un delicado equilibrio entre el aprendizaje de nuevas habilidades y la ganancia de puntos de experiencia para mejorar los atributos básicos que definen las reglas de los combates.
Todo ello vendría aderezado con un exquisito trabajo artístico obra de uno de los artistas más reputados y elogiados de la industria: el prestigioso Akihiro Yoshida, colaborador frecuente de Yasumi Matsuno, a quienes muchos conoceréis por ser el creador, entre otros, de obras maestras de la altura de Vagrant Story y el queridísimo Final Fantasy Tactics (de este último, por cierto, se anunció un remaster en el pasado Summer Game Fest tras haberse rumoreado durante años). Se trataba, en resumidas cuentas, de un proyecto que ya desde su origen apuntaba maneras y que a la hora de la verdad no decepcionaría a nadie. Podéis echar un vistazo al análisis que escribimos en su momento, y en el cual Carlos Leiva desgranaba una a una todas las virtudes que lo llevaron a convertirse en uno de los mejores juegos del catálogo de 3DS.
Volviendo al presente
Han transcurrido casi quince años del lanzamiento del Bravely Default original. Aunque hoy en día no cabe la menor duda de que Square Enix lanzó al mercado un clásico moderno que arrasaría en ventas y daría pie a varias secuelas, la aparición de un remaster del mismo como parte de la punta de lanza de los títulos que acompañan a Switch 2 en su debut es solo una muestra más de la importancia que tiene esta franquicia en nuestros tiempos. No obstante, y pese a que ambos títulos guardan lógicamente mucho en común, hay varios aspectos que los diferencian. El primero y más importante es el estudio encargado de su desarrollo, donde Silicon Studio ha cedido el testigo a Cattle Call, acostumbrados a trabajar por oficio a petición de estudios más grandes, tal y como ha sucedido en esta ocasión.
Dejando al margen a sus creadores, este Bravely Default Flying Fairy HD Remaster >(a veces da la impresión de que los estudios se ponen de acuerdo para ver cuál es capaz de lanzar al mercado el JRPG con el sobrenombre más extenso que sea posible) ofrece varios motivos por los que vale la pena volver al encantador mundo de Luxendarc, empezando por el más evidente de todos: un lavado de cara con el que sus virtudes artísticas salen a relucir aún más si cabe con respecto a la versión original, que ya de por sí hacía gala de un magnífico aspecto visual.
Junto al cambio estético se produce otro inevitable: la doble pantalla de 3DS se convierte ahora en una nueva interfaz por la que navegamos con mayor comodidad. El salto cualitativo que aportan estas novedades se complementa con otras que, como veremos a continuación, hacen de este un título de esos que se hacen querer desde que suenan los primeros acordes de su estupenda banda sonora.
Un salto a la alta definición
Como decimos, el aspecto que más llama la atención en este remaster es el visual. Los gráficos, caracterizados por el uso de fondos diseñados a mano, han dado el salto a la alta definición. El resultado no podría ser mejor: ahora podemos apreciar el trabajo de Yoshida con todo lujo de detalles. Esto es aplicable también al diseño de los personajes y al de los monstruos, así como al rendimiento que saca el juego de las escenas de vídeo que ilustran los momentos más importantes del argumento. En este sentido, además del trabajo del padre de los diseños de los cuatro héroes, también hay que destacar la implicación de varios artistas de renombre, como Atsushi Okubo (Soul Eater), Hideki Ishikawa (Lord of Vermilion) y Dorin Makoto (Sengoku Basara) entre otros. En resumidas cuentas: la parte visual nos va a conquistar desde el primer minuto de juego, por lo que poco importa que hayamos jugado al original o no, Norende nos va a impresionar.
El salto gráfico se aprecia también en el rendimiento general que observamos en las transiciones entre la exploración y los combates, e incluso en el transcurrir de los mismos mientras aplicamos habilidades y magias de todo tipo. Los menús forman parte del nuevo aspecto gráfico: Square Enix ha sabido contrarrestar la falta de espacio con una interfaz que encaja bien con la propuesta gráfica y que navegamos con facilidad. A veces, incluso con más comodidad de lo que lo hacíamos en 3DS, dado que también se ha incluido la tan demandada opción de curar a todo el grupo de golpe con un solo comando. El desplegable de la izquierda, también presente en el original, permite que tengamos siempre a mano las tareas secundarias, entre otras opciones.
También contamos con un mapamundi en la parte superior derecha de la pantalla con el que es mucho más fácil explorar las mazmorras y que se presenta en dos tamaños. Este lujo de detalles nos parece una evolución lógica y muy necesaria, además de una excelente solución a los problemas que plantea pasar de una pantalla dual a una única.
Más mejoras, más novedades
Desde estos desplegables podemos encontrar otro elemento que no estaba presente en el Bravely Default original: la posibilidad de cambiar la frecuencia de encuentros, que ahora nos permite ser aumentada hasta un 200 por ciento o disminuida hasta un 50 por ciento. Aunque ya no es posible eliminar por completo los combates de la ecuación empleando este sistema, sí que podemos emplear algunos objetos para lograr tal fin. Sin duda, se trata de una decisión un tanto controvertida y que choca con el hecho de contar con tres modos de dificultad que, en teoría, deberían de permitir que jugadores de todos los niveles de experiencia puedan disfrutar de la historia sin sufrir demasiado en algunos combates.
Lo cierto es que para poder avanzar tendremos que aprender a aplicar correctamente la dualidad "Bravely" y "Default", que nos permite aventajar al enemigo sacrificando Brave Points o defendernos de los ataques, obteniendo así más puntos que nos permiten realizar hasta cuatro ataques seguidos que podemos encadenar para lograr imparables combinaciones de golpes. Para maximizar los resultados, es esencial ir dominando todos los trabajos que desbloqueamos con el paso de las horas: hay más de veinte a nuestra disposición, cada uno con sus particularidades. No hacía falta modificar un sistema que funcionó a la perfección en el original y que además no obtuvo las mismas cotas de satisfacción (o al menos, no logró superarlas) en las secuelas que vieron la luz posteriormente.
Sin embargo, sí que viene de perlas la opción de acelerar los combates (x2 y x4) y los diálogos, donde primero tendremos que seleccionar la opción de avanzar de forma automática, con lo que es posible que nos perdamos alguna línea de diálogo incluso sin así desearlo. En todo caso, se trata de una novedad que agradecerán los jugadores que ya hayan disfrutado del original o que simplemente quieran alcanzar el final lo antes posible (pese a que los más puristas suelen criticar su uso por entrar en contradicción con el espíritu del género, que no es otro que disfrutar del argumento).
Otro aspecto que se tenía que modificar, en este caso por fuerzas de causa mayor, es el relacionado con las opciones online de las que hacía uso el juego en 3DS. Para reconstruir el pueblo de Norende era necesario hacer uso de los amigos que encontrábamos a través del StreetPass o del servicio en línea de la consola. Esta modalidad, que dejó de tener sentido tras el cierre de los servidores de 3DS, se ha adaptado a las condiciones de Switch 2 y permite, mediante la reconstrucción del pueblo, mejorar el nivel de experiencia de las tiendas, ganar nuevos puntos de experiencia y objetos especiales, así como enfrentarnos a jefes finales.
En general, su presencia es un plus que valorarán los que busquen alargar la vida útil de un juego que, por todo lo demás, solo acusa una parte final que ya fue objetivo de críticas en su momento: aunque la posibilidad de acelerar los combates hace que la experiencia sea bastante más asequible, se trata de un elemento que lógicamente sigue estando presente en este remaster.
Minijuegos para el modo ratón: uno de baile…
Como suele ser habitual en estos casos, a cada nueva consola que llega al mercado le suele acompañar un título que, de un modo u otro, explora las novedades (de haberlas) en su sistema de control, algo especialmente frecuente cuando hablamos de Nintendo. Además de las mejoras que se han implementado en el modo principal de juego, Square Enix incluye aquí dos minijuegos a los que podemos acceder desde el menú principal sin haber comenzado siquiera a jugar. En ambos casos, está claro que el objetivo del estudio japonés pasa por demostrar las posibilidades que ofrece el nuevo modo ratón, que pese a permitir también conectar un ratón USB directamente a la consola, parece haber sido creado para poner a prueba los Joy-Con de Switch 2.
Como sabéis, una de las novedades a las que más importancia se le ha dado es la opción de emplear los mandos de la consola como si de dos ratones independientes se tratasen. El detalle que más nos ha gustado en este sentido es que para disfrutar de él no necesitamos utilizar una mesa u otro tipo de estructura sólida y lisa, sino que hemos podido hacerlo directamente sobre un pantalón en nuestros muslos. Lo hemos hecho evitando molestias innecesarias y sin notar problemas que trasciendan la lógica falta de espacio que jugar sobre nuestro propio cuerpo pueda ocasionar.
Los nuevos minijuegos son dos. Gancho rítmico es un juego musical en el que tendremos que realizar distintas filigranas con los mandos para activar las burbujas que aparecen en pantalla siguiendo el compás rítmico de cada canción. Podemos elegir el perfil del protagonista que deseemos, una habilidad especial y un nivel de dificultad (normal, difícil o muy difícil), para después elegir el tema que más nos apetezca. El minijuego nos obliga a coordinar movimientos sencillos como recolectar flores poniendo el puntero sobre la burbuja y pulsando un botón, y otros algo más complejos, como mantener una línea entre dos punteros o unirlos para activar una barra.
Como de costumbre, los juegos rítmicos no son especialmente atractivos sobre el papel, pero sí en la práctica. Lo que nos ha llamado la atención aquí es la falta de variedad de acciones que podemos realizar. Además de ser pocas, las que hay son fáciles dominar. Por suerte, y aunque al comienzo solo disponemos de un tema, esta cantidad irá aumentando a medida que hayamos desbloqueado determinados sucesos en el modo Historia. En general hemos pasado un buen rato con los movimientos que nuestro avatar hace en el fondo, si bien es cierto que, cuando aumentamos el nivel de dificultad, no nos quedará mucho tiempo para centrarnos en estos detalles.
…y otro, de pilotar una nave (y meter cañonazos)
El segundo minijuego recibe por nombreRingabel y su crucero acelerado y cambia por completo el registro del musical. En este caso nos convertimos en capitanes o pilotos de una nave voladora y asumimos los mandos de su sala de control. En las imágenes adjuntas a estos párrafos (capturadas directamente desde la consola con una resolución predeterminada de 1080p) tenéis la mejor descripción posible de los mismos: lo que más llama la atención es el timón que se encuentra en la parte central; a su alrededor, vemos botones de distinta índole que tendremos que pulsar o cambiar de posición en base a las indicaciones que nos den nuestros compañeros.
Algunas requieren un solo clic; otras, por el contrario, nos pedirán que realicemos algunas filigranas con el mando, como círculos o rápidos desplazamientos laterales, entre otros. Todas sirven para cumplir una función que ya nos debería haber quedado clara a estas alturas del análisis: demostrar que las posibilidades del modo ratón son mayores que las que muchos habíamos imaginado en un principio. De hecho, hay algo en las características de este minijuego que nos recuerdan mucho a Nintendo DS y a su sucesora. Ese algo seguramente tenga mucho que ver con los elementos táctiles que solían incluir los juegos por aquel entonces para explotar las opciones especiales de NDS, así como las funciones a doble pantalla.
Sin embargo, ninguno de los dos minijuegos tiene una relevancia significativa en el modo Historia. A medida que avanzamos desbloqueamos nueva información con la que se complementa el lore de la aventura desde el diario de D’s, pero al margen de esto, no encontraremos más razones para disfrutar de ellos.
Nos hubiese encantado que los minijuegos estuviesen integrados con el modo principal y que no diesen tanto la impresión de ser una demo, un añadido divertido pero metido un poco con calzador, cuyo uso final no es en absoluto relevante. Con respecto a los Joy-Con en sí, lo cierto es que sorprende lo bien ajustada que está su sensibilidad (podemos elegir entre tres tipos, desde el menú principal de la consola o desde las opciones del juego) y lo fáciles e intuitivos que son de emplear, además de funcionar bien en casi todas las superficies en las que los hemos probado. Lo que nos intriga, sobre todo después de haber vivido ya algo parecido con otras consolas, es saber hasta qué punto se le dará uso a esta función en el futuro.
Conclusión
Switch 2 no podría haber comenzado con mejor pie su andadura en el mundo del JRPG: Bravely Default Flying Fairy HD Remaster es un claro ejemplo de cómo remasterizar un juego creado para una consola de inferior capacidad sin que este pierda un ápice de su calidad. Más bien todo lo contrario: el salto a la alta definición permite que los escenarios destaquen más, que todo se vea con una nitidez y claridad que pone este apartado al nivel que siempre ha merecido. En general, el nivel técnico del juego es sobresaliente, siempre dentro de los niveles que esperamos de una producción de este calibre. Junto al salto cualitativo gráfico se encuentran las novedades con las que mejora nuestra calidad de vida: la posibilidad de acelerar los numerosos combates y los diálogos son inclusiones de agradecer, pero no son las únicas.
El único pero que encontramos en esta edición es la poca relación que tienen los minijuegos con la trama principal. Siendo esta una de las novedades estrella, la única justificación de su presencia es poner a prueba el rendimiento del modo ratón, algo que consideramos como algo innecesario o introducido un poco a la fuerza. Sí, pasaremos un buen rato jugándolos, pero para eso solo hacía falta disfrutar de todo lo demás que ofrece esta aventura, que además de servir como homenaje a los tiempos pretéritos del género, da el pistoletazo de salida para que la historia de amor entre el JRPG y Switch que tanto hemos disfrutado durante estos años siga dándonos alegrías en el catálogo de Switch 2. Antes de terminar, un recordatorio: la edición física del juego llega en formato "tarjeta llave".
Hemos realizado este análisis en Switch 2 con un código proporcionado por Square Enix.
NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
Últimos análisis





